Autor/autores:
GIANFRANCO RIVELLINI, RODOLFO PESSINA, ANTONIO MARIA PAGANO...(et.al)
La protección de la salud psíquica y física de la persona es un principio cardinal de la defensa de los derechos fundamentales de la persona: desde este punto de vista parece evidente que, en consideración de la criticidad y complejidad inherentes al estado de privación de libertad, se debe garantizar a la población penitenciaria los mismos derechos y debe...
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La protección de la salud psíquica y física de la persona es un principio cardinal de la defensa de los derechos fundamentales de la persona: desde este punto de vista parece evidente que, en consideración de la criticidad y complejidad inherentes al estado de privación de libertad, se debe garantizar a la población penitenciaria los mismos derechos y deberes de los ciudadanos que gozan de la libertad, de manera compatible con las necesidades y estándares de seguridad dictados por los reglamentos internos de las instituciones penitenciarias.
En este principio se basó la creación de la Sanidad Penitenciaria, que ahora se considera una rama de la medicina en todos los sentidos, dirigida a tratar precisamente a esa franja de población en riesgo de sufrir patologías orgánicas y psíquicas: una rama de la Medicina Pública que, como tal, actualmente está delegada -tanto desde el punto de vista organizativo como legislativo- a la competencia del Servicio Nacional de Salud (SSN) y ya no al Ministerio de Justicia, como antes.
Para representar mejor el funcionamiento actual del servicio de salud dentro de las prisiones italianas, es importante destacar el camino evolutivo que ha llevado, desde abril de 2008, a la transferencia de habilidades de atención médica a la población penitenciaria del Ministerio de Justicia a el SNS y, en 2014 , a una forma más innovadora de gestionar a los infractores que padecen enfermedades mentales con el cierre de los hospitales psiquiátricos judiciales (OPG) y la creación de Residencias para la Ejecución de Medidas de Seguridad (REMS).
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