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Actitudes de la población hacia diferentes procedimientos no quirúrgicos para obtener semen para su análisis

Fecha Publicación: 31/07/2018
Autor/autores: Jesús Antonio Ramos-Brieva
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RESUMEN

Objetivos. Obtener muestras de semen por masturbación es considerado innecesariamente público y sórdido por los pacientes. ¿Existen otros procedimientos que ellos puedan asumir, mejorando su calidad asistencial? Se pidió a la población que evaluara diferentes procedimientos no quirúrgicos para producir semen.

Material y Métodos. Fue colgado en la red un cuestionario autoaplicado de 21 items, para calificar del 1 al 10 a diferentes formas no quirúrgicas de obtener semen. Su enlace se distribuyó entre diferentes webs. También se envió por e-mail a un listado de personal sanitario de la Comunidad de Madrid. Se analizaron 145 respuestas válidas.

Resultados y Conclusión. Los usuarios de Reproducción Asistida reconocían las dificultades masculinas para proporcionar semen, más que los no usuarios (76% vs 55%; p<0,002). En conjunto, el 83% rechazó enviarlos a los aseos públicos para hacerlo.

El procedimiento mejor valorado fue que el sujeto se masturbara en casa, o que se lo hiciera su compañera (8,00±2,08 vs 8,09±2,36). También aprobaron que ellos se masturbaran en el laboratorio o que se lo hiciese su compañera (6,39±2,36 vs 6,44±2,74). Pero, el 60% de los encuestados (mujeres: 72%; hombres: 42%) no se masturbaría para una prueba médica, con un 15% de indecisos; lo que resta fuerza a esa valoración. El tercer procedimiento aprobado fue que los varones utilizaran un vibrador en el laboratorio, recogiendo el semen con un preservativo especial (5,30±2,79).

Los demás procedimientos fueron suspendidos (p<0,01).

Así, quizás, pudiera mejorarse la calidad asistencial de esos sujetos, reduciendo la sensación de ser observados, utilizando un vibrador como método no quirúrgico alternativo.


Palabras clave: seminograma, obtención de semen, masturbación, infertilidad, actitudes
Tipo de trabajo: Artículo de investigación
Área temática: Psicología general .

HOSPITAL UNIVERSITARIO RAMON Y CAJAL DE MADRID

Psicología.com. 2018 VOL 22

Artículo de investigación

Actitudes de la población hacia diferentes procedimientos
no quirúrgicos para obtener semen para su análisis
Jesús Ramos-Brieva. Médico Adjunto. Servicio de Psiquiatría. Hospital Universitario Ramón y
Cajal de Madrid (en el momento de realizar el trabajo de campo)

Resumen
Objetivos. Obtener muestras de semen por masturbación es considerado innecesariamente
público y sórdido por los pacientes. ¿Existen otros procedimientos que ellos puedan asumir,
mejorando su calidad asistencial? Se pidió a la población que evaluara diferentes
procedimientos no quirúrgicos para producir semen.
Material y Métodos. Fue colgado en la red un cuestionario autoaplicado de 21 items, para
calificar del 1 al 10 a diferentes formas no quirúrgicas de obtener semen. Su enlace se
distribuyó entre diferentes webs. También se envió por e-mail a un listado de personal
sanitario de la Comunidad de Madrid. Se analizaron 145 respuestas válidas.
Resultados y Conclusión. Los usuarios de Reproducción Asistida reconocían las dificultades
masculinas para proporcionar semen, más que los no usuarios (76% vs 55%; p<0,002). En
conjunto, el 83% rechazó enviarlos a los aseos públicos para hacerlo.
El procedimiento mejor valorado fue que el sujeto se masturbara en casa, o que se lo hiciera
su compañera (8,00±2,08 vs 8,09±2,36). También aprobaron que ellos se masturbaran en el
laboratorio o que se lo hiciese su compañera (6,39±2,36 vs 6,44±2,74). Pero, el 60% de los
encuestados (mujeres: 72%; hombres: 42%) no se masturbaría para una prueba médica, con
un 15% de indecisos; lo que resta fuerza a esa valoración. El tercer procedimiento aprobado
fue que los varones utilizaran un vibrador en el laboratorio, recogiendo el semen con un
preservativo especial (5,30±2,79).
Los demás procedimientos fueron suspendidos (p<0,01).

