Autor/autores:
Francisco Alvarez Briones
Fecha Publicación: 25/01/2022
Área temática:
Psiquiatría general ,
Psicología general ,
Salud mental ,
Enfermería ,
Ansiedad, Trastornos de ansiedad y relacionados con traumas y factores de estrés ,
Personalidad, Trastornos de la Personalidad ,
Control de los impulsos. Trastornos destructivos del control de los impulsos y de la conducta .
Cuid-Arte
A pesar de los esfuerzos de los líderes de diferentes partidos políticos en México, la violencia es un problema social que no se detiene. Todos los días son asesinadas en promedio 97 personas, de las cuales, se estima, al menos 10 son mujeres. En el primer cuatrimestre del año 2021, se sumaron 11 mil 595 asesinatos y crecieron las víctimas de delitos sexuales, trata y lesiones dolosas. Para poner en proporción la evolución de la violencia podemos comparar la cifra de asesinatos del presente año, versus el primer cuatrimestre del año 2015, en el que se sumaron 5 mil 695 casos y esto solo por hablar de nuestro país. Como podemos observar, la violencia es un problema que va en aumento a un ritmo alarmante y este hecho nos invita a reflexionar en preguntas como ¿por qué existe la maldad?, ¿qué la origina?, ¿se puede hacer algo para evitarla? A mi entender, la maldad y agresividad forman parte en cierto modo de la naturaleza intrínseca del ser humano, sin embargo, existen motivos por los cuales en algunos individuos imperan estas características, los cuales pueden ser explicados desde la mirada psicoanalítica.
Para empezar, me gustaría hacer referencia al concepto de la maldad que desde el psicoanálisis estructural se refiere a “la capacidad que tiene un sujeto de ejecutar la destrucción del otro” (Lander R. 2017). No obstante, la pregunta del por qué la maldad se origina de manera desproporcionada en algunos sujetos sigue flotando en el aire. Existen diferentes teóricos de la psicología clínica que explican esta pregunta, entre ellos Donald Winnicott, quien afirma en el año de 1950 que los individuos se hacen extremadamente violentos por la falta de “holding”, una clase de sostenimiento psíquico y emocional de un infante en sus primeros de vida. Esta carencia, en conjunto con una alta dosis de narcisismo y poca o nula tolerancia a la frustración, además un ambiente familiar y social agresivo predispone al individuo a desarrollar una estructura psicopática que se caracteriza por la crueldad hacia los otros, falta de empatía, ausencia de culpa, conducta antisocial y delictiva.
La psicopatía existe por una “insuficiencia de identificaciones profundas e inconscientes con inicialmente la primera figura parental y finalmente con las identificaciones arquetípicas con la sociedad, la cultura y la sociedad en general” (Meloy, 2008). En pocas palabras, un pequeñito que no tiene una figura parental que lo cuide, le procure ternura y lo sostenga en sus momentos más difíciles no podrá introyectar amor, por lo tanto, no podrá brindar compasión ni interés por los demás. Percibirá un mundo hostil en el que tendrá que defenderse por su cuenta y satisfacer sus necesidades de manera inmediata sin importar los medios. Se calcula que alrededor del 1% de la población a nivel mundial puede tener esta estructura patológica, (BBC, 2020). Esto puede verse manifestarse la vida cotidiana, al enterarnos en los medios de comunicación de actos violentos en los que el responsable expresa no sentir remordimiento, ni culpa. Un ejemplo es el de Juan Carlos, a quien se le denominó como “El monstruo de Ecatepec”, quien confesó el homicidio de 20 mujeres, pero podrían haber sido más. Juan Carlos en sus declaraciones decía haber vivido maltrato y abandono por parte de su madre que lo obligaba a vestirse como mujer cuando era niño. “Si salgo de ésta, de una vez le digo a los patrones - señalado a los agentes que atestiguan el interrogatorio- voy a seguir matando mujeres", declaró Juan Carlos, sin señales de arrepentimiento. Aunque es importante aclarar que no todos los individuos con una estructura psicopática son criminales, incluso algunos pueden destacar en ámbitos de liderazgo ya sea en cargos públicos o dirigiendo organismos privados, o que no todos los crímenes son cometidos por psicópatas, este trastorno puede ser la causa de muchos de ellos.
Existen también otros trastornos de la personalidad que pueden orientar a un individuo a cometer actos de manipulación, violencia y hostilidad hacia los demás: el trastorno narcisista de la personalidad y el trastorno límite de personalidad o fronterizo.
