En septiembre de 2021, el periódico The Wall Street Journal comenzó a publicar una serie de reportajes bajo el título general de “The Facebook Files”, basados en información interna de esta empresa a la que el medio había podido acceder. Supuestamente demostraba innumerables fallos en la gestión de las plataformas agrupadas en torno a esta red social, relacionados con la falta de control sobre los contenidos y las estrategias para mantener a toda costa su actividad, y que en muchos casos podían llegar a tener un carácter nocivo especialmente para sus usuarios más jóvenes.
Facebook, empresa que ahora ha pasado a denominarse Meta, es la propietaria de la red social del mismo nombre, de Instagram (que adquirió en abril de 2012 por unos 1. 000 millones de dólares) y de WhatsApp (comprada en febrero de 2014 por una cantidad cercana a los 20. 000 millones de dólares). Su principal negocio consiste en la venta de publicidad, que aparece segmentada hacia los usuarios mediante sistemas complejos de análisis algorítmico de perfiles y actividad.
Entre los diez reportajes consecutivos que ofreció el periódico, figuraban informaciones extensas sobre un buen número de irregularidades y abusos operacionales. Pero sin duda, las más preocupantes era las que detallaban cómo Facebook era consciente de que Instagram podía ser una red tóxica para muchos adolescentes. En la noticia publicada se afirmaba que diversos documentos internos de la empresa lo habían hecho explícito a través de estudios específicos que se habían mantenido ocultos.
Estudios internos
En concreto, se decía que investigaciones encargadas por la propia compañía habían advertido que la red Instagram era potencialmente dañina, y que su uso podría conducir a problemas de salud mental especialmente en adolescentes. Además, que en la red Facebook se habían eliminado determinados controles para relegar los mensajes más agresivos, conscientes de que estos generaban un mayor nivel de adhesión (mediante las funciones de “compartir” o “me gusta”) en el promedio de los usuarios, lo que repercutía en una mayor tasa de utilización de la plataforma, y por consiguiente se propiciaba un mejor desempeño de la misma como vehículo para la publicidad.
Cuando en ocasiones anteriores se hicieron acusaciones de este tipo, puesto que no son nuevas, Facebook solía minimizar los efectos negativos que pudieran acarrear para los usuarios sus servicios. Ciertamente, nunca hizo pública ninguna investigación que pudiera refutar las acusaciones, y tampoco había mostrado disponibilidad para ayudar a los académicos o legisladores que quisieran analizar el potencial problema.
Como toda respuesta, la empresa solía afirmar que los posibles efectos negativos no estaban generalizados, que la investigación sobre salud mental siempre es valiosa pero que puede ser imprecisa, y que algunos de los aspectos dañinos que conlleva el uso de las redes no son fáciles de analizar.
La novedad, y lo que añade gravedad a la información del WSJ es que, en este caso, se pudiera acreditar que la empresa disponía de una constatación de esos potenciales efectos perjudiciales mediante informes internos. Además, la filtración de estos documentos es lo que permite objetivar con mucho detalle los problemas constatados.
Uno de ellos afecta a la gestión de los contenidos, y tienen que ver con el sistema de algoritmos que se estableció en 2018, diseñado para detectar signos de disminución de la participación de los usuarios, lo que repercute en su potencial de ingresos publicitarios. La consecuencia de este modelo de análisis fue, según el WSJ, un aumento de los contenidos verbalmente más agresivos, que alcanzaban mayores niveles de popularidad en la plataforma.
Además, dentro de Facebook, los equipos de estrategia llevan años trazando planes para atraer a pre adolescentes. “¿Por qué nos preocupan los pre adolescentes?", decía un documento de 2020. "Son una audiencia valiosa pero sin explotar", afirmaba a continuación.
El caso de Instagram
Otros documentos internos de la empresa detallan la investigación interna que hizo Facebook sobre el impacto negativo de su plataforma Instagram principalmente en adolescentes mujeres. Son seis de los documentos publicados, que se refieren fundamentalmente a la distorsión que se produce en la imagen corporal de este tipo de usuarias, y el establecimiento de reglas inconscientes de comparación social basada en la apariencia.
Según la interpretación de esos estudios que hace el periódico, un 32% de las adolescentes usuarias de Instagram dijeron que cuando se sentían mal con sus cuerpos, esta red les hacía sentirse todavía peor, y que al mismo tiempo el uso de esta plataforma era elevadamente importante para ellas.
Tras la publicación de las informaciones, Facebook se vio obligada a difundir el contenido íntegro de esos estudios, a través de su propia página web. Al mismo tiempo, afirmó en un comunicado que " la investigación demostró que muchos adolescentes con los que hablamos sienten que usar Instagram les ayuda cuando pasan por momentos difíciles”. Según dicen desde la empresa, de 12 problemas típicos de los adolescentes -como soledad, ansiedad, tristeza y problemas de alimentación-, en 11 de ellos la red social les hizo "sentir mejor en lugar de peor".
Es llamativo que los documentos que ha publicado la propia Facebook no se han ofrecido ausentes de una interpretación directa por parte de la empresa. En todas las diapositivas figura una columna lateral denominada “Facebook Annotation” en la que ellos mismos aportan su propia interpretación.
En medio de esta polémica, Facebook anunció recientemente que había interrumpido sus planes para lanzar Instagram Kids, una versión de su red social para menores de 13 años.