Enfoques psicofisiológicos para comprender el impacto de la exposición al trauma

Las interrupciones emocionales como el estado de ánimo deprimido, los arrebatos agresivos, la hiperactivación, las pesadillas, la apatía y los pensamientos intrusivos han sido reconocidos durante mucho tiempo como consecuencias de experiencias extremas, que amenazan la vida y horribles.

Se han asignado varias etiquetas a estos síntomas psicofisiológicos a lo largo de la historia. Sin embargo, la definición de estas experiencias como trauma psicológico y sus consecuencias como síntomas del trastorno de estrés postraumático (TEPT) no se acuñó hasta la década de 1970. En parte debido a las dificultades psicológicas experimentadas por los miembros del servicio estadounidense que regresaron de la Guerra de Vietnam, hubo una mayor conciencia pública por las interrupciones a menudo duraderas del funcionamiento individual y social después de la exposición al trauma. Tal conciencia provocó una rápida acumulación de datos que confirmaron la distribución generalizada y el impacto del trauma y los síntomas psicológicos relacionados en todo el mundo, en cada sociedad, cada clase social, todas las edades y géneros.

Este trabajo también detalló grupos de síntomas característicos como consecuencia del trauma psicológico, lo que provocó la formalización del TEPT como un trastorno mental en la clasificación Internacional de Enfermedades (ICD; Organización Mundial de la Salud, 2018), así como en el Manual diagnóstico y estadístico de los Trastornos Mentales (DSM; Asociación Americana de psiquiatría [APA], 2013).

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