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Psicología.com. 2018 VOL 22

Así, quizás, pudiera mejorarse la calidad asistencial de esos sujetos, reduciendo la sensación
de ser observados, utilizando un vibrador como método no quirúrgico alternativo.

Palabras-clave: seminograma, obtención de semen, masturbación, infertilidad

Abstract
Objetives. Obtain samples of semen by masturbation is considered unnecessarily public and
sordid by patients. Are there other procedures that they can assume, improving their quality
of care? Was asked to population to evaluate different non-surgical procedures to produce
semen.
Material and methods. A self-administered 21 items questionnaire was posted on the network,
to qualify from 1 to 10 different non-surgical ways of obtaining semen. Its link was distributed
among different websites. A list of health personnel of the Community of Madrid was also sent
by e-mail. 145 valid responses were analyzed.
Results and Conclusion. Users of Assisted Reproduction recognized male difficulties to provide
semen, more than non-users (76% vs. 55%; p < 0.002). Overall, 83% refused to send them to
public toilets to make it.
The best procedure was that subjects masturbate at home, or his partner to do him
(8.00±2.08 vs 8.09±2.36). It was also approved that they masturbate in the laboratory or that
their partner did it (6.39±2.36 vs 6.44±2.74). However, 60% of the respondents (women: 72%,
men: 42%) would not masturbate if a medical test were required; with 15% undecided, which
reduces the strength of that assessment. The third approved procedure was that the males use
a vibrator in the laboratory, collecting the semen with a special condom (5.30±2.79).
The other proposed procedures were suspended (p< 0.01).
For all these reasons, perhaps, the quality of care of these subjects could be improved, reducing
the sensation of being observed, using a vibrator as an alternative non-surgical method.

Key-words: spermiogram, semen collection, masturbation, infertility

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INTRODUCCIÓN
Preservar la intimidad de los pacientes y humanizar su asistencia tiene un desarrollo muy débil
en Reproducción Asistida (RA). Lo que sucede porque los sanitarios identifican mal las
amenazas contra la intimidad del sujeto en sus actuaciones. Eso reduce la satisfacción del
paciente y su calidad percibida del Centro.
Una situación especialmente delicada para los hombres en RA es aportar muestras de semen.
Se recomienda hacerlo mediante masturbación en una sala del laboratorio que permita
intimidad. Sin embargo, muchos centros sólo ofrecen para hacerlo sus aseos públicos. Y los
hombres lo pasan mal, calificando la acción como innecesariamente pública y sórdida. Por lo
que perciben que su intimidad no es convenientemente cuidada en RA, sintiéndose, además,
especialmente desatendidos por ella.
Muchos autores señalan la urgencia de modificar un procedimiento que no ha cambiado en
cincuenta años, y permita obtener semen de un modo diferente a la masturbación manual,
sin recurrir a métodos quirúrgicos.
La incomodidad de esos varones procede de tener que masturbarse para aportar muestras de
semen. Ellos prefieren el coito con un condón especial; opción que la sanidad pública no le
ofrece al 92% de ellos. Por ello, resultaría útil conocer qué otros procedimientos de obtención
de muestras seminales valora mejor la población, como primer paso para saber qué
modificaciones introducir en esa acción. Ese es el objetivo de la presente investigación.
El cambio resultará difícil, porque los sanitarios no perciben que haya nada que modificar,
pues minimizan las dificultades masculinas para producir tales muestras. Sin embargo, es hora
de abordar este tema en el actual marco de humanización de la Medicina.

