Con frecuencia en los trastornos del espectro psicótico, la amígdala sirve como un centro importante para dilucidar los sustratos neurales convergentes y divergentes en la esquizofrenia y el trastorno bipolar, los dos grupos más estudiados de condiciones del espectro psicótico.
Se realizó una búsqueda sistemática de bases de datos electr&oacut...
Con frecuencia en los trastornos del espectro psicótico, la amígdala sirve como un centro importante para dilucidar los sustratos neurales convergentes y divergentes en la esquizofrenia y el trastorno bipolar, los dos grupos más estudiados de condiciones del espectro psicótico.
Se realizó una búsqueda sistemática de bases de datos electrónicas hasta diciembre de 2017 para identificar estudios de neuroimagen de la amígdala en la esquizofrenia y el trastorno bipolar, que se centran en la RM estructural, la imagen con tensor de difusión (DTI) y los estudios de conectividad funcional en estado de reposo, con énfasis en el estudio cruzado.
Se seleccionaron noventa y cuatro estudios independientes para la presente revisión (49 estudios de IRM estructural, 27 DTI y 18 estudios de IRM funcionales en estado de reposo). También se seleccionaron, y se analizaron en un metaanálisis separado, 33 estudios volumétricos con la amígdala como la región de interés.
Se encontraron volúmenes reducidos de amígdala izquierda, derecha y total en la esquizofrenia, en relación con los controles sanos y los sujetos bipolares, incluso cuando se restringieron a cohortes en las primeras etapas de la enfermedad. No se observaron anomalías de volumen en sujetos bipolares en relación con controles sanos. Los estudios de morfometría de forma mostraron una deformidad de la amígdala o ninguna diferencia en la esquizofrenia y ninguna anomalía en el trastorno bipolar.
En contraste con los hallazgos volumétricos, los estudios de DTI del tracto del fascículo uncinate (que conectan la amígdala con las cortezas medial y orbitofrontal) mostraron una anisotropía fraccional reducida (un marcador de anomalía de la microestructura de la materia blanca) tanto en pacientes con esquizofrenia como bipolares, sin cruz.
Mientras que la disminución de la conectividad funcional amígdalar-orbitofrontal se observó generalmente en la esquizofrenia, se encontraron patrones variables de conectividad amígdalar-orbitofrontal en el trastorno bipolar.
Los estudios futuros pueden considerar adoptar enfoques longitudinales con imágenes multimodales y subtipos clínicos más extensos para probar los cambios subregionales amígdalares y su relación con las secuelas de los trastornos psicóticos.
Para acceder al texto completo consulte las características de suscripción de la fuente original:https://journals.lww.com