Psiquiatria.com. 2018 VOL 22
Artículo de revisión
Suicidio y trastornos de la personalidad en contexto de
encierro
Guillermo Nicolás Jemar
Médico Especialista en Neuropsiquiatría y Neurología Cognitiva UBA
guillermojemar@hotmail.com gnjemar@satp.com.ar
Mariana Edith Salech
Lic. En psicología vicepresidente de la Sociedad Argentina de Trastornos de la Personalidad
y Psicopatías
marianasalech@gmail.com marianasalech@satp.com.ar
Resumen
En este artículo buscamos especificar las características del suicidio e intento de suicidio
desde la población general hasta llegar concretamente a la población penitenciaria, a partir
del conocimiento de las diferentes variables que han estado presentes en la comisión del
hecho, para que las entidades competentes tengan una aproximación al suicidio carcelariopenitenciario y puedan implementar programas que promuevan intervenciones efectivas
(detección, prevención y/o tratamiento de casos), dado que está demostrado que el suicidio
se puede prevenir en la medida en que se determinen las variables que lo predisponen o lo
facilitan.
El medio carcelario supone un ambiente potencialmente estresante pudiendo poner de
manifiesto una mayor vulnerabilidad de los pacientes con trastornos de personalidad a las
conductas suicidas, mayor a la característica de estos pacientes en entorno no carcelario. La
interacción con otras personas privadas de libertad y con el sistema penitenciario puede
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poner de relieve una diátesis suicida en este tipo de pacientes, la identificación de los mismos
puede arrojar un saldo favorable con una intervención precoz más eficaz.
¨...Sobre un arco, tallados en piedra, los versos de Santa Teresa: Ven, Muerte, tan escondida
que no te sienta venir, porque el placer de morir no me vuelva a dar la vida.¨
Alejandro Casona
Palabras clave: Suicidio, Trastornos de la personalidad, Cárcel.
Abstract
In this article we seek to specify the characteristics of suicide and attempted suicide from the
general population to specifically reach the prison population, from the knowledge of the
different variables that have been present in the commission of the event, so that the
competent entities have a Approach to prison-penitentiary suicide and can implement
programs that promote effective interventions (detection, prevention and / or treatment of
cases), given that it is demonstrated that suicide can be prevented insofar as the variables
that predispose or prevent it are determined. facilitate.
The prison environment is a potentially stressful environment and may reveal greater
vulnerability of patients with personality disorders to suicidal behavior, greater than the
characteristic of these patients in a non-prison environment. The interaction with other
persons deprived of liberty and with the penitentiary system can highlight a suicidal diathesis
in this type of patients, the identification of them can yield a favorable balance with a more
effective precocious intervention.
Key words: Suicide, personality disorders, jails
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INTRODUCCIÓN
La palabra Suicidio proviene de las expresiones latinas "sui" y "occidere", que lo definen como
el hecho de matarse a sí mismo.
Stegel, plantea que en los suicidios no solamente hay componentes de autodestrucción, sino
que también hay componentes interpersonales de búsqueda de comunicación con los demás,
al igual que sucede en las tentativas suicidas.
Binswanger, Merrill, Krueger, White, Booth & Elmore (2010) plantearon que los trastornos en
salud mental más frecuentes en la población penitenciaria suicida son el abuso de sustancias
(sobre todo en la población masculina), los trastornos afectivos y la esquizofrenia.
Por otro lado, Franke, Neef, Weiffenbach, Gänsicke, Hautzinger, & Maier (2003) exponen que
los trastornos adictivos, en general, son indicadores de vulnerabilidad, y están asociados a
otros trastornos y problemas psicológicos. También, en el medio penitenciario, la conducta
suicida se ha relacionado con los trastornos de la personalidad, principalmente en los del
grupo B, descritos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSMV), ya que según lo referido por Negredo, Melis & Herrero (2010), el componente compulsivo,
de manera específica en el trastorno límite de la personalidad y en el trastorno antisocial de
la personalidad, puede llegar a ser una aproximación a la comprensión y explicación de la
conducta suicida.
En el trastorno límite de la personalidad se hallan algunos criterios que están directamente
relacionados con la conducta autolesiva, por lo que tienen un uso predictivo y explicativo
limitado en este ámbito, tal como lo mencionan Oliffe, Ogrodniczuk, Bottorff, Johnson &
Hoyak (2010).