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MATERIAL Y MÉTODO
Se desarrolló un cuestionario autoaplicado de 21 ítems que contenía cuatro cuestiones
sociodemográficas, una para conocer el tipo de relación mantenida por los encuestados con
la RA, seis destinadas a expresar el grado de conocimiento de las dificultades masculinas para
obtener las muestras de semen (Tabla 1), y nueve con otros tantos procedimientos
propuestos para conseguir tales muestras (Tabla 2). Esos métodos eran valorados en una
escala de 1 a 10, como en los trabajos escolares (4, suspenso; 5-6, aprobado; 7-8, notable;
9-10, sobresaliente). Estos nueve ítems, tienen una alta validez de constructo (h2=72%),
evaluada mediante un Análisis Factorial (AF), con una fiabilidad alfa aceptable ( =0,73). Al
final del cuestionario otro ítem preguntaba a los sujetos si ellos se masturbarían para una
prueba médica en las mismas condiciones que estos hombres (Tabla 1). El personal que
atiende a estos hombres, desde la prescripción hasta la recogida y análisis de la muestra, es,
hoy, predominantemente femenino (73%)5.
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El cuestionario se colgó en la red (DRIVE®) para cumplimentarse anónimamente. Su enlace se
envió a diferentes páginas web masculinas, femeninas, relacionadas, o no, con la infertilidad,
así como por correo electrónico a un listado de personal sanitario que el autor disponía de
anteriores investigaciones12. Se recibieron 152 respuestas, de las cuales se rechazaron siete
por estar muy incompletas. En total, quedaron 145 cuestionarios evaluables.
El análisis estadístico de los datos emparejados se realizó mediante la prueba Chi cuadrado o
la "t" de Student, según procediera. Para las comparaciones múltiples de medias se utilizó la
prueba de Student-Newman-Keuls (SNK). Las interrelaciones entre diferentes variables fueron
analizadas utilizando un Análisis Factorial (AF), por el procedimiento de los Componente
Principales más una rotación Varimax. El AF se paró cuando los autovalores superaron el valor
de la unidad. Para la construcción de la base de datos y para los cálculos estadísticos se utilizó
el paquete de programas estadísticos SPSS 23 (IBM© SPSS© Statistics, 2015).
El nivel de significación estadística mínimo exigido ha sido siempre el de p<0,05 para dos colas.
Los protocolos de las investigaciones realizadas por el autor en relación con la obtención de
muestras de semen fueron aprobados por el Comité de Ética de Investigación Clínica del
Hospital Universitario "Ramón y Cajal" de Madrid (Referencias números 290.15 y 135-16).

RESULTADOS
La Tabla 3 resume los datos sociodemográficos y la relación de los encuestados con la RA.
Como refleja la Tabla 1, el 52% de quienes respondieron piensa que la provisión de semen
resulta difícil para los hombres y que si se les proporcionara pornografía se facilitaría el
procedimiento (63%). El sexo de los encuestados influye en sus respuestas. Así, son más
significativamente numerosas (p<0,001) las mujeres que piensan que la provisión de semen
resulta difícil para los hombres (60% vs 39%), con una proporción de "no lo sé" igualmente
más alta (25% vs 19%). Ellas también dudan más que los hombres respecto a que la
pornografía facilite la acción ("no lo sé": 37% vs 14%; p<0,01), y a que el uso del condón
mejore las condiciones de obtención de la muestra ("no lo sé": 25% vs 16%; p<0,04). Los
usuarios de las técnicas de RA, sean hombres o mujeres, consideran que la provisión de semen
es difícil en mayor proporción que los no usuarios (76% vs 45%), con un porcentaje menor de
indecisos (3% vs 29%; p<0,002); explicable, dada su experiencia directa con el procedimiento.

