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Arquitectura para el cuidado: Manicomios y asilos para dementes durante el siglo XIX.

Fecha Publicación: 01/03/2010
Autor/autores: Felisa Vanessa Martín Casañas

RESUMEN

Durante el siglo XIX, la medicina sufrió un importante avance, situación muy relacionada con los fenómenos migratorios, los hacinamientos en las ciudades y las precarias condiciones de vida de la clase trabajadora propios de la Revolución Industrial. Estas condiciones favorecieron la proliferación de enfermedades infecciosas como las venéreas y la tuberculosis (sobre todo pulmonar) y enfermedades relacionadas con la insuficiente ingesta de alimentos como el escorbuto, el raquitismo o la pelagra. Esta situación precipitó a la aparición de la medicina preventiva, de la mano de la medicina social en la que destacó Rudolf Virchow y del sistema de salud pública de Edwin Chadwick, a lo que se unieron importantes desarrollos científicos que ayudaron a la instauración de técnicas de asepsia, anestesia y cirugía.

A todos estos avances acaecidos durante este siglo, debe agregarse el nacimiento y la época dorada de la hidroterapia, la medicina naturalista y la higiene natural. Esta nueva concepción de la medicina, y en particular de la psiquiatría abanderada por Philippe Pinel que establece los inicios de la reforma asistencial, formulará un nuevo lenguaje arquitectónico que se adaptará a los nuevos descubrimientos y necesidades de una ciencia en continua innovación. Así, la preocupación se centrará en procurar las mejores condiciones para que el individuo enfermo logre la rápida curación, centrándose en cuestiones tan básicas como: el aire, la luz, el agua, la higiene, el contacto con la naturaleza, ?, muy distante de los modelos arquitectónicos anteriores que giran en torno a los modelos italianos como el hospital de Santa Maria Nuova de Florencia y el Ospedale Maggiore de Milán.


Palabras clave: Historia
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Psiquiatría general .

RESUMEN:

Durante el siglo XIX, la medicina sufrió un importante avance, situación muy relacionada con los
fenómenos migratorios, los hacinamientos en las ciudades y las precarias condiciones de vida de la
clase trabajadora propios de la Revolución Industrial. Estas condiciones favorecieron la proliferación
de enfermedades infecciosas como las venéreas y la tuberculosis (sobre todo pulmonar) y
enfermedades relacionadas con la insuficiente ingesta de alimentos como el escorbuto, el raquitismo
o la pelagra. Esta situación precipitó a la aparición de la medicina preventiva, de la mano de la
medicina social en la que destacó Rudolf Virchow y del sistema de salud pública de Edwin Chadwick,
a lo que se unieron importantes desarrollos científicos que ayudaron a la instauración de técnicas de
asepsia, anestesia y cirugía. A todos estos avances acaecidos durante este siglo, debe agregarse el
nacimiento y la época dorada de la hidroterapia, la medicina naturalista y la higiene natural. Esta
nueva concepción de la medicina, y en particular de la psiquiatría abanderada por Philippe Pinel que
establece los inicios de la reforma asistencial, formulará un nuevo lenguaje arquitectónico que se
adaptará a los nuevos descubrimientos y necesidades de una ciencia en continua innovación. Así, la
preocupación se centrará en procurar las mejores condiciones para que el individuo enfermo logre la
rápida curación, centrándose en cuestiones tan básicas como: el aire, la luz, el agua, la higiene, el
contacto con la naturaleza,..., muy distante de los modelos arquitectónicos anteriores que giran en
torno a los modelos italianos como el Hospital de Santa Maria Nuova de Florencia y el Ospedale
Maggiore de Milán.

ÍNDICE

I.

Introducción.

II.

Arquitectura para el cuidado: hospitales, manicomios y asilos para dementes durante el
siglo XIX.

III.

Bibliografía.
Anexo fotográfico.

I.

