La terapia integrativo personalista, nace de la concepción de persona propuesta por Manuel Burgos, que concibe a la persona como una tripartición: cuerpo, psique y espíritu, abarcando así una concepción integral. Varias investigaciones han constado las aportaciones y limitantes de las diversas escuelas de la psicología motivando a una integración.
Rosa Zapién, afirma que la Terapia Integrativo Personalista (TIP), presenta una línea de integración meta-teórica entre la antropología filosófica personalista y un tratamiento psicoterapéutico de corte ecléctico. La línea integrativa de la TIP, la define como una integración interdisciplinaria y compleja. Asume que la concepción antropológica integral, se abre a las aportaciones de ciencias como la medicina, psiquiatría, sociología, comunicación, teología, etc. Desde la teoría psicológica comprende elementos de los factores comunes en la concepción del funcionamiento psicológico y a su vez comprende elementos del eclecticismo técnico al estar abierto al uso amplio de técnicas de intervención.
LA TIP fija sus raíces y bases filosóficas en el personalismo ontológico moderno cuyos rasgos principales incluye: antropología filosófica, centralidad en la persona, concepto moderno de persona; todo esto brinda elementos adecuados para una comprensión integral de la persona, aporta flexibilidad para la integración entre psicología y filosofía, integrar la intervención psicológica las pareas: conductual, cognitivo, emocional, interpersonal y espiritual.
Zapien, estableció una teoría del funcionamiento psicológico cuyos principales postulados, conciben a la persona con una tendencia actualizante que incluye la libertad como autodeterminación y la responsabilidad.
Además, establece que la intervención de la TIP se da desde el “Yo personal integrador” que define como un conjunto de e fenómenos corporales, psíquicos y espirituales que se dan desde un trasfondo personal. Retoma éste termino de Burgos, que concibe al yo como un centro unificador de las dimensiones corpórea, psíquica, espiritual, afectiva, cognitiva y dinámica; todas estas estructuras son organizadas por el yo.
La integración del yo se manifiesta en cuatro ejes personales: sentido, interpersonalidad, objetividad, aceptación de limitantes. De la manera contraria, un yo personal desintegrado presentará: vacío de sentido, déficit de la interpersonalidad, perdida de objetividad, no aceptación de limitantes.
Pretender medir el grado de desarrollo de la plenitud del yo, no se hace desde una concepción polarizada que establezca la NO integración o la integración, al contrario, se pretende conocer en qué medida se encuentran desarrollados y en dónde se pueden potenciar.
Alicia Judith Renshaw Quintero
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