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El 73% está de acuerdo con que las cosas serían más fáciles en el laboratorio si se dispusiera
de una sala privada, desaprobando el 83% que los varones sean encauzados a los baños
públicos del centro. El 92% piensa que si las muestras se obtuvieran en casa, resultaría más
fácil para los hombres. Del mismo modo que el 70% responde que el procedimiento sería más
sencillo si se les suministrase un preservativo específico para eyacular sin otra preocupación.
Hoy, los hombres han de estar pendientes de "apuntar" al interior del bote de recogida, justo
en el momento más complicado del procedimiento, para eyacular todo el semen dentro, y sin
perder nada; cosa que "desconcentra" a al 63% de ellos.
Ser sanitario o no, no produce diferencias significativas en las respuestas a estas cuestiones.
Los procedimientos de obtención de muestras de semen mejor valorados por los encuestados
fueron aquellos que se realizan en la propia casa del sujeto (Tabla 2); bien porque el varón se
masturbe a sí mismo (8,00±2,08), bien porque sea su compañera quien lo haga (8,09±2,36).
No obstante, también alcanzaron valoraciones positivas (5) que el sujeto se masturbe en el
laboratorio (6,39±2,36), que lo haga su pareja por él en el mismo lugar (6,44±2,74), y con una
valoración algo más baja, que el sujeto se estimule con un vibrador y utilice un preservativo
especial para la recogida del semen (5,30±2,79).
"Que una auxiliar de la clínica masturbe al hombre en el laboratorio", puede resultar una
propuesta interesante en el mundo de la fantasía y en la industria pornográfica, pero, en la
práctica, es la opción peor valorada por el 84% de los encuestados (2,36±2,70). Aunque, hay
una proporción de personas, nada desdeñable, que valoran positivamente el uso de
procedimientos que interponen un objeto para provocar la eyaculación: como que el
individuo "copule con una muñeca hiperrealista" (32%), que "una una máquina especialmente
diseñada para ello le masturbe" (42%), "que una auxiliar de la clínica masturbe al hombre en
el laboratorio" (12%), o "que el personal sanitario obtenga espermatozoides del fluido
obtenido por masaje prostático transrectal" (25%).

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Las diferencias son estadísticamente significativas en el sentido que puede apreciarse en la
Tabla 2.