INTRODUCCIÓN.
A finales del siglo XVIII tiene lugar un cambio político de gran importancia: se produce la crisis

del antiguo régimen en el continente europeo. La Sociedad Estamental

(nobleza, clero y tercer

estado) resultaba una forma social atrasada, donde el dominio colectivo y la riqueza pertenecían
solo a la nobleza y al clero, situación incompatible con el capitalismo y los nuevos tiempos que se
avecinaban.
Junto a todo ello, se produjo también la crisis de la monarquía absoluta, forma política más
común en la Edad Moderna, que será sustituida por la política del estado liberal. La crisis del antiguo
régimen, en esa doble vertiente, se materializará con un acontecimiento decisivo: la revolución
burguesa. Entre ellas, la más destacada, la Revolución Francesa ocurrida en 1789. De manera
semejante, durante la segunda mitad del siglo XVIII en América del Norte, se produjo el
levantamiento de los colonos ingleses que aspiraban a la emancipación del "yugo de la metrópolis".
Ese alboroto popular conducirá a la Guerra de la Independencia Americana, que terminará con la
victoria de los americanos sobre Inglaterra, naciendo un nuevo estado.
Tanto en Europa como en América, el resultado de estos avatares sociales que implicaron estas
revoluciones burguesas, fue la creación de un nuevo estado con otra forma de hacer política, el
estado liberal y democrático, muy diferente del modelo de la monarquía absoluta. Este estado se
apoyará en una sociedad abierta en las que dominaban las clases medias y burguesas.
Junto a estos importantes cambios sociales, hacia finales del siglo XVIII, se produce la crisis de
la economía precapitalista de base agraria, propia del antiguo régimen. Esa crisis coincide con la
aparición en Inglaterra de la revolución industrial que se extiende a otros países como Francia,
Alemania y Bélgica durante el siglo XIX, emigrando posteriormente a otros continentes hasta
convertirse en un fenómeno de alcance mundial. Con la revolución industrial y los cambios que se
producen, desaparece el capitalismo comercial de la época moderna y nace el pleno capitalismo,
formas económicas basadas en la industria. Así, dejan de existir las formas precapitalistas de
carácter artesano como fueron los gremios y las manufacturas, apareciendo la fábrica como forma
de producción plenamente capitalista y la figura del obrero asalariado. Con la fábrica terminan las
reglamentaciones productivas, como la revolución de los precios, de la técnica y del producto, y
reglamentaciones profesionales (maestro, oficial y aprendiz), implantándose el principio de libertad
económica y libertad de contratación. Será en la fábrica donde estará presente la libertad técnica,
productiva, de precios y de mercado.
Las fábricas introducirán cambios de carácter cuantitativo, muy relacionados con las grandes
cantidades de materias primas, de mano de obra, de maquinaria, de energía y de capital que
movían; y cualitativos, donde apareció una novedosa fuente de energía, el vapor, a la que se une la
incorporación de la máquina de vapor mejorada por Watt.
La revolución industrial en sí tiene lugar en dos sectores: la industria textil algodonera, que
sustituye a una artesanía lanera tradicional, desarrollándose muy rápidamente en Inglaterra desde
finales del siglo XVIII; y la industria siderúrgica y mecánica, productora de hierro y acero, ambas
materias primas de la industria mecánica.
Otro de las innovaciones que acompañan a la revolución industrial fue la revolución de los
transportes, que consistió básicamente, en la aplicación a los diferentes formas de transporte
existentes, de la energía del vapor, lo que hizo posible la aparición de nuevos medios de transporte
como el ferrocarril construido por Steffenson y el barco a vapor, obra diseñada por Fulton.
Como se ha expuesto con anterioridad, la sociedad que nace con el capitalismo y la
revolución industrial rompe con la vieja sociedad estamental del antiguo régimen estableciendo una
organización en sentido vertical, que da paso a una sociedad de clases, desigual, burguesa, que gira
y da importancia a la riqueza. La nueva sociedad se caracterizará por estar conformada por dos
clases, la burguesía, que presenta una marcada claridad de cuales son sus intereses, y el
proletariado o cuarto estado, que al comenzar a dar sus primeros pasos carecerá de esa conciencia
de clase, situación que irá conquistando poco a poco en un proceso que le llevará hacia una nueva
ideología, la ideología socialista.
La sociedad de ese momento mejoró en conjunto gracias al desarrollo económico y técnico,
elevándose el nivel de vida para unos pocos. Aún así, se plantearon problemas de importante
magnitud, como fue el de la numerosa población procedente del campo que marchó a la ciudad,
encontrándose la urbe con una incapacidad de asumir la importante afluencia de personas en busca
de trabajo. De esta manera, aquellos pobres "emigrantes procedentes del mundo rural", padecieron
unas condiciones de vida y trabajo de inferior calidad que la que tenían en sus lugares de origen.
Cuestiones como la vivienda y el hacinamiento fueron las de mayor relevancia, situaciones que
provocaron la aparición de las primeras grandes epidemias, lo que llevó a una preocupación



