Ya en la primera semana de confinamiento se observaron mayores índices de ansiedad, depresión, estrés y problemas de sueño. En las siguientes se vio cómo la población se habituaba a la situación hasta que se fue prorrogando el estado de alarma, lo que ha ido provocando un aumento de los síntomas.
Estos síntomas, tras más de 40 días de aislamiento por COVID-19, podrían asemejarse a los característicos por el Síndrome de Soledad Inquieta (SSI) o “Fiebre de la Cabaña”, el cual hace referencia a un estado de inquietud, irritabilidad y episodios depresivos leves provocado por una estancia prolongada en un lugar confinado. Estos síntomas llevan a la persona a sentir falta de autocontrol y de autorregulación, tendiendo a buscar compañía que le libere de esos pensamientos que le generan malestar.
Psicóloga Sanitaria. Psicoterapeuta familiar sistémica. Experta en Terapia Psicosomática. Responsable del Grupo de Trabajo “Psicología y Psicosomática” del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental. Delegación de Sevilla. | www.esthermipsicologa.com |
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