Ser sanitario modifica la valoración de algunos procedimientos. Así, éstos, valoran peor que
los no sanitarios (aunque ambos lo hacen negativamente) que el sujeto sea masturbado por
una auxiliar (1,97±2,21 vs 3,20±3,41; gl: 143; t: 2,598; p<0,01), que le masturbe una máquina
(3,50±2,51 vs 4,63±2,99; gl: 143; t: 2,381 ; p<0,02), o que el sujeto lo haga con un vibrador
(4,89±2,65 vs 6,17±2,92; gl: 143; t: 2,630; p<0,01). Obsérvese en este último caso que la
valoración de los no sanitarios es positiva. Y, por el contrario, los sanitarios valoran mejor que
los no sanitarios que el varón se masturbe en casa (8,33±1,71 vs 7,22±2,56; gl: 143; t: 3,100;
p<0,002). No hay diferencias estadísticamente significativas respecto a los demás
procedimientos.
Aunque ambos lo suspenden, las mujeres le conceden una puntuación más baja que los
hombres a "que una auxiliar de la clínica masturbe al hombre en el laboratorio" (1,41±1,20 vs
3,83±3,59; t: 5,843; gl:143; p<0,000), o a "que copule con una muñeca hiperrealista"
(2,85±2,18 vs 4,58±3,22; gl: 141; t: 3,837; p<0,000). Podría especularse que eso sucede porque
ellas se sientan amenazadas al introducir "terceros" en el procedimiento. Ambos sexos
responden de forma similar en el resto de las propuestas.
Ser usuario o no de la RA, sin embargo, no modifica la opinión que tienen los encuestados
acerca de las diferentes fórmulas propuestas para obtener semen.
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El AF proporciona una información adicional de interés con un 66% de varianza total explicada
(Tabla 4). Por los ítems que más saturan en el Factor I, y su signo, puede colegirse que las
personas más jóvenes valoran mejor que el sujeto se masturbe en casa o en el laboratorio, o
que se lo haga su mujer en ambos lugares. Mientras que los de mayor edad, según los ítems
que más saturan en el Factor II, valoran mejor la interposición de elementos ajenos al varón
para obtener una eyaculación: ser masturbado por una auxiliar, copular con una muñeca
hiperrealista, utilizar un vibrador, o recibir un masaje prostático; sobre todo, los dos últimos.
Son los encuestados masculinos de mayor edad quienes, según los ítems que más saturan en
el Factor III, valoran mejor que los hombres sean masturbados por una auxiliar, que copulen
con una muñeca hiperrealista, o que sean masturbados por una máquina.
Finalmente, a la pregunta, más personal, sobre qué harían "¿En el caso de que usted (sea
hombre o mujer) tuviera que hacerse una prueba médica que le exigiera masturbarse, lo haría
en un laboratorio, relacionándose con personal sanitario del sexo opuesto, que sabría lo que
usted está haciendo en todo momento y a quien debería demostrar al final que lo ha hecho?",
sólo respondió afirmativamente el 25% de los encuestados, negando que lo harían el 60%,
con un 15% de indecisos (Tabla 1). En esta respuesta, existen diferencias estadísticamente
significativas (p<0,000) respecto al sexo: las mujeres respondieron afirmativamente en menor
proporción que los hombres (11,4% vs 47,4%), y negativamente, en mayor proporción que
ellos (71,6% vs 42,1%), con un mayor número de indecisas (17,0% vs 10,5%). Ser usuario o no
de la RA no modifica sustancialmente la respuesta. Aunque las diferencias no son
estadísticamente significativas, ninguno de los sanitarios que indican o analizan las muestras
se masturbaría para una prueba médica realizada en las mismas condiciones que los varones
sometidos a las técnicas de RA. El 80% se negaría (hombres: 67%; mujeres: 86%), con un 20%
de indecisos.

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DISCUSIÓN
Es la primera vez que se hace una investigación de esta naturaleza.
No existe una clara conciencia de las dificultades que tienen los varones a la hora de hacer
provisiones de semen en los laboratorios. Mientras que una mayoría de los usuarios de las
técnicas de RA reconoce su existencia (76%), no sucede lo mismo entre quienes no las han
utilizado, que, o no creen que las tengan (55%), o no saben qué responder (29%). Las
diferencias son estadísticamente significativas (p<0,002). Y hay más mujeres que hombres que
admiten tales dificultades (60% vs 39%) o que ignoran la respuesta (25% vs 19%; p<0,001).
Lamentablemente, la investigación no estaba diseñada para explicar esta diferencia: o las
mujeres sobrestiman tales dificultades, o los hombres las infravaloran, o unos tienen más
razón que otros; el autor no puede dar una respuesta.
Se sabe que una fuerte excitación sexual favorece el proceso y mejora la calidad del semen
obtenido. Por eso, los laboratorios insisten en que los varones alcancen el máximo de

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excitación posible, y muchos, los aprovisionan de material pornográfico. Los encuestados
también entienden que la pornografía puede ser útil para facilitar esta tarea (63%).
Todos están de acuerdo (92%) en que el procedimiento sería menos enojoso al realizarlo en
casa. De hecho, las formas para obtener muestras seminales que alcanzan mejores
calificaciones son aquellas en las que los hombres se masturban a sí mismos, en casa (5:
82%), o se lo hacen sus mujeres (5: 92%). Ambos alcanzan las calificaciones medias
significativamente más altas (Tabla 2). Que lo hagan en casa es mejor valorado a que hombres
o mujeres lo hagan en el laboratorio (6,39±2,36 y 6,44±2,74; (gl: 288; t: 6,133; p<0,000). Sin
embargo, la opción de traer las muestras de casa no siempre es aplicable por diferentes
razones, como la lejanía del centro entre otras; por lo que algunos laboratorios se niegan a
ello.