relevante por la cuestión de la higiene, que se materializaron en el urbanismo y la arquitectura1. Así
mismo, el régimen de trabajo en las fábricas era muy duro, con jornadas próximas a las 15 horas,
en las que estaban presentes malas condiciones higiénicas y de seguridad para los trabajadores, a lo
que se unía el empleo de mano de obra femenina e infantil con retribuciones económicas inferiores.
Estas diferencias económicas tan marcadas dieron lugar al nacimiento del movimiento obrero, que
fue fundado tempranamente en Inglaterra durante la década de 1820. Su origen se obtuvo de la
agrupación de los obreros de la fábrica para defender sus intereses, con objetivos apolíticos, que se
orientaban a mejorar las condiciones de vida de los obreros: aumento de salario, reducción de la
jornada laboral, mayor seguridad, derecho a la huelga... El método empleado por los sindicatos era
la presión sobre los patronos y principalmente a través de la huelga.

II.

ARQUITECTURA PARA EL CUIDADO: HOSPITALES, MANICOMIOS Y ASILOS PARA
DEMENTES DURANTE EL SIGLO XIX.

Las primeras noticias que tenemos acerca de los hospitales, las encontramos en el Imperio
Romano de Oriente, en Asia Menor y Siria, lugares donde aparece una fuerte resistencia cristiana,
frente al paganismo romano. Ya a mediados del siglo IV, la situación anteriormente comentada,
propició la aparición de centros hospitalarios, como el que funda, a las puertas de Cesarea, en la
Anatolia Oriental, Basilio el Grande2. Al mismo tiempo, aparecieron otras fundaciones hospitalarias
ubicadas en Oriente, los pandokheion (albergues de peregrinos), xenodochium (albergues de
forasteros) o los nosocomium (casa de enfermos).
A finales del siglo IV, surgió en Italia y en la Galia merovingia fundaciones hospitalarias, siendo
las de mayor relevancia los pertenecientes a ésta última. Su proliferación, fue debida, en gran
medida, al contacto mantenido con el Imperio Bizantino. En el siglo VI, en la Península Ibérica, nos
encontramos como el obispo Masona fundó un xenodoquio (580 C.) en la ciudad de Mérida. Es en
este momento, cuando aparecen las primeras referencias a hospitales inclusas y casa de lázaros o
también llamados casas de leprosos.
Siglos más tarde, durante la Edad Media, proliferaron numerosos establecimientos benéficos,
cuya ubicación estaba en el centro de las ciudades, próximas, e incluso anexas, a instituciones
eclesiásticas tales como los monasterios, catedrales y conventos. Dos claros ejemplos muestran la
realidad del momento: el Hôtel Dieu de París, que data del 829, y el plano ideal, de 820, de la
distribución de los diferentes edificios de la abadía de Saint Gall [1].

1

En países europeos, por ejemplo Inglaterra se dieron movimientos semejantes que comenzaron con la epidemiología,
inaugurada por el estudio de John Snow sobre el cólera y el Río Támesis, también a mediados del siglo XIX.
2
-4Fue fundado en el 370 a.C., destinado a los enfermos, siendo sus benefactores los poderosos del lugar.