En cuanto al trastorno narcisista de la personalidad, destacan entre sus características la sobrevaloración de sí mismo, desprecio por los demás, personalidad arrogante, incapacidad de generar relaciones saludables, altanería, falta de sensibilidad, self grandioso entre otros. El narcisismo evoca al amor que se tiene de la imagen de uno mismo, para Freud era un estadio de la evolución de la libido. “En esta estructura, el Yo ideal se internaliza y se toma como el propio Yo. Es decir, investido de libido, el Yo y el Yo ideal se fusionan de tal forma que es imposible diferenciar el uno del otro, ya que el Yo ideal es perfecto, aspiracional y sin errores” (Nasio D. 1988). Esto tiene como consecuencia un sentido vago de falsedad, vergüenza, envidia, vacío o incompletud, fealdad, e inferioridad, que compensa a través de una operación inconsciente con sentimiento de orgullo, desprecio, autosuficiencia defensiva, vanidad y superioridad. Aunque el amor propio y la autoestima son indispensables en la vida del ser humano, existen manifestaciones que pueden sugerir vivimos en una sociedad de cierta manera narcisista. Hoy en día, una importante cantidad de adultos jóvenes reflejan rasgos de esta estructura. Por ejemplo, muchos de quienes pertenecen al grupo denominado “milenial” se les ha enseñado desde muy temprana edad que son muy especiales y únicos. También existe un gran énfasis en el materialismo y la riqueza con un enfoque de placer basado en el éxito y el alcance de metas y expectativas poco realistas de la vida. Esto es muy notorio en las redes sociales como Facebook, Instagram, Tik Tok, entre otras, donde el ego depende del número de reacciones positivas que obtienen de su contenido, reproducciones de sus videos y visitas sus sitios. Simplemente las palabras “selfie” e “influencer” tan populares hoy en día dan mucho que pensar al respecto. El amor desequilibrado de sí mismo y la devaluación de los demás pueden generar ambientes violentos y hostiles de vida.
Por último, el trastorno límite de personalidad o fronterizo cuyas características son de inestabilidad, difusión de la identidad, imprevisibilidad y licuefacción de las fronteras, exprime otro tipo de sufrimiento de la identidad. “Al contrario que en la histeria, el malestar no se da por exceso sino por debilitamiento de los organizadores (personales y colectivos) de la identidad, de los sistemas simbólicos, de los contenedores colectivos que hacían de conectores y de la trasmisión transgeneracional de la vida psíquica” (Barale, 2009). La impulsividad y las dificultades en las relaciones sociales son comunes en los sujetos quienes padecen este trastorno. Hoy en día se pueden encontrar videos de los denominados “Lord y Ladys”, quienes de manera impulsiva defienden de una manera desadaptativa su inadecuada forma de ver el mundo, evidenciando su falta de madurez e inestabilidad emocional. Como común denominador se encuentran el arrebato, la agresividad y violencia hacia terceros, impidiéndoles insertarse normalmente a la sociedad.
Ahora bien, ¿se puede hacer algo para evitar la maldad? Antes de responder, se debe enfatizar que todos los seres humanos, en menor grado quizá tenemos rasgos de psicopatía, de narcisismo o fronterizos. Sin embargo, cuando estas actitudes se convierten en patrones recurrentes y pasan a la cotidianidad es menester solicitar orientación profesional. Considero es prioritario que los profesionales de la salud, apuntemos a hacer visible estas tres condiciones clínicas, a pesar de las dificultades y deficiencias sociales, gubernamentales y de infraestructura para el cuidado de la salud mental de nuestro país. También reflexionar sobre los factores de riesgo que pueden originarlos, para diseñar intervenciones oportunas y de prevención ajustadas a nuestros usuarios. Así mismo fortalecer el conocimiento sobre el diagnóstico estructural de estas psicopatologías que por sus conductas pueden confundir el psicodiagnóstico y afectar negativamente la intervención clínica.
Bibliografía
1. Barreira, I. (enero-junio de 2016). Nosografías y psicopatología en Otto Kernberg. Clasificaciones en psiquiatría dinámica y psicoanálisis. Tesis psicológica, 11(1), 256 271. Recuperado el 17 de enero de 2020, de https://cutt.ly/orHdN0Z
2. Días L. (2014). Personalidades Narcisistas (McWilliams, N. Diagnóstico Psicoanalítico. Comprendiendo la estructura de personalidad en el proceso clínico). Aperturas psicoanalíticas, No. 047.
3. Cosentino, S., Arias, E., & Pérez-Testor, C. (Julio de 2017). El trastorno límite de personalidad en psicoanálisis: la evolución teórica de los orígenes a la mentalización. Temas de psicoanálisis: (14), 1-33. Recuperado el 17 de enero de 2020, de https://cutt.ly/jrHfWFQ
Palabras clave: Maldad violencia trastornos psicopáticos psicopatía narcisismo border fronterizo limítrofe
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