La terapéutica para las enfermedades neurodegenerativas, entre las que destacan principalmente el Alzheimer y el Parkinson, está continuamente cambiando. En las últimas décadas se ha empezado a utilizar la inmunoterapia para encontrar la patología central de cada enfermedad, utilizando distintos agregados según la enfermedad; en el Alzheimer amyloid-b y en el Parkinson synuclein-a.
La neuroinflamación es clave para la patogénesis de estas enfermedades, debido a que la actividad inflamatoria puede guiar hacia estados preclínicos y también promover la progresión. Esta actividad se relaciona directamente con proteinopatías, estrés oxidativo, disfunciones mitocondriales y el metabolismo celular impar.
En estos procesos moleculares actúan las citoquinas, mediadores de la inflamación, cuyo papel es modular las funciones de varias poblaciones celulares como las células gliales residentes del sistema nervioso central.
Dentro de las citoquinas, la Prokineticina 2 (PK2), se ha visto que juega un papel esencial en las enfermedades neurodegenerativas crónicas o sistémicas. La PK2 interactúa con una pareja de receptores de proteínas G, esta participa en muchas vías biológicas, donde destacamos la modulación de la neurogénesis.
A partir de estos datos; la conexión entre las citoquinas, la neuroinflamación y las enfermedades neurodegenerativas, se ha visto que midiendo los niveles de PK2 podemos obtener información sobre los cambios neuropatológicos que se produzcan y también modular las cascadas neurodegenerativas.
Por tanto, PK2 se ha descubierto que puede utilizarse como un biomarcador terapéutico para las enfermedades neurodegenerativas.
El Alzheimer, que es la primera causa de demencia y la enfermedad neurodegenerativa más común, se caracteriza por una perdida neuronal que incluye cambios en las neuronas, microglía y astrología, incluyendo neuroinflamación, anormalidades vasculares y disfunciones gliales. La PK2 modula la respuesta sistémica provocada por los daños de Ab.
Esto sugiere una nueva estrategia farmacológica, ya que a partir de varios estudios se ha comprobado que pacientes que padecen esta patología tiene niveles elevados de PK2 en su sérum, por lo tanto, podría utilizarse como un biomarcador para el tratamiento del Alzheimer.
Por otro lado, la enfermedad del Parkinson, que se caracteriza por una pérdida de células dopaminérgicas en la sustancia negra compacta, y cuya clínica se manifiesta a partir de síntomas motores cardinales (bradicinesia, rigidez, temblor y alteraciones posturales) y síntomas no motores.
A partir de varios estudios, se han podido correlacionar niveles altos de PK2 en la sustancia negra de los pacientes con Parkinson respecto a pacientes sanos control. Debido a esto, sabemos que midiendo los niveles de PK2 en diferentes tejidos podría ser de utilidad como indicador de eventos moleculares en la patogénesis del Parkinson.
Concluimos que la vía del PK2 juega un rol muy importante en la cascada patogénica del Alzheimer y el Parkinson, aunque la activación funcional de estas dos vías es diferente, en ambas patológicas se observan niveles sistémicos sobreexpresados de PK2 en serum.
Este ha sido un gran hallazgo, ya que se ha convertido en un potencial biomarcador para las enfermedades neurodegenerativas, y nos va a permitir trabajar en el desarrollo de nuevas terapias basadas en el sistema de la prokineticina.