Día a día trabajando en adicciones
Me pidieron, en una página web de psicología, que escribiera un artículo que no hiciera referencia o mención a algo que ya estuviera escrito en Wikipedia ¡Dios mío! Me dije, si todo está ahí, será complicado como para hacer un artículo irrepetible y sin mención alguna a los conocimientos ya existentes sobre cualquier tema que quisiera tratar, y se me ocurrió escribir sobre el día a día de mi trabajo en una UCA (Unidad de Conductas Adictivas).
Tratamos a pacientes que quieren dejar atrás su adicción, en muchas ocasiones con el apoyo familiar. De una manera multidisciplinar conseguimos que haya una cantidad importante de pacientes y familiares contentos por haber conseguido dejar en algún momento de su vida los consumos o el juego. Posteriormente hay muchas recaídas, es como si estos pacientes oyeran pero no escucharan. Dicen, “si, si” estaría mejor sin la droga, sin el hábito, sin fumar, sin el juego, sin internet.
No nos lo cuentan todo. Desean quedar bien, hacer creer a sus seres queridos que lo están intentando.
El vacío que deja la adicción es grande, porque durante mucho tiempo, lo ocupa todo. Me pregunto ¿Cómo van a aprender a disfrutar otra vez de las pequeñas cosas?.
Es difícil pero no imposible. Las investigaciones nos remiten a la posibilidad de reprogramar el cerebro. Es como el perro de Paulov, si lo descondicionas et “voilá”: deja de salivar. El paciente tiene que descondicionarse, tiene que dejar de relacionar adicción con placer o relacionar adicción con malestar y si tiene hambre (craving) esperar a comer cuando toque, no cuando suene la campana.
La mayoría acuden presionados y se les nota, pero en el momento en que les dices que tomen asiento y les transmites que ahí estás para ayudarles a abandonar la adicción, suelen sentirse bastante cómodos. Los más difíciles, para mí y para el resto del equipo son aquellos que piensan que no están haciendo nada malo y que se merecen obtener placer cueste lo que cueste. Los compañeros psiquiatras dicen que se trata de los “psicopatillas” los que el locus de control lo tienen fuera, los que sienten que la culpa es de los demás. A éstos les fastidia que les digas que se trata de ellos, de su trastorno, entonces empiezan a hacerse las víctimas, y montan algún escándalo. En general si les tratas con respeto suelen responder con respeto.
Los pacientes hacen una rueda de profesionales que al principio les resulta pesada, pero si nos mostramos asequibles, suelen aceptar la atención recibida. Su psiquis a veces está tan dañada que ni siquiera esa atención les sirve para percibir que existe otra vida mejor sin adicciones. Es por lo que hay éxito parcial en los tratamientos y por muchos otros motivos. El entrenamiento psicológico cuesta, el esfuerzo es enorme en algunos casos.
La familia es la más interesada en la cura del paciente, éste lo sabe. Cuando el apego y el amor por la familia es notorio, el paciente decide intentarlo en serio y suele conseguir el mantenimiento de la abstinencia. Si los lazos familiares están deteriorados, el paciente no encuentra la motivación suficiente. Ese deterioro tiene múltiples causas y si viene de antes de la adicción no protege contra ella.
Le pedimos a las familias, en general, que estén acompañando en el proceso del tratamiento con una postura de firmeza, no pueden sustituir al paciente, no pueden vivir por ellos pero si pueden exigirle respeto por ellos, por la casa, por los enseres de la casa, por las ganancias del trabajo diario. Esto significa que no permiten que el paciente les robe, les insulte o les engañe.
Esa firmeza se puede generalizar a la sociedad, drogas habrá siempre, el ser humano es más curioso y cotilla que un gato sin embargo la regulación del consumo de drogas y que no todo valga nos hace más consciente de las consecuencias de tomarlas.
Día a día la psicoeducación y el entrenamiento cognitivo conductual son las estrategias más utilizadas en nuestra unidad, sin olvidarnos de unas muletas nada desechables al principio de la deshabituación y rehabilitación como es el tratamiento farmacológico.
Es un trabajo que provoca mucha frustración porque los resultados se ven a largo plazo . La clave está en aplazar la recompensa que es lo que nos hace a todos y todas más fuertes como podemos observar en un estudio de la Universidad de Stanford sobre el cerebro inconsciente y como posponer la recompensa, os animo a que lo busquéis en
You Tube.
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