Es necesario mencionar los principales componentes y causas del fenómeno suicida,
comenzando por el espectro completo del comportamiento suicida, que según Pérez (1999)
y Mejía, Sanhueza & González (2011), se encuentra conformado por criterios operativos, en
los que intervienen sucesivamente tres etapas (que en su conjunto se conocen como el
proceso suicida): en primer lugar está el suicidio, entendido como la muerte autoinfligida, con
evidencia implícita o explícita de que la persona quería morir; en segundo término se halla el
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intento o acto fallido de suicidio, definido como la acción del individuo ejecutada, que no llega
a consumarse por impericia o falla del método, y por último, la ideación suicida, entendida
como aquellos pensamientos universales que tiene un sujeto sobre la interrupción de la
propia vida en situaciones de estrés intolerable, ataques de pánico, agresividad, trastornos
de humor y ansiedad.
Nizama (2011) plantea que: Las personas que intentan suicidarse, con frecuencia están
tratando de alejarse de una situación de la vida que les parece imposible de manejar, como
sentimientos o pensamientos negativos, sentimientos de vergüenza o culpa, sentirse como
una carga para sus seres queridos, concebirse como víctimas y poseer sentimientos de
rechazo, pérdida o soledad. Por consiguiente, el mismo autor refiere que las conductas
suicidas pueden desencadenarse por una situación o hecho que las personas perciben como
agobiante, tales como el envejecimiento, puesto que los ancianos presentan la tasa más alta
de suicidio, la muerte de un ser querido, las adicciones, sustancias lícitas e ilícitas y ludopatía,
crisis emocionales, enfermedades físicas graves, desempleo o pérdida del mismo y problemas
financieros.
Lo anterior no es más que la falla del proceso de adaptación del sujeto en el ámbito en el que
se encuentra. Especialmente se presenta un declive de aquellos mecanismos que constituyen
un conjunto de representaciones, ideas, acciones y sentimientos que le permiten actuar en la
realidad. Estos se desencadenan ante situaciones frustrantes; el estar privado de la libertad,
en celdas de aislamiento, genera una tensión psicológica, en la cual se desatan conflictos que
afectan las relaciones interpersonales e intrapersonales del individuo (Nizama, 2011;
Negredo, Melis & Herrero, 2010).
En este orden de ideas, develado el panorama que alberga el suicidio y sus componentes, es
comprensible que este fenómeno haya merecido la atención de diferentes instituciones,
entre las cuales se encuentran las prisiones, más aún cuando se ha calculado que por cada
suicidio en la calle se producen 17 dentro de ellas (Centro de Documentación contra la
Tortura, 2005). Al respecto, autores como Snow, Paton, Oram & Teers (2002), citados en
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Negredo, Melis & Herrero (2010), informan que las personas privadas de libertad exhiben un
mayor riesgo de suicidio que la población general; McKee (1998), citado en Negredo, Melis &
Herrero (2010), afirma que las personas privadas de libertad tienen unas tasas de suicidio
entre once y catorce veces mayores que la población general.
Esto guarda relación con lo descrito por la Organización Mundial de la Salud en el año 2000,
cuando aseveró que el suicidio es una causa única de muerte, y la más frecuente en las
instituciones penitenciarias. Desde la OMS (2000), este panorama estadístico podría
encontrar respuesta en las particularidades que hacen al contexto penitenciario y carcelario
vulnerable a este tipo de comportamientos: (a) el factor social, que en este caso concreto es
un exceso de individualización sumado a una desintegración del grupo social, representado
como obstáculo o barrera insalvable, ya que se convive con hombres jóvenes, que tienen
algún trastorno mental, con problemas de drogas, es decir, personas que han estado entre
los grupos de mayor riesgo de suicidio, y (b) el impacto psicológico de la vida intramuro, que
puede llegar a exceder las habilidades de afrontamiento de los sujetos más vulnerables, en
términos de esperanza y de superación.
De manera consistente, el encarcelamiento puede representar una pérdida de libertad, de
apoyo social y familiar, miedo a la violencia física o sexual, incertidumbre respecto al futuro,
culpabilidad por el delito cometido, estrés derivado de las restrictivas condiciones
ambientales y, finalmente, un deterioro físico y emocional (OMS, 2000; Douglas, Herbozo,
Poythress, Belfrage & Edens, 2008).
La OMS (2007) resume de este modo los factores de riesgo más significativos de la conducta
suicida en esta población: (a) factores personales, donde intervienen aquellas variables que
hacen a los sujetos vulnerables a este comportamiento, e. g., el abuso de drogas o tener algún
trastorno mental; (b) factores externos, relacionados con la tensión psicológica que genera el
medio penitenciario, el síndrome de abstinencia, la falta de apoyo familiar y de la relación de
pareja, y (c) factores situacionales, que los constituye en el periodo de seguridad y el
cumplimiento íntegro y efectivo de las condenas.
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En contraste, la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP, 2007) habla
también de los diferentes factores protectores que reducen el suicidio, entre los cuales señala
el apoyo de la familia, amigos y otras personas importantes, las creencias religiosas culturales
y étnicas, la participación sana y activa en la nueva comunidad, llevar una vida social
satisfactoria a través de la integración social, el uso constructivo del tiempo libre, habilidades
efectivas para resolver problemas y tener un propósito general de vida.
Konrad et ál. (2007), ha mencionado los métodos de suicidio e intento de suicidio utilizados
por los pacientes, entre los cuales se destacan el ahorcamiento, cuando se encuentran en
celdas individuales y en momentos de baja vigilancia, como lo sugiere Magaletta, Patry,
Wheat & Bates (2008).
Existen diferencias entre pacientes procesados y condenados, frente a las conductas suicidas
(Konrad et ál.,2007) En primer lugar están los pacientes condenados, que por lo general su
comportamiento suicida está relacionado con conflictos emocionales (peleas o rupturas
sentimentales). Por el contrario, los factores de riesgo de suicidio referentes a los pacientes
procesados dan a conocer que son adultos jóvenes, que cometen suicido en los momentos
iniciales del encarcelamiento, específicamente los tres días cercanos a la audiencia o el juicio
donde se anuncia el tiempo de condena. Aunados se hallan factores que pueden aumentar el
riesgo de suicidio, entre los cuales se destacan: el momento de comunicación de la sentencia
condenatoria, la espera de decisiones judiciales, el consumo de drogas, el no estar vinculado
a una actividad productiva que le permita hacer buen uso del tiempo libre, además de la
separación de los seres queridos, la muerte o enfermedad de un familiar, trastornos
psiquiátricos y el mismo ingreso a la prisión (Fazel, Cartwright, Norman-Nott & Hawton,
2008). Cabe destacar que por las características presentes en dicho contexto, los pacientes
pueden llegar a usar el comportamiento suicida solo para obtener algún control sobre el
ambiente.(Bobes, Giner & Saiz, 2011).
De forma específica, existe consistencia en relación con el género, dado que la mayoría de los
casos son ejecutados por hombres, sin dejar de lado que las mujeres también presentan alto
riesgo (Malaver, 2010), y lo expuesto por Negredo, Melis & Herrero (2010) acerca de que
entre los factores de riesgo de intento o ideación suicida se encontró el ser de género
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femenino, pudiéndose aumentar el riesgo (Malaver, 2010) cuando las mujeres están en
calidad de procesadas, comparándolas con las que se encuentran en libertad. Consistente con
esta tendencia, Frottier, Koenig, Seyringer, Matschnig & Fruehwald (2009) señalan que una
constante relevante con respecto a los suicidios consumados, a nivel mundial, en
Latinoamérica y, finalmente, en la población carcelaria y penitenciaria, tiene que ver con tasas
más elevadas en hombres que en mujeres. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que respecto
a suicidios e intentos de suicidio, existe un predominio del género femenino (Beautrais, 2006;
Nordentoft & Branner, 2008).
CONDUCTA SUICIDA EN TRASTORNOS DE PERSONALIDAD
Algunas personas parecen especialmente vulnerables al suicidio cuando se ven enfrentados
a sucesos ambientales o acontecimientos vitales difíciles o cuando están expuestos a una
combinación de distintos estresores. Así, los trastornos de personalidad representan un
amplio campo de interacción entre el entorno y los factores biológicos que sitúan al individuo
en un nivel de mayor riesgo de realizar conductas suicidas. La manera en que estos factores
interaccionan para que se produzca el suicidio o la conducta suicida en el sentido amplio es
verdaderamente compleja y muchas veces no bien comprendida. No obstante, la población
afectada de trastornos de personalidad debe estimarse dado que se trata de individuos con
un alto índice de conductas suicidas, mayor que el de la media, sobre todo si concurre en
personas bajo custodia y especialmente en el medio carcelario. De esta forma, repetidas
veces los sociólogos, psiquiatras y psicoanalistas han comentado que el suicidio es un
fenómeno complejo en el que intervienen factores físicos, sociales y psicológicos. Es la
interacción de los factores ambientales con la personalidad del individuo la que determina el
resultado final.
