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Psicosis de guerra, obsesión por la paz.

Autor/autores: Juan Campos
Fecha Publicación: 31/05/2010
Área temática: Psiquiatría general .
Tipo de trabajo:  Comunicación

RESUMEN

Palabras clave: Guerra; Paz.


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Psicosis de guerra, obsesión por la paz.
FUENTE: PSIQUIATRIA. COM. 2003; 7(3)

Juan Campos.
psicoanalista y Grupoanalista.
E-mail: 4074jca@teleline. es

El quinto Congreso Virtual de psiquiatría esta ya en marcha. Cuando aparezca el número 4 de esta revista, hará
justo dos años y dos congresos, desde aquel aciago 11-S que inauguró el tercer milenio. Consternados por el
hecho y alarmados ante previsibles consecuencias en un mundo globalizado y sin fronteras, con Pedro Moreno Gea
decidimos convocar en el tercer Virtual una mesa redonda. «Psiquiatría de guerra; psicología de paz» fue la
respuesta. La mesa, que aún sigue viva, fue un éxito, por lo menos en lo que hace a número y calidad de
participaciones. . . el resultado, un fracaso, por lo menos en sus efectos como fórmula de medicina preventiva.
Nuestra propuesta deriva de la fórmula adelantada en el ¿Por qué la guerra? de Freud y Einstein, que se cierra con
esta sentencia: "Por ahora sólo podemos decirnos: todo lo que impulse la evolución cultural obra contra la guerra. "
Por lo visto, por más pacifistas que seamos, no se consigue el que la evolución cultural marche en este sentido.
Como era de prever, la guerra no ha terminado, como tampoco terminó la primera mundial, la Gran Guerra, la que
tenía que ser el fin de todas las guerras. Siempre fue y siempre será así, dicen algunos. De ser así, el mundo está
loco, loco de atar, y el loquero que le ponga camisa de fuerza, buen loquero será.
Pedro, cuyos deberes como organizador del congreso le impidieron participar activamente en la mesa, ha
continuado trabajando en ella, y hoy, con su artículo «Psicosis de Guerra, obsesión por la Paz, o Papel de los
profesionales de la Salud Mental ante un impactante problema de Salud, los múltiples efectos de la guerra», cierra
con broche de oro lo que allí empezamos.
Dada nuestra experiencia del siglo pasado, los miembros de la mesa más bien resultábamos un poco escépticos
respecto a que en este mundo se pueda vivir en paz. Pedro, en cambio, alentado por la ola de pacifismo que la
nueva Guerra del Golfo ha desencadenado, se inclina con Ury (Paidos, 2000) a buscar la única solución imaginable
y posible al problema en la negociación. Motivos para la paz hay muchos. Estrategias de prevención también. Lo
malo es que todas ellas están basadas en el diálogo entre las partes en conflicto. Pero, la guerra es una sinrazón
donde las partes no atienden a razones y todos los manicomios son pocos para encerrar a los locos o las pasiones
que nos llevan a la guerra. O será que éste no es un problema psiquiátrico, y de serlo, para resolverlo quizás
estemos equivocando el camino. Se trata de una patología que no esta en el DSM4.
De la misma manera que Norbert Elias, después de mucho pensar, dice de la nuestra ser una "sociedad de
individuos", tal parece como si los psiquiatras no hayamos aprendido todavía a tratar la locura más que tratando a
los locos de uno a uno. Nadie que yo sepa hasta ahora ha procedido a un correcto análisis de las neurosis sociales,
o caso de haberlo hecho, o no era psiquiatra o no tenía poder suficiente para aplicar el tratamiento. La prepotencia
del psiquiatra en este caso es la misma que cuando se trata de reparar la fosa de "Ground Zero del World Trade
Centre" dejado por las torres gemelas al hundirse, sin decidir primero si se trata de una neurosis individual o una
psicosis colectiva.
A buen seguro que la guerra en el último de los casos no es un problema del psiquiatra o de la psiquiatría en
exclusiva. Será preciso el concurso de todas las ciencias y las prácticas modernas para intentar encontrar a este
mal remedio. La neurosis de guerra, durante la Primera Guerra Mundial, fue la manera como los más sanos de los
ciudadanos pacifistas respondían al ser reclutados a la fuerza frente al conflicto de morir ante un pelotón por
desertor y cobarde o hacerlo como héroe en primer línea ante las bombas o los gases del enemigo. La psicosis de
guerra actual, la que todos padecemos, llevados al frente o no, o tranquilamente esperando ser aniquilados por
armas de exterminio masivo, es la alternativa paranoica que proponen al mundo la "santa coalición" contra el
terrorismo y el "eje del mal".
Termina Pedro su alegato de medidas preventivas para terminar la guerra con la parábola del noble chinito que le
pidió a su jardinero de plantar la semilla de ese árbol raro y hermoso que es la paz. Por más que cien años tarde

en florecer, plantémosla ya. Mi pregunta con todo es ¿dónde tenemos que plantarla? ¿En la maceta exclusiva de la
psiquiatría o en el amplio campo de la cultura donde concurren todos los saberes y sabios haceres de la
humanidad? Mi propuesta iría en la dirección de movernos fuera del estrecho ámbito de nuestra disciplina, y en el
seno de la amplia arena de la academia, de las profesiones y de la técnica ataquemos y resolvamos el problema.
Si hay alguien dispuesto en a seguir en esta dirección y este empeño, yo me apunto. Para ello podemos reasumir
en el próximo congreso virtual la vieja mesa, esta vez sí con la presencia de Pedro Moreno, o en las páginas de
esta Revista.

Juan Campos

Cita
1 S. Freud (1930 [1929]), «Malestar en la Cultura»: "En la neurosis individual disponemos como primer punto de
referencia del contraste con que el enfermo se destaca de su medio, que consideramos «normal». Este telón de
fondo no existe en una masa uniformemente afectada, de modo que deberíamos buscarlo por otro lado. En cuanto
a la aplicación terapéutica de nuestros conocimientos, ¿de qué serviría el análisis más penetrante de las neurosis
sociales si nadie posee la autoridad necesaria para imponer a las masas la terapia correspondiente? Pese a todas
estas dificultades, podemos esperar que algún día alguien se atreva a emprender semejante patología de las
comunidades culturales" Obras Completas, Biblioteca Nueva. Tomo III, CLVIII, p. 3067.

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