Los últimos años del siglo XX y principios del siglo XXI, coincidiendo con la desinstitucionalización y el cambio hacia la gestión de los problemas de salud mental fuera de los hospitales, se han caracterizado por varias tendencias socioeconómicas que son de gran importancia para las estrategias de atención de la salud mental comunitaria.
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Los últimos años del siglo XX y principios del siglo XXI, coincidiendo con la desinstitucionalización y el cambio hacia la gestión de los problemas de salud mental fuera de los hospitales, se han caracterizado por varias tendencias socioeconómicas que son de gran importancia para las estrategias de atención de la salud mental comunitaria.
La urbanización desenfrenada es una de estas tendencias. Todas las predicciones coinciden en que al menos el 60% de la población mundial vivirá en ciudades en el año 2050. La urbanización tiene muchos efectos positivos, pero también afecta a la noción de comunidad. La creciente densidad de población, combinada con la falta de vínculos o relaciones entre vecinos, reduce la tolerancia de éstos hacia comportamientos que antes no se consideraban perturbadores.
Otra tendencia relevante para la psiquiatría comunitaria es la mercantilización, es decir, la tendencia a medir todo en términos financieros de pérdidas y ganancias. La conversión de la atención de salud de una obligación ética de la sociedad a una oportunidad económica ha llevado a un aumento de instituciones de atención de salud y otros servicios de propiedad privada. También está provocando una negligencia en la atención a los pobres y desempleados. Los centros de atención de salud privados atraen a los mejores especialistas al ofrecer salarios altos, lo que deja a los servicios de salud gubernamentales con menos posibilidades de emplear al mejor personal. También dificulta la organización de la atención sanitaria en la comunidad.
El tremendo desarrollo de las redes sociales también está contribuyendo a la obsolescencia del concepto de comunidades geográficamente definidas. Al mismo tiempo, los pobres, los ancianos y otras personas que no utilizan las redes sociales se están separando aún más de quienes sí lo hacen, aunque vivan en la misma localidad o cerca de quienes tienen acceso a las herramientas de la era de Internet. y las habilidades para utilizarlos.
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