Desde hace más de un siglo se intenta descubrir los rasgos o tipos de personalidad que
subyacen al fenómeno del suicidio y de las tentativas. Se ha propuesto la existencia de un
sustrato biológico de la agresividad impulsiva relacionado con el sistema serotoninérgico
central. La rigidez hace que estos pacientes sean incapaces de considerar vías alternativas a
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su problemática y lleven a cabo una sobrevaloración de la misma no estimándola en su
verdadero contexto y apreciándola como insostenible e insuperable. Garrison considerando
en su estudio el incremento progresivo de la conducta suicida en muestras infanto-juveniles
destaca entre los correlatos de conductas suicidas más comúnmente identificados los
síntomas depresivos, la desorganización familiar y los problemas derivados de la misma, el
estrés vital y la escasez de habilidades de resolución de problemas.
En el medio carcelario son frecuentes los trastornos de personalidad, en una revisión reciente
Matschnig y col. concluyeron que los índices de suicidios han aumentado en las últimas
décadas, hallándose un alto porcentaje de trastornos de personalidad. Estos resultados están
apoyados por una serie de estudios que mencionan un alto porcentaje de muerte violenta en
hospitales psiquiátricos de máxima seguridad siendo el suicidio la causa principal.
Un problema frecuentemente asociado a los trastornos de personalidad en el medio
carcelario se refiere a la patología toxicológica. Se ha hallado que los trastornos de
personalidad están presentes en el 56% de las víctimas de suicidio según el estudio de 2001
de He y col., existiendo una comorbilidad con el abuso de alcohol y otras drogas como rasgo
más común, incluso como observan Bird y Hutchinson en su estudio de reclusos recién
puestos en libertad se detectan suicidios en relación con el consumo de drogas, siendo más
frecuentes en las dos semanas siguientes a la puesta en libertad tras el encarcelamiento, al
igual que sucede según Snow y col. con el alto riesgo de suicidio justo al producirse el
encarcelamiento, especialmente en los días que siguen a la entrada en prisión.
Franke y col. reportaron en 2003 que el alcoholismo de internos penados no dependientes a
opiáceos se asociaba con episodios depresivos, trastornos de ansiedad así como con
dependencia a la cocaína. Jenkins y col. informaron en 2005 de aspectos psiquiátricos y
sociales de las conductas suicidas en la cárcel y concluyen que la ideación suicida y las
tentativas de suicidio eran más frecuentes en el medio carcelario que en la población general
y se asociaban con altos índices de trastornos de personalidad. Las acciones suicidas
manipulativas (parasuicidios) y los intentos de suicidios más genuinos son una cuestión más
bien relativa debido al peculiar conocimiento de la muerte de este grupo etario y a la
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inadecuada valoración del valor de la vida, «de sus vidas». De este modo es conveniente
considerar que todas las acciones suicidas infanto-juveniles son reales porque su peligro para
la vida y la salud es igualmente grave.
La conducta suicida para muchos autores sería el resultado de la mutua interacción dinámica
entre diversos aspectos de la personalidad del paciente, su estado afectivo y las circunstancias
socio-familiares. Casey informó de que el 65% de los pacientes con tentativas de suicidio
tenían trastornos de personalidad, se debe indicar la existencia de una asociación positiva
entre conductas suicidas y el consumo de sustancias psicotrópicas, incluyendo el alcohol.
Debemos tener en cuenta la presencia de psicopatología afectiva en los pacientes con
tentativas de suicidio que padezcan un trastorno de la personalidad. La conducta impulsiva
agresiva se ha correlacionado en pacientes con trastornos de personalidad con las tentativas
de suicidio, indicándose una base biológica de la misma, concretamente estaría implicado el
sistema serotoninérgico central. Aparte de los tipos borderline y antisocial debe tenerse en
cuenta también a los pacientes con trastornos de personalidad de tipo histriónico y narcisista.
La comorbilidad en pacientes afectos de trastornos de personalidad debe tenerse en cuenta,
la concurrencia de trastornos afectivos incrementa notablemente el riesgo de suicidio al igual
que ocurre con el consumo de tóxicos.
Bibliografía
TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Y PSICOPATÍAS, Guillermo N. Jemar y Cols., Ed. Salerno, año 2015.
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