La disfunción metabólica es muy común en las sociedades occidentales modernas. Las principales anomalías en el metabolismo celular están influenciadas por la adiposidad y la desregulación de la glucosa y afectan a todos los tejidos del cuerpo, incluido el sistema nervioso central. Dentro del sistema nerviosa central, encontramos el hipocampo, que se divide en la circunvolución dentada (DG), los campos cornu ammonis (CA) y el subículo. Esta “vía trisináptica” está funcionalmente organizada en dominios de gradiente a lo largo de su eje longitudinal; la información generalmente ingresa a la DG a través de la vía perforante y fluye a través de los campos CA para llegan a CA1 y al subículo, que se proyectan a múltiples regiones del cerebro.
Se ha demostrado que la resistencia a la insulina, definida como la capacidad de respuesta reducida de las vías de señalización de la insulina, afecta la integridad estructural y funcional del hipocampo a través de su impacto adverso de hipoconectividad en la formación de sinapsis y espinas dendríticas, la plasticidad sináptica dependiente de la actividad y la neurogénesis.
Además, la adiposidad es un factor de riesgo adicional para la disfunción del hipocampo, que actúa a través de múltiples vías que involucran de manera crítica a la leptina, una hormona secretada por los adipocitos. La adiposidad también está estrechamente relacionada con la sobreactivación del eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal (HPA) que puede contribuir a la disfunción del hipocampo debido a la alta concentración de receptores de cortisol en el hipocampo.
Por otro lado, el cortisol, una hormona del estrés que puede elevarse en individuos obesos como respuesta inflamatoria.
A partir de estos hallazgos en la revista European Psychiatry se ha publicado un estudio cuyo objetivo fue evaluar la conectividad funcional del hipocampo en relación con las medidas antropométricas y metabólicas periféricas. Se identificaron dos grupos distintos que diferían en la conectividad funcional del hipocampo y la función metabólica. El grupo 1 comprendía individuos con niveles más altos de leptina, una mayor magnitud de resistencia a la insulina, menor cohesión e integración del hipocampo, pero dominios cognitivos selectivos de interés intactos.
Los hallazgos actuales de que los niveles más altos de leptina y una mayor resistencia a la insulina se agrupan junto con una menor cohesión e integración funcional del hipocampo sugieren que la "hipoconectividad" del hipocampo puede representar un signo temprano de angustia hipocampal que precede a la disfunción cognitiva, en consecuencia, el deterioro funcional del hipocampo es anterior al deterioro cognitivo.
La leptina, que suele encontrarse más elevada en mujeres, ingresa fácilmente al cerebro y regula la saciedad y la ingesta de alimentos a través de su acción en los circuitos hipotalámicos. La leptina y la insulina están vinculadas a través de un bucle de retroalimentación bidireccional, denominado eje adipoinsular, en el que la leptina inhibe la síntesis y secreción de insulina, mientras que la insulina estimula la secreción de leptina. Los estudios preclínicos han demostrado que la captación de glucosa mediada por insulina es fundamental para la formación de sinapsis y la columna dendrítica del hipocampo, la plasticidad dependiente de la actividad y la neurogénesis, ya que el hipocampo es rico en receptores de insulina y leptina.
En conclusión, a partir de los individuos diferenciados por el grado de anomalías en la resistencia a la insulina, los niveles de leptina y la hipoconectividad del hipocampo. Se demuestran un vínculo entre la desregulación metabólica y la función del hipocampo. Por tanto, podemos determinar que conductas que influyan en nuestra actividad metabólica; desde hábitos relacionados con la actividad física, una alimentación adecuada, nuestra genética…van a influir en el posible desarrollo de una disfunción metabólica que puede derivar en una hipofunción del hipotálamo, que como hemos descrito anteriormente es de gran importancia en nuestro desarrollo cognitivo.