Desde el siglo XII, tomó relevante importancia este fenómeno asistencial-benéfico por su
condición de depositarios de donaciones y legados, que la caridad cristiana consolidaba siglo tras
siglo. Destacan excepcionalmente, las órdenes militares, de las que la más antigua fue la de San
Juan de Jerusalén u Hospitalarios, presente en el panorama mundial a partir de 1070. Fundaron
hospitales en diferentes puntos de la cristiandad, tales como Acre, Villefranche, Viterbo, Chipre,
Messina y, sobre todo, Jerusalén, su establecimiento "modélico". Posterior a esta orden, fueron la de
los Templarios, fundada en 1118, y la de los Caballeros Teutónicos, fundada en 1190.
Todas estas fundaciones hospitalarias fueron respaldadas por personajes nobles de la sociedad
del momento, así como ciudades o villas, e incluso congregaciones religiosas, movidos por una
mentalidad donde primaba la caridad en Cristo3. Por regla general, estos establecimientos benéficos
disfrutaban de privilegios e inmunidades de la Iglesia, que los eximían de cargas y contribuciones,
además del pago por los derechos de alimentos, bebidas y medicinas.
Durante los siglos XII y XIII, los mejores hospitales los podemos encontrar en Francia, tales
como el de Angers [2] (fundado en 1153), Ourscamp [3] (Oise, fundado a principios del siglo XIII) y
Tonnerre [4] (Yonne, fundado en 1293); el mayor y más famoso, será el Hôtel Dieu de París [5],
compuesto

por

cuatro

grandes

salas

de

dos

naves.

En

el

siglo

XVII,

se

desarrollará

considerablemente, llegando a dar alojo a 1280 pacientes que en ocasiones precisaban compartir
cama con otras personas.
Será, a partir de ahora, una práctica frecuente la separación de los manicomios de los
hospitales de agudos; Burdett, cita como ejemplos al de Gante (Bélgica) o el de Bethlehem
(Londres) durante los siglos XII y XIII. Esta costumbre no llegará a España hasta el siglo XV, donde
ciudades como Valencia, Zaragoza, Sevilla, Valladolid y Toledo, acogerán primeramente esta
práctica.
A partir del siglo XV, nos encontramos con un nuevo tipo de estructura hospitalaria que se
desarrolló en la península Itálica, siendo el primer ejemplo, el Hospital de Santa Maria Nuova de
Florencia fundado en 1286. Ya en 1334 la planta de este establecimiento presenta forma de cruz,
con cuatro salas radiales de diferente tamaño (menores las del este y oeste) en cuyo centro estaba
ubicado el altar. Esta distribución espacial innovadora, fue un siglo más tarde retomada para la
construcción del Pammatone de Génova.
Esta tipología fue trasladada, al que se ha considerado el más importante diseño hospitalario
del Renacimiento: el Ospedale Maggiore de Milán [6-7], encargado por el duque Sforza a Filarete en
1456. Su Treatise, nos lo reproduce y describe de forma detallada: "es un rectángulo de 1000 pies
de fachada, dividido en: centro, con gran patio y en medio la capilla; a izquierda y derecha, está
constituida por cuatro sala dispuestas en forma de cruz, con su altar en el cruce".

3

CLAVIJO HERNÁNDEZ, F.: El Hospital de San Salvador de Sevilla en el siglo XV; III Coloquio de Historia Medieval
-5Andaluza; Jaén; 1982.

Tanto Santa Maria Nuova como el Ospedale Maggiore constituyeron los modelos de inspiración
para el Hospital del Santo Spirito de Sassia [8-9], en la reconstrucción que efectuó el Papa Sixto IV
entre los años 1474 y 1482.
En Inglaterra y España, esta tipología se hace presente a principio del siglo XVI. Los primeros
casos españoles se materializan en los diseños que realizó Enrique de Egas para el Hospital Real de
Santiago de Compostela (1501-1511) [10-11], el Hospital de Santa Cruz de Toledo (1504-1514)
[12-13] y el Hospital Real de Granada (1504). Valencia y Sevilla se unieron a estas nuevas formas
durante este mismo siglo.
El Hôpital Saint Louis, diseñado por Claude Vellefaux y fundado por Enrique IV en 1607, fue
uno de las mejores edificaciones de su momento, en contraposición con el Hôtel-Dieu, cuya
condición de "horrible" no la había perdido desde la Edad Media4. De manera opuesta, digno de
ejemplo fue el Hospital de los Inválidos [14], obra proyectada por Brunt5 en 1670, la cual fue
comparado con el Hospital de Chelsea, diseñado por el arquitecto anglosajón Wren.
Esta rivalidad entre el mundo galo y anglosajón se hace claramente patente, ante el intento de
impulsar como su máximo exponente al Hospital de Greenwich [15-16], que se consideró el
establecimiento inglés modélico, por excelencia, en este momento.
A finales del siglo XVII y principios del XVIII, vemos como el modelo arquitectónico que había
perdurado casi dos siglo, se modificó buscando el aumento de la capacidad del establecimiento.
Antonie Desgodets, en su Edifices antiques de Rome [17] propuso una tipología articulada a partir
de un centro octogonal con cerramiento cupular que favoreciera el intercambio de aire con el
exterior; en torno a este espacio, disponía dieciséis salas radiales.
Leonhard Christoph Sturm, debió conocer este proyecto durante su estancia en Francia, ya que
en 1720 formuló su hospital ideal, en el que, como en el Ospedale Maggiore, el edificio se articula a
partir de un rectángulo en el que está inserta en el centro la iglesia de planta octogonal, de la que
nacen ocho salas radiales con capacidad para 1525 enfermos6.
Ya de lleno en el siglo XVIII, la arquitectura hospitalaria presentó un auge considerable,
colocándose Gran Bretaña a la cabeza, con innovaciones tales como la especialización por patologías
de los pacientes ingresados en los establecimientos. Ejemplos de tal hecho los encontramos en el
Hospital de Bethelem (Bedlam) [18] y Saint Luke, destinados a la asistencia a dementes; el Hospital
Queen Charlotte, para maternidad; o Foundling que se trataba de una inclusa.
En

Norteamérica,

los

edificios

hospitalarios

tuvieron

impresa

la

huella

anglosajona,

remarcándose, como en Gran Bretaña, a principios del siglo XIX, un considerable gusto neoclásico
en el que las largas fachadas con pórticos y cúpulas son principalmente su característica más
destacada.
4

Pese a que había sido remodelado también por Claude Vellefaux.
Su capilla, la de Saint Louis-des-Invalides, fue diseñada por Hardouin-Mansart.
6
Esta planta en forma de cruz estará presente hasta el siglo XIX, donde será de primera elección en los diseños propuestos para
-6asilos.
5

Las dimensiones de los establecimientos hospitalarios adquieren un tamaño considerable ante
el aumento de la demanda de la población, así como un importantísimo crecimiento de ésta. El
Hôtel-Dieu de Lyon [19], diseño de J.-G. Soufflot en 1741, fue un claro ejemplo de esta situación
ante la magnitud de la obra, no viendo su conclusión hasta 1842.
La preocupación por las condiciones higiénicas de los recintos hospitalarios fue marcada a
ambos lados del Océano Atlántico. El doctor Rothman, en su examen de los hospitales en
norteamericanos, y Chamousset, con su análisis del Hôtel Dieu de París, manifestaron su inquietud
ante este tema, al que no se le prestaba la atención necesaria por no considerarlo importante.
Junto a ellos, Jean-Baptiste Le Roy propuso la construcción de pabellones que se articulaban a
partir de un patio central, con la intención de favorecer la ventilación de los recintos. Esta idea se
materializó en 1756 cuando se dio comienzo al proyecto Rowehead para el Hospital Naval de
Stonehouse [20] en Plymouth7.
A comienzos del siglo XIX, en 1801, Durand en su Recuil et Parallèle comparó gráficamente,
tanto el Ospedale Maggiore de Milán como el Pammatone de Génova8, con ejemplos galos (Saint
Louis y Los Incurables, ambos de París) y anglosajones (Stonehouse), además del diseño que realizó
Poyet para su segundo informe. Los dos últimos, articulados con pabellones, son los que consideró
más adecuado, incorporándolos en su obra titulada, Précis des leçons [21]. En ella, propuso siete
pabellones ubicados a ambos lados de un patio central rectangular que moría en un "bosque de
columnas"9.
La funcionalidad, atendiendo a la distribución espacial de los establecimientos arquitectónicos,
primó de manera considerable en Gran Bretaña, aunque se construyeron ejemplos que mostraban
concomitancia con modelos anteriores a los acometidos en este momento, muy en la órbita del
medievo10.
En el panorama europeo, esta propuesta se materializó en ejemplos como el Hospital Saint
André (1825-1829) de Burdeos de 650 camas, obra de Bourguet; el diseño de Partois para el
Hospital de Beaujon en París (1837-1846) y para el de Saint Jean en Bruselas (1838-1849); o
Gauthier, que proyectó para la condesa Laribisière un hospital de 905 camas cuyo plano atendía
plenamente a la distribución en pabellones [22-23].
Estos nuevos planteamientos, unidos a la preocupación por la higiene y salubridad de los
establecimientos hospitalarios, llevan a tratar la figura de una mujer que en su época marcó un
antes y un después en todas las actividades destinadas al cuidado. Guiada por las ideas de progreso
de los pensadores victorianos, centró sus esfuerzos en reformar el sistema de cuidados

