El consumo de alcohol tiene «efectos devastadores» en el cerebro de los adolescentes sobre el que provoca «terribles estragos», según los expertos. Así lo ha defendido el director del Instituto de neurología Pediátrica de Andalucía, Manuel Antonio Fernández del Día Internacional Sin alcohol, la droga más consumida por los jóvenes y cuya edad media de inicio no supera los 14 años.
Para Fernández, una «parte importante de culpa» está «directamente relacionada con los hábitos culturales de la sociedad». «El concepto que tenemos sobre el alcoholismo está muy equivocado, ya que no solo los alcohólicos sufren problemas de salud relacionados directamente con el alcohol», sentenció a Servimedia.
El responsable del Instituto de neurología Pediátrica de Andalucía recordó que, según diversos estudios, el cerebro de los niños sigue desarrollándose más allá de la adolescencia, lo que, unido al efecto dañino sobre las neuronas, supone para él que el desarrollo neurológico «puede verse afectado ante el consumo continuado o incluso puntual».
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Por otra parte, advirtió de que el alcohol puede provocar la muerte celular de las neuronas ya maduras, empeorando las capacidades cognitivas o mentales ya alcanzadas a cualquier edad. Además, el daño provocado en órganos como el hígado, la vista o los riñones, «multiplican las posibles secuelas», advirtió.
A corto plazo, el consumo de cantidades elevadas de alcohol en periodos cortos de tiempo provoca cuadros agudos y graves de intoxicación etílica «potencialmente letales» mientras que, a largo plazo, el consumo de cantidades continuadas de alcohol “provoca alteraciones en diferentes órganos además del cerebro”.
Este tipo de consumo genera una «progresiva dependencia» que, con el paso del tiempo, se asocia con un síndrome de abstinencia y un deterioro global evolutivo tanto neurológico como general.
Entre las causas «más relevantes» de consumo de alcohol por parte de los adolescentes el experto se refirió a factores culturales, sociales, relacionados con la edad, la personalidad o la predisposición e hizo hincapié en la existencia de una serie de marcadores genéticos cuya presencia se ha relacionado con una mayor tendencia al consumo patológico de alcohol y con edades más tempranas de inicio del mismo.
