Un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Karolinska en Estocolmo (Suecia), y publicado en la revista 'JAMA Psychiatry', ha evidenciado que la genética juega un papel más importante en la aparición del autismo que los factores ambientales.
Para alcanzar esta conclusión, los científicos analizaron a dos millones de niños de más de 680. 000 familias de Dinamarca, Finlandia, Suecia, Israel y Australia Occidental que fueron seguidos hasta que alcanzaron los 16 años de edad. Un poco más de 22. 000 niños fueron diagnosticados con autismo.
En general, alrededor del 80 por ciento de la variación en el riesgo de autismo se relacionó con rasgos genéticos hereditarios, aunque esto varió de 51 por ciento en Finlandia a casi 87 por ciento en Israel.
"Los resultados han mostrado que los factores genéticos son más importantes (alrededor del 80% de la variación en el riesgo) pero que el medio ambiente también juega un papel importante", ha dicho el autor principal del estudio, Sven Sandin.
De hecho, el estudio encontró que los factores ambientales no compartidos (circunstancias que son diferentes para diferentes hermanos) explicaron hasta aproximadamente el 27 por ciento de la variación en el riesgo de autismo.
"Estos resultados no cambian lo que hacemos ahora en términos de prevención o tratamiento del autismo, pero sugieren que deberíamos pensar en las pruebas genéticas, tanto utilizando la tecnología que tenemos disponible ahora como los enfoques que pueden mejorar en la próxima década", han zanjado los expertos.