Cada vez existe mayor evidencia que respalda el papel fundamental del eje microbioma-intestino-cerebro en la fisiopatología de la esquizofrenia (ES).
Este eje, que implica una compleja interacción entre la microbiota intestinal, el sistema nervioso central y las funciones neuropsicológicas, ha emergido como un área prometedora para comprender mejor los mecanismos subya...
Cada vez existe mayor evidencia que respalda el papel fundamental del eje microbioma-intestino-cerebro en la fisiopatología de la esquizofrenia (ES).
Este eje, que implica una compleja interacción entre la microbiota intestinal, el sistema nervioso central y las funciones neuropsicológicas, ha emergido como un área prometedora para comprender mejor los mecanismos subyacentes de la enfermedad.
Sin embargo, a pesar del creciente interés, pocos estudios han investigado de manera integral los vínculos entre la composición del microbioma intestinal, la estructura y función cerebral, y las manifestaciones clínicas en pacientes con esquizofrenia. Además, los efectos potenciales del tratamiento antipsicótico crónico sobre estas interacciones suelen pasarse por alto.
Diseño del estudio
Para abordar estas lagunas, se llevó a cabo un estudio con un diseño multigrupo, en el que participaron 171 individuos. La muestra incluyó 27 pacientes con un primer episodio de esquizofrenia sin tratamiento farmacológico previo (FSZ), 72 pacientes con esquizofrenia crónica en tratamiento con antipsicóticos (CSZ) y 72 controles sanos (CS). A todos los participantes se les realizaron análisis multiómicos, que comprendieron la secuenciación del ARNr 16S fecal para caracterizar la microbiota intestinal, estudios de neuroimagen estructural y funcional, así como evaluaciones clínicas para medir síntomas psicóticos y funciones cognitivas. Se aplicaron análisis de correlación y modelos de mediación con el fin de explorar las relaciones entre el microbioma intestinal, las alteraciones neurobiológicas y las manifestaciones clínicas en los distintos grupos.
Resultados
En comparación con los controles sanos, los pacientes con esquizofrenia mostraron una disbiosis intestinal distintiva. Se identificaