En los últimos 100 años los científicos han progresado mucho en las investigaciones sobre la depresión y se han desarrollado muchos tratamientos antidepresivos, entre los cuales los más comunes son los fármacos y/o la psicoterapia. Sin embargo, los tratamientos disponibles están limitados por las bajas tasas de eficacia, el estigma ligado a la enfermedad mental y su tratamiento, el incumplimiento terapéutico y los efectos secundarios no deseados.
Más del 85% de los pacientes después de un primer episodio depresivo recidiva a los 10 años y muchos de estos pacientes suelen tener pensamientos suicidas. Como se muestra en el artículo publicado en la revista Nature “Años de vida ajustados por discapacidad global, regional y nacional (DALYs)” los años vividos con la discapacidad provocados por la depresión representan el 10,3% del total de las enfermedades estudiadas, muy por delante de todas las demás.
El conocimiento fisiopatológico de la depresión mayor ha ido aumentando claramente con los avances de la neurociencia y la bioinformática.
Principalmente están involucrados cuatro aspectos: la disfunción en el cerebro, el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal (Eje HHA), el sistema inmune y el eje del intestino-cerebro. Las anomalías cerebrales se reflejan principalmente en la descompensación de los neurotransmisores, el deterioro de la plasticidad neuronal y la alteración del circuito neuronal.
La depresión mayor ya no es solo un simple trastorno mental o enfermedad cerebral, sino que es también una enfermedad sistémica.
El eje intestino-cerebro es una vía bidireccional que conecta el cerebro con el intestino a través de varias vías: sistema nervioso, el eje HPA y el sistema inmunitario. Factores como el estrés psicológico y las enfermedades que afectan una o más vías del eje intestino-cerebro produciendo la disfunción del mismo, contribuyen al desencadenamiento de la enfermedad depresiva.
Tras los distintos estudios sobre la microbiota intestinal, los investigadores no solo se centran en los efectos descendentes del eje del cerebro al intestino, sino que también prestan mucha atención a las influencias ascendentes desde el intestino hacia el cerebro. Las funciones de muchos sistemas, incluidos el metabolismo, el sistema inmunitario, el sistema endocrino y el sistema nervioso, están estrechamente relacionados con la bidireccionalidad del eje intestino-cerebro y se convertirá en la nueva tendencia de la investigación neurocientífica para la prevención y el tratamiento de los trastornos mentales y las enfermedades neurológicas.
Os dejamos aquí el enlace al artículo original
Recognizing Depression from the Microbiota–Gut–Brain Axis
Nutrición Médica
RETOS Y OPORTUNIDADES DEL MANEJO DEL TRASTORNO MAYOR DEPRESIVO EN LATINOAMÉRICA
Marcelo Cetkovich Bakmas
Fecha Publicación: 25/09/2024
Relación del eje intestino-cerebro con la aparición de trastornos mentales en la infancia
María Suárez Gómez et. al
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Aurora Suárez Gomez et. al
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Características de la microbiota intestinal en pacientes afectos de TCA.
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Efecto de los antidepresivos en la función cognitiva
Isabel de la Montaña Santos Carrasco et. al
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