Durante el episodio maniaco, el individuo puede implicarse en muchos proyectos nuevos y solapados. El estado de ánimo se suele describir como eufórico, excesivamente alegre, alto o “sintiéndose por encima del mundo”.
Durante los episodios maniacos, los pacientes no suelen percibir que están enfermos ni reconocer que necesitan tratamiento y se resisten de forma vehemente a recibirlo. Como consecuencia de la capacidad de juicio empobrecida, de la escasa conciencia de enfermedad y de la hiperactividad, el episodio maníaco puede tener consecuencias catastróficas (hospitalización involuntaria, problemas legales, problemas financieros serios, etc). Presentamos el caso de una mujer de 32 años de edad, enfermera de profesión, sin antecedentes psiquiátricos registrados, que viene a Puerta de Urgencias de nuestro hospital por clínica maniaca a la cual nos vemos obligados a realizar un ingreso involuntario. El consumo de sustancias psicoactivas puede causar algunos síntomas que presenta la paciente; sin embargo, esto no descarta el trastorno bipolar afectivo.
Ante un episodio maniaco es esencial realizar un diagnóstico diferencial con un trastorno por uso de sustancias manifestado con síntomas maniacos para así poder diferenciarse del trastorno bipolar i. El diagnóstico temprano y acertado, junto con la elección y aplicación del tratamiento psicoterapéutico y farmacólogico más adecuado, son la única medida viable y con ciertas garantías de éxito, para evitar algunas de las posibles secuelas que arrastra esta enfermedad.
Residentes y adjuntos en Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, Murcia. Adjunta del CSM de Águilas, Murcia.
"NO PUEDO ESTAR AQUÍ, TENGO MUCHAS COSAS QUE HACER"
María Gavilán Morales1, Santiago Pina Franco1, Pablo Botías Cegarra1, Isabel Ibernón
Caballero2, Cecilia Calero Mora1, Natividad Megías Simarro1, María de los Ángeles Carrillo
Córdoba1, Manuel Martínez Carlón Bueso1, Javier Sánchez Sánchez1, Pilar Chacón Martínez1
Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca, Murcia.
CSM Águilas, Murcia.
mariagavilan. morales@gmail. com
RESUMEN
Durante el episodio maniaco, el individuo puede implicarse en muchos proyectos nuevos y
solapados. El estado de ánimo se suele describir como eufórico, excesivamente alegre, alto o
"sintiéndose por encima del mundo". Durante los episodios maniacos, los pacientes no suelen
percibir que están enfermos ni reconocer que necesitan tratamiento y se resisten de forma
vehemente a recibirlo. Como consecuencia de la capacidad de juicio empobrecida, de la escasa
conciencia de enfermedad y de la hiperactividad, el episodio maníaco puede tener consecuencias
catastróficas (hospitalización involuntaria, problemas legales, problemas financieros serios, etc).
Presentamos el caso de una mujer de 32 años de edad, enfermera de profesión, sin antecedentes
psiquiátricos registrados, que viene a Puerta de Urgencias de nuestro hospital por clínica maniaca
a la cual nos vemos obligados a realizar un ingreso involuntario.
El consumo de sustancias psicoactivas puede causar algunos síntomas que presenta la paciente;
sin embargo, esto no descarta el trastorno bipolar afectivo. Ante un episodio maniaco es esencial
realizar un diagnóstico diferencial con un trastorno por uso de sustancias manifestado con
síntomas maniacos para así poder diferenciarse del trastorno bipolar i.
El diagnóstico temprano y acertado, junto con la elección y aplicación del tratamiento
psicoterapéutico y farmacólogico más adecuado, son la única medida viable y con ciertas
garantías de éxito, para evitar algunas de las posibles secuelas que arrastra esta enfermedad.
INTRODUCCIÓN
El rasgo esencial de un episodio maníaco es un periodo bien definido de estado de ánimo anormal
y persistentemente elevado, expansivo o irritable, y un aumento anormal o persistente de la
actividad o la energía que está presente la mayor parte del día, casi cada día, durante un periodo
al menos de una semana acompañado de una serie de síntomas que representan un cambio
notorio del comportamiento habitual. El estado de ánimo se suele describir como eufórico,
excesivamente alegre, alto o "sintiéndose por encima del mundo". Cuando se niegan los deseos
del individuo o si éste ha estado consumiendo sustancias con frecuencia el estado de ánimo
predominante es más irritable que elevado.
Durante el episodio maniaco, el individuo puede implicarse en muchos proyectos nuevos y
solapados, como le pasó a nuestra paciente. Esto se suele acompañar de una autoestima elevada
que va desde la autoconfianza carente de crítica hasta una marcada grandiosidad que puede
alcanzar dimensiones delirantes.
Durante los episodios maniacos, los pacientes no suelen percibir que están enfermos ni reconocer
que necesitan tratamiento y se resisten de forma vehemente a recibirlo. Como consecuencia de
la capacidad de juicio empobrecida, de la escasa conciencia de enfermedad y de la
hiperactividad, el episodio maníaco puede tener consecuencias catastróficas (hospitalización
involuntaria, problemas legales, problemas financieros serios, etc).
