Nuestra comprensión de la neurobiología de las enfermedades mentales graves ha avanzado dramáticamente, sin embargo, el diagnóstico y el tratamiento psiquiátricos siguen en gran medida enraizados en los productos de la casualidad y la observación clínica.
Se asigna un diagnóstico de esquizofrenia relacionado con el curso clínico y las características fenotípicas, y se propone una determinación de la esquizofrenia resistente al tratamiento (TRS) una vez que se descarta la falta de adherencia y el subtratamiento antipsicóticos como causas de mala respuesta.
Sin embargo, las limitaciones de los datos obtenidos por el médico para guiar el tratamiento psiquiátrico han estimulado los programas de investigación de biomarcadores en varias áreas clínicamente relevantes: a) para predecir la conversión de enfermedad subclínica a enfermedad abierta; b) predecir la respuesta al tratamiento o la falta de respuesta; c) predecir los efectos adversos, especialmente los de naturaleza más grave.
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