que se

prestaban en la salud militar y la elaboración de un programa de formación de enfermeras sólido

7

Esta solución arquitectónica está presente en las obras de Howard, Lazaretos (1789) y la de Durand, Recueil, donde
Stonehouse es reproducida y tomada como ejemplo.
8
Ambos con una distribución en forma de cruz.
9
Esta solución recuerda a las propuestas por Boulleè a modo de ornato.
10
-7Stonehouse y el proyecto de Stonehouse-Le Roy-Tenon se utilizó en casos excepcionales.

cimentado por normas profesionales. Para tal empresa se ayudó de la observación y el uso de la
estadística social11.
Florence Nightingale nace en Florencia en 1820, ciudad en la que su padre, un caballero de
buena posición, y el resto la familia, se encontraban durante un viaje efectuado al continente [24].
Recibió una esmerada educación, dominando, con tan solo 17 años, varios idiomas antiguos y
modernos, además de diferentes disciplinas propias de una señorita de la alta sociedad victoriana.
Tras cumplir los veinte años, mostró un marcado interés por el cuidado de los enfermos y las
condiciones físicas de los hospitales, situación que le llevó a visitar varios establecimientos con la
intención de conocer sus condiciones y organización.
En 1847, marchó a Alemania durante varios meses, tras haber visitado con anterioridad Egipto
y Grecia, lugares donde se familiarizó con la práctica del cuidado de los enfermos realizada por las
órdenes religiosas. En el mundo germano, se formó con las Diaconisas de Kaiserswerth12, para
posteriormente viajar a París, ciudad donde recibió estudios de las Hermanas de la Caridad en la
Maison de la Providence.
En 1853, asumió la superintendencia del Establishment for Gentlewomen During Illness de
Londres. Su administración y gestión fue modélica, procurando incluso crear una escuela para la
formación de enfermeras. Nunca se llevó a cabo tal empresa, lo que decepcionó considerablemente
a Florence.
Un año más tarde, en 1854, Florence se desplaza a Crimea para la dirección y coordinación de
un hospital turco13. El inicio de esta Guerra llevó a que el Secretario de Guerra, Sir Sydney Herbert,
solicitara su auxilio, junto a treinta y siete enfermeras más14.
Florence Nightingale fue nombrada superintendente del Female Nursing Establishment of the
English General Hospitals de Turquía. Este hospital militar [25], de planta cuadrada, con capacidad
para albergar a 1700 pacientes, alojaba en realidad, un total de casi 4000 enfermos. Los cuidados
prestados a los soldados ingresados en el establecimiento eran considerablemente precarios,
llegándolos a calificar de "vergonzosos"15.
Ante esta precaria situación, William Howard Russell, corresponsal de guerra del periódico The
Times remitió varias crónicas que denunciaban la realidad sanitaria de este conflicto bélico16.
Florence Nightingale tomó medidas con respecto a la higiene y de organización17 que consiguieron
disminuir la mortalidad de manera sorprendente, de un 42 a un 2.2 %.
En 1856 regresó a casa, débil, tras haber estado gravemente enferma de la "fiebre de Crimea",
situación que casi la llevó al borde de la muerte. A partir de este momento, su interés se centró en
11