CASO CLÍNICO
Presentamos el caso de una mujer de 32 años de edad, enfermera de profesión, sin antecedentes
psiquiátricos registrados, que viene a la Puerta de Urgencias de nuestro hospital traída engañada
por su médico de familia. La entrevista se realiza de forma dificultosa dado a que la paciente
presenta un comportamiento desorganizado (escribe y tacha lo que escribe en folletos de
publicidad que trae consigo) y una alta inquietud psicomotriz. A la exploración psicopatológica
se muestra verborreica, con una importante fuga de ideas. El discurso es disgregado y se centra
en ideas de perjuicio respecto a sus familiares y en los numerosos proyectos de futuro que tiene.
Su familia nos describe una importante desinhibición sexual por parte de la paciente, grandes
gastos de dinero, aumento en el consumo de tóxicos (cocaína, éxtasis, cannabis, etc) y falta de
horas de sueño estas últimas semanas.
DISCUSIÓN
Es importante destacar que más del 50% de los pacientes con trastorno bipolar abusan del
alcohol u otro tipo de sustancias durante su enfermedad. Existe una evidencia bien conocida de
la relación entre el consumo, por ejemplo, de cocaína y la presencia de un trastorno bipolar
subyacente. El alcohol y el abuso de sustancias son a menudo circunstancias enmascaradoras
de esta realidad y que añaden, si cabe, mayor complejidad al problema (1).
El consumo de sustancias psicoactivas puede causar algunos síntomas; sin embargo, esto no
descarta el trastorno bipolar afectivo. La drogadicción también puede ser un síntoma de
trastorno bipolar.
Como pasa con nuestra paciente, ante un episodio maniaco es esencial realizar un diagnóstico
diferencial con un trastorno por uso de sustancias manifestado con síntomas maniacos para así
poder diferenciarse del trastorno bipolar i. La respuesta a los estabilizadores del humor durante
la manía inducida por sustancias no necesariamente supone un diagnóstico de trastorno bipolar.
Puede existir solapamiento, dada la tendencia que tienen los pacientes con trastorno bipolar i a
abusar de sustancias durante los episodios. El diagnóstico primario de trastorno bipolar debe
realizarse si los síntomas permanecen una vez que cesa el consumo de las sustancias (2).
El diagnóstico temprano y acertado, junto con la elección y aplicación del tratamiento
psicoterapéutico y farmacólogico más adecuado, son la única medida viable y con ciertas
garantías de éxito, para evitar algunas de las posibles secuelas que arrastra esta enfermedad.
Destacando aquí, el riesgo de suicidio, ya que se estima que a lo largo de la vida de los pacientes
con trastorno bipolar el riesgo de suicidio es 15 veces superior al de la población general. De
hecho, el trastorno bipolar supone un cuarto de todos los suicidios consumados (3).
Muchas veces el diagnóstico se demora largo tiempo porque los síntomas no son reconocidos
como patológicos o son achacados a cambios del estado de ánimo correspondientes a la situación
vital de la persona en ese momento. Precisamente, el diagnóstico tardío es una de las situaciones
más comunes y que más afectan al enfermo en su pronóstico, sobre todo cuando la enfermedad
debuta durante la adolescencia. El motivo fundamental es la alteración del desarrollo social
normal. Durante la adolescencia el paciente aún no ha finalizado sus estudios y es la edad en
las que se suelen iniciar las relaciones sentimentales.
Cuando la enfermedad está correctamente diagnosticada y tratada el enfermo puede llevar una
vida perfectamente normal y productiva, con un riesgo de recaída bastante bajo. Por el contrario,
sin la correcta medicación, la enfermedad seguirá su curso natural y empeorará. A medida que
pase el tiempo los episodios serán más frecuentes y las fases de manía serán más severas
Según numerosos estudios, el trastorno bipolar es, en la mayoría de ocasiones, no diagnosticado
o diagnosticado erróneamente durante un período de tiempo que, como media, alcanza los 8
años. Los pacientes no suelen buscar ayuda profesional durante una media de más de 10 años
desde la aparición de los primeros síntomas y cerca del 60% de los pacientes no son tratados
correctamente o tratados de otras dolencias distintas de las causantes de sus problemas (4).
La edad media a la que aparecen los primeros síntomas (31 años) y a la que se realiza el
diagnóstico definitivo (40, 2 años), vuelve a confirmar que en poblaciones europeas el inicio y el
diagnóstico de la enfermedad es más tardío que en poblaciones americanas.
Aunque muchos individuos con trastorno bipolar recuperan un nivel funcional completo entre los
episodios, aproximadamente un 30% presenta una alteración grave de la función en el ámbito
laboral. La recuperación funcional es más tardía que la sintomática, especialmente la
ocupacional. Las alteraciones cognitivas pueden contribuir a que se produzcan dificultades
vocacionales e interpersonales y persisten a lo largo de la vida, incluso durante los periodos
eutímicos.
BIBLIOGRAFÍA
(1) Akiskal, H. (1996). The Prevalent Clinical Spectrum of Bipolar Disorders:Beyond DSMIV. JClinPsychopharm. 16:2Suppl1. 4S-14S.
(2) Vallejo, J. (1997):Introducción a la psicopatología y psiquiatría. Madrid. Ed. Salvat.
(3) Geller, B. y Luby, J. (1997). Child and adolescent bipolar disorder: a review of the past 10
years. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry; 36(9): 116876.
(4) Asociación Psiquiátrica Americana (1995). Manual diagnóstico y estadístico de los Trastornos
Mentales. Barcelona. Masson.
(5) Post RM, Luckenbaugh DA, Leverich GS, Altshuler LL, Frye MA, Suppes T, et al. Incidence of
childhood-onset bipolar illness in the USA and Europe. Br J Psychiatry. 2008; 192:150-1.
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