La introducción del primer fármaco antipsicótico, la clorpromazina, fue un hito para la psiquiatría. Los autores revisan la historia, la clasificación, las indicaciones, el mecanismo, la eficacia, los efectos secundarios, la dosificación, el inicio del tratamiento, el cambio de tratamiento y otras cuestiones prácticas y cuestiones relacionadas con l...
La introducción del primer fármaco antipsicótico, la clorpromazina, fue un hito para la psiquiatría. Los autores revisan la historia, la clasificación, las indicaciones, el mecanismo, la eficacia, los efectos secundarios, la dosificación, el inicio del tratamiento, el cambio de tratamiento y otras cuestiones prácticas y cuestiones relacionadas con los antipsicóticos.
Las clasificaciones como antipsicóticos de primera generación/típicos frente a antipsicóticos de segunda generación/atípicos no son válidas ni útiles; estos agentes deberían describirse de acuerdo con la Nomenclatura basada en la neurociencia (NbN). Los fármacos antipsicóticos no son específicos para el tratamiento de la esquizofrenia.
Reducen la psicosis independientemente del diagnóstico subyacente y van más allá de la sedación no específica. Todos los fármacos antipsicóticos disponibles actualmente son bloqueadores de la dopamina o agonistas parciales de la dopamina. En la esquizofrenia, los tamaños del efecto para la prevención de recaídas son mayores que para el tratamiento agudo. Un problema importante sin resolver es el aumento improbable de la respuesta al placebo en los ensayos de fármacos antipsicóticos a lo largo de las décadas.
Las diferencias en los efectos secundarios, que se pueden medir objetivamente, como el aumento de peso, son menos equívocas que las diferencias en la eficacia medida mediante una escala de calificación (subjetiva). Los criterios para elegir entre antipsicóticos son principalmente pragmáticos e incluyen factores como las formulaciones disponibles, el metabolismo, la vida media, la eficacia y los efectos secundarios en episodios de enfermedad anteriores.
Los niveles plasmáticos ayudan a detectar la falta de adherencia, y la dosificación una vez al día por la noche (que es posible con muchos antipsicóticos) y las formulaciones inyectables de acción prolongada son útiles cuando la adherencia es un problema.
Las curvas de dosis-respuesta tanto para el tratamiento agudo como para la prevención de recaídas siguen un patrón hiperbólico, con dosis promedio de máxima eficacia para la esquizofrenia de alrededor de 5 mg/día de equivalentes de risperidona. Hay aplicaciones informáticas disponibles que facilitan la elección entre fármacos. El desarrollo futuro de fármacos debe incluir la farmacogenética y centrarse en fármacos para aspectos específicos de la psicosis.
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