COHEN L.B.: Florence Nightingale; Scientific American; s.l.; 1984; p.128.
Las Diaconisas de Kaiserswerth se fundan hacia 1833 a iniciativa de Teodor Fliedner (1800-1864).
13
WOODHAM-SMITH, C.: Florence Nightingale; Ediciones McGraw-Hill Book Co.; Nueva York; 1951; pp. 87-89.
14
DONAHUE, M. PATRICIA: Historia de la Enfermería; E Doyma; Barcelona; 1988; pp. 242-243.
15
Ibídem; pp. 242-243.
16
WOODHAM-SMITH, C (1951).: opus cit; p. 85.
17
DONAHUE, M. PATRICIA (1988): opus cit; p. 244.
12




la mejora de las condiciones de los hospitales ingleses, fijando su vista en el Hospital Militar de
Netley, en Hampshire [26], establecimiento comenzado en 1856, para el que propuso el proyecto
diseñado para Lariboisière [22-23].
Este mismo año, un médico de Edimburgo llamado John Roberton, manifestó públicamente su
apoyo a los establecimientos hospitalarios articulados a partir de pabellones18, situación que interesó
considerablemente a Florence.
Lord Panmure remitió el proyecto de Netley a Florence Nightingale para que se pronunciara;
ella apeló a Palmerston con argumentos que lo convencieron, aunque el edificio continuó
construyéndose, sin modificación alguna, hasta su conclusión en 186319.
En los siguientes años, realizó numerosas publicaciones con las que procuró dar una visión
antagónica, a la que se tenía en ese momento, sobre las condiciones higiénicas de los hospitales y
su destacada importancia para la rápida y correcta reposición de los enfermos que en ellos se
alojaban. Entre ellas destacaron obras tales como: Notas sobre las cuestiones relativas a la salud,
eficacia y administración hospitalaria del ejercito británico (1858); Notas de Hospitales (1859);
Observaciones sobre la situación sanitaria del ejército en la India (1863); ¿Vida o muerte en la
India? (1873); Notas de enfermería para las clases trabajadoras20 (1861); y su obra más universal,
Notas sobre enfermería: qué es y qué no es (1859), donde plasmó su filosofía entorno a los
cuidados, conductas y las condiciones higiénicas que deben estar presentes en un hospital21. A todo
este arduo trabajo, se le unió la elaboración de una nomenclatura estandarizada para las
enfermedades y el diseño de un Formato Estadístico del Hospital Modelo22.
La arquitectura hospitalaria articulada a partir de pabellones fue argumentada y defendida por
diferentes autores, entre ellos Kuhn en su Handbuch der Architektur (1897) o Guadet en Elèments
et thèoriesde l'architecture (1902). Esta propuesta arquitectónica se convirtió en un "signo de
autoridad progresista". Los ejemplos son múltiples, entre ellos, el ya nombrado de Lariboisière y el
nuevo Hôtel-Dieu de París, reformado tras su incendio de 1772.
Numerosas veces fue consultada Miss Nightingale para la planificación de nuevos hospitales en
Inglaterra, Australia, Canadá y los Estados Unidos de Norteamérica, destacando, en este último
país, la crítica que efectuó a los planos del Johns Hopkins Hospital de Baltimore, obra de Niernsee
que se concluyó en 1879, tres años después de su comienzo.
Otro importante avance acaecido durante el siglo XIX fue la especialización de los
establecimientos hospitalarios para mejorar los cuidados prestados a los pacientes, atendiendo a un
solo tipo de dolencia. De esta manera se crearon los hospitales-inclusas, asilos para dementes,

18

Pone como ejemplos los hospitales de: Saint André en Burdeos, Saint Jean en Bruselas y Beaujon y Lariboisière en París.
PEVSNER, NIKOLAUS: Historia tipológica arquitectónica; Editorial Gustavo Gili; Barcelona; 1979; p.185.
20
HERNANDEZ CONESA, JUANA: Historia de la Enfermería: un análisis histórico de los cuidados de enfermería;
Interamericana McGraw-Hill; Madrid; 1995; pp.122-123.
21
Ibídem; pp. 134-140.
22
-9Aprobado por el Congreso Internacional de Estadística celebrado en Londres en 1860.
19



hospitales para pernoctar,... Tempranamente, durante el primer tercio de este siglo, encontramos los
primeros ejemplos en Londres y París.
En España, el Real Decreto de 1885 refleja la concepción que la sociedad de la época tenía del
enfermo mental como una especie de ser extraño y temible, poseído o endemoniado, de cuya
presencia hay que proteger al cuerpo social por medio de la reclusión. El ingreso en el recinto
hospitalario, el manicomio, constituye en aquel tiempo la atribución por parte de la sociedad de la
condición de loco a un individuo, situación que conllevó a establecer importantes trabas legales para
evitar ingresos improcedentes, aunque una vez producido éste, las expectativas de salida de los
manicomios eran casi nulas. La Ley de Beneficencia de 1849 recogía la obligación del Estado de
proporcionar atención sanitaria a sus ciudadanos, si bien las Diputaciones fueron asumiendo esta
responsabilidad en el campo de la salud mental iniciando la construcción de manicomios, hasta que
un decreto de 19 de abril de 1887 estableció que la obligación de atender a los dementes era
imputable a la Diputación de cada provincia.
Aunque la legislación vigente acotaba estas cuestiones, la inexistencia de recursos asistenciales
fue la tónica

presente durante el siglo XIX,

no recibiendo los alienados atención sanitaria y

encontrándose desatendidos por las calles o encerrados en sombríos calabozos en los que
transcurrían sus días. Los manicomios de la época eran verdaderos pudrideros de locos en los que el
ambiente reinante, lejos de favorecer la buena evolución de los pacientes, contribuía a su
descompensación y a su desorganización.

Ante la ausencia de hospitales psiquiátricos en el País Vasco, los enfermos eran ingresados
fundamentalmente en los Manicomios de Valladolid y Zaragoza, lo que implicaba un importante
desplazamiento y en muchos casos, una definitiva desconexión de la comunidad originaria.
El siglo XX vendrá marcado, considerablemente, por una sucesión de formas estéticas que se
remarcan en esta tipología. Además de los pabellones, aparecen las colonias que procuraron ubicar
los recintos sanitarios en zonas rurales, situación que marcó una diferencia con respecto al siglo
XIX. El primer ejemplo de esta innovación arquitectónica se acometió en la ciudad de Nancy, en el
Hospital de Maréville.
En los años sucesivos a la década de 1870, el concepto de los hospitales en pabellones se fue
desechando poco a poco, para dar paso a formas arquitectónicas que se elevaban, creciendo en
altura.

Estas nuevas soluciones se debieron principalmente a las novedades que aparecieron en

este momento, con respecto a materiales y técnicas constructivas, a lo que se unió nuevos
descubrimientos en el campo de la medicina que efectuaron los doctores Luis Pasteur y Joseph

Lister23. Estos nuevos hallazgos, derogaban el anterior concepto de mediados del XIX en el que el
aire enrarecido era el principal enemigo de los pacientes enfermos hospitalizados.
En 1907, Ochsner y Sturm24 defienden el "compactar edificios de pisos" como solución a las
necesidades de la arquitectura hospitalaria. Esta compactación buscaba disminuir la movilidad del
paciente y miimizando su contacto con el exterior. Los primeros ejemplos están presentes en
Estados Unidos de Norteamérica, como el que diseñó James Gamble Rogers para el Columbia
Presbyterian Medical Center de Nueva York, con una capacidad total de 1499 camas.

BIBLIOGRAFÍA.

ARRECHEA MIGUEL, J.: Arquitectura y Romanticismo. El pensamiento arquitectónico en la
España del siglo XIX; Secretariado de publicaciones de la Universidad de Valladolid;
Valladolid; 1989.
CASTIGLIONI, ARTURO: Historia de la medicina; Editorial Salvat; Barcelona; 1941.
COHEN L.B.: Florence Nightingale; Scientific American; s.l.; 1984.
DIEPGEN, PAUL: Historia de la medicina; Editorial Labor; Barcelona; 1925.
DONAHUE, M. PATRICIA: Historia de la Enfermería; Ediciones Doyma; Barcelona; 1988.
GARCÍA MELERO, JOSE ENRIQUE: Arte español de la Ilustración y del siglo XIX: en torno a la
imagen del pasado; Encuentro L.; Madrid; 1998.

23

El Dr. Luis Pasteur descubrió que las bacterias eran los agentes causantes de la enfermedad; el Dr. Joseph Lister formuló la
importancia del tratamiento antiséptico de las heridas para evitar infecciones.
24
-11PEVSNER, NIKOLAUS (1979): opus cit; p.186.

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