El índice de masa corporal (IMC) es la métrica más común utilizada para evaluar la variación del peso.
A pesar de algunas críticas a su validez como medida de mayor riesgo de morbilidad y mortalidad , existe un amplio consenso en que el IMC es un fenotipo objetivo y relativamente fácil de recopilar que ofrece información sobre el estado de s...
El índice de masa corporal (IMC) es la métrica más común utilizada para evaluar la variación del peso.
A pesar de algunas críticas a su validez como medida de mayor riesgo de morbilidad y mortalidad , existe un amplio consenso en que el IMC es un fenotipo objetivo y relativamente fácil de recopilar que ofrece información sobre el estado de salud global de una persona.
Se ha descrito una relación en forma de U entre el IMC y la mortalidad, no sólo para trastornos específicos, sino también para todo el espectro de causas. No sorprende que esta cifra epidemiológica también se aplique a enfermedades psiquiátricas graves, como el trastorno bipolar.
De hecho, la prevalencia de la obesidad es significativamente mayor (alrededor del 30%) entre los pacientes con trastorno bipolar en comparación con los sujetos de control sanos , y su presencia empeora sustancialmente el curso clínico del trastorno. Sin embargo, se sabe poco sobre la relación longitudinal a largo plazo entre los cambios patológicos en el IMC y el trastorno bipolar.
Este vacío en la literatura se ha llenado con un estudio epidemiológico realizado por Najar et al. , publicado en este número de la Revista.
Utilizando datos del Registro Nacional Sueco de Calidad para el trastorno Bipolar (BipoläR) (para sujetos de caso) y la encuesta nacional de las Encuestas Suecas de Condiciones de Vida (ULF) (para sujetos de control), los autores analizaron las tendencias seculares y la distribución del IMC entre pacientes con trastorno bipolar y la población general durante un período de 12 años. S
e informan varios hallazgos importantes. En primer lugar, el IMC fue significativamente mayor entre los pacientes con trastorno bipolar en comparación con los sujetos de control, y esta brecha fue más evidente a medida que aumentaban los percentiles del IMC.
Este resultado adquiere importancia especialmente en el contexto de la fenomenología clínica del trastorno bipolar, que se caracteriza por una heterogeneidad sustancial. Es concebible que la estratificación de los pacientes con trastorno bipolar según el IMC pueda ser relevante para reducir esta heterogeneidad y facilitar enfoques personalizados para el tratamiento, así como para la investigación clínica y neurobiológica.
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