Este artículo tiene como objetivo realizar una revisión de revisiones bibliográficas sobre la pedofilia desde finales del siglo XX hasta la primer década del siglo XXI.
La pedofilia y la pederastia son dos términos muy similares que conllevan significados muy distintos. Se reserva el término pedofilia para aquellas personas que padecen y tienen diagnosticado un trastorno mental tipificado en el DSM-V mientras que el término pederastia se reserva para aquellas personas que son agresores sexuales infantiles.
No podemos establecer un único perfil del pederasta porque son muchos los factores que intervienen. Sin embargo, podemos establecer de forma general dos: el agresor fijado o exclusivo según el DSM-V y el agresor regresivo cuya orientación sexual primaria es hacia parejas de su edad y su contacto sexual con el niño y/o la niña coexisten con los adultos.
Las consecuencias de ser víctima de una agresión sexual son devastadoras para el desarrollo evolutivo normal del niño y de la niña. Además, se producen consecuencias psicológicas muy traumatizantes que necesitan atención por parte de profesionales de la salud, existiendo factores que actúan como amortiguantes para un buen pronóstico.
Existen evidencias científicas de tipo neuroanatómicas y de tipo neuronal que se relacionan con el trastorno de la pedofilia.
Se concluye que el trastorno de la pedofilia se relaciona con diversos factores medioambientales que tienen una base neurofisiológica en la activación de determinadas redes neuronales. En todo caso, el pedófilo es responsable penalmente de sus actos.
Asociación Canaria contra el Maltrato Infantil.