Lo que rechaza la mayoría (83%), es que se envíe a esos varones a los baños públicos del
hospital o laboratorio para obtener sus muestras. Puestos a hacerlo en los laboratorios, el
73% (con un 11% de indecisos) piensa que las cosas serían más fáciles proporcionando una
sala que permita cierta privacidad (que nunca será completa: el 42% de los sujetos dice que
no puede evitar estar pendiente de que hay gente fuera que sabe lo que están haciendo y
esperan su muestra de semen como demostración).
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En cuanto a los procedimientos para proporcionar tales muestras en el propio laboratorio,
además de la masturbación propia o la ejecutada por la mujer, sólo es "aprobado", con
diferencias estadísticamente significativas respecto a los demás, que se aprovisione a los
varones de un vibrador para el estímulo, más un condón sin espermicida por higiene y para la
recogida del semen (Tabla 2). Las otras maneras de hacerlo son suspendidas, aunque haya
una proporción nada desdeñable de sujetos, entre el 12% y el 42%, que las aprueban.
Masturbarse para proporcionar muestras de semen en el laboratorio es algo que incomoda a
los hombres. No tanto por la acción misma como por tener que hacerlo con el conocimiento
de otros que, por otra parte, son mayoritariamente mujeres. Eso hace pensar que podrían
facilitársele las cosas si, además de proporcionarles una sala privada para ello, se
implementara un procedimiento que utilice un vibrador específico diseñado para hombres. El
uso de elementos interpuestos disminuye la vergüenza que puede suponer la acción manual.
Así se instrumentaliza el proceso y los sujetos podrían sentir que no son ellos quienes actúan,
sino que es el ámbito sanitario el que les extrae mecánicamente la muestra; como se hace
con otros fluidos. Masturbarse con conocimiento de otros no es lo mismo que ser masturbado
(por un vibrador, en este caso) aunque lo sepan los demás.
Que la mujer ayude a eyacular al hombre en el laboratorio también está bien valorado por los
encuestados, así como por los pacientes que aportan semen y sus acompañantes (Tabla 2). Y
ese acompañamiento tiene su interés, pues cuando la mujer ayuda a eyacular, la calidad
seminal obtenida es similar, o mejor, y los hombres se encuentran menos estresados.
Obtener muestras de semen por propia masturbación es un procedimiento menos natural y
aceptado de lo que se piensa. Rechazarían masturbarse para una prueba médica el 67% de los
hombres y el 86% de las mujeres encuestados; y, sobre todo, rehúsan hacerlo, o se muestran
indecisos, la totalidad de los sanitarios relacionados con la indicación o el análisis de los
seminogramas. Más aún, la mitad de los hombres y mujeres usuarios de la RA responden que
no se masturbarían para una prueba semejante. Y no se olvide que los varones usuarios de RA
que responden ya lo han hecho anteriormente. Estos datos ratifican los resultados de una
investigación anterior, en la que se encontró que el 62% del personal sanitario (médicos,
enfermeras, auxiliares, personal de laboratorio...) rechazaba, igualmente, masturbarse para
realizar una prueba clínica; y también se negaba el 60% de los que estaban directamente
relacionados con la indicación o el análisis del semen. Lo mismo que se negaría a hacerlo la
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mitad de las mujeres acompañantes de los varones que acudieron al laboratorio para aportar
sus muestras de semen, pese a ser las principales impulsoras de que ellos se hicieran la
prueba.
El otro procedimiento que más satura en el Factor II del AF, junto al "uso de un vibrador en el
laboratorio", es "que el personal sanitario obtenga espermatozoides del fluido obtenido por
masaje prostático transrectal" (Tabla 4). Y sería otra opción a tener en cuenta, pues cada vez
se utilizan con mayor frecuencia la microinyección intracitoplasmática de espermatozoides
(ICSI, por sus siglas en inglés), que no requiere más que un solo espermatozoide útil para
fecundar. Eso hace un tanto superfluo el estudio de la calidad espermática del varón, que
exige obtener eyaculados completos. Existen evidencias de que un vigoroso masaje prostático
permite obtener un fluido con espermatozoides utilizados con éxito en tratamientos FIV/ICSI.
No sería muy descabellado asumir el masaje prostático como forma de obtener
espermatozoides, con el fin de cuidar mejor la intimidad de los varones y humanizar el trato
que se les da en la RA. No es lo mismo exponerse ante una o dos personas a la hora de realizar
el masaje prostático, que masturbarse en el centro con conocimientos de otros
(frecuentemente mujeres)5. Naturalmente, requiere la presencia de personal cualificado, lo
que siempre será más caro que pedir a un sujeto que la obtenga por sí mismo, cuyo coste está
estimado en cero euros.

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CONCLUSIONES
Parece obvio que se precisa cambiar el modo de proporcionar muestras de semen para
mejorar la calidad asistencial de los hombres sometidos a esa prueba, después de cincuenta
años haciéndolo, invariablemente, del mismo modo. Por las respuestas obtenidas en esta
encuesta, la población aceptaría mejor conseguirlas en casa, por masturbación, e, incluso, en
el laboratorio. Pero, dado que pese a esa buena valoración, el 60% de los encuestados dice
que no se masturbarían para una prueba médica, la opción de la masturbación manual,
propia, pierde fuerza; aunque no tanto la realizada por la mujer. De modo que, si hubiera que
proporcionar muestras en el laboratorio, quizás conviniera, además de facilitar pornografía
para obtener máximos grados de excitación, y proporcionar un cuarto privado adaptado a tal
fin, facilitar que las mujeres ayuden a eyacular a sus parejas masculinas, o proveer a estos
sujetos de un vibrador adaptado a los hombres (con un condón sin espermicidas para recoger
el semen). Les haría sentirse menos indignos y expuestos, y mejor tratados a la hora de
proporcionar sus muestras seminales. Lo que sería más barato a corto, medio y largo plazo
que el masaje prostático.
La eyaculación inducida en hombres sanos mediante el uso de vibradores ya fue descrita por
primera vez en el año 1965. Y, desde entonces, existen numerosas investigaciones clínicas y
sexológicas que utilizan vibradores comerciales tipo "manos libres" con éxito; tan sólo habría
que adaptar su intención a estos objetivos; y su coste sería mínimo. También está bien
establecido que la recogida del semen en preservativos sin espermicidas, tipo silactic®, no
altera la calidad seminal Y hace tiempo que los preservativos son de uso común en las
ecografías transvaginales y transrrectales.
Que el personal directamente implicado en la acogida de estos sujetos, entrega del bote
estéril, y recogida de la muestra, etc, sea masculino, facilitaría igualmente el proceso.
Recuérdese que al menos un 56% de los hombres que entregaron muestras de semen, se
siente avergonzado cuando es una mujer quien les conduce al lugar donde han de
masturbarse. Y casi un tercio de ellos (31%) no puede olvidar, mientras lo hace, que después
habrán de entregar la muestra, precisamente, a una mujer. Son cifras muy altas, en términos
epidemiológicos.
Con estas modificaciones no sólo se humanizaría más un procedimiento que aún mantiene
evocaciones veterinarias, sino que, probablemente, mejoraría la percepción de la calidad
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asistencial recibida; porque centraría más la atención en el paciente y respetaría mejor sus
derechos a la intimidad.
Convendría señalar, no obstante, que sería deseable repetir esta investigación con una
muestra de población más alta, para ratificar o refutar los hallazgos aquí referidos.

CONFLICTO DE INTERESES
El autor declara no tener ningún conflicto de intereses relacionados con el contenido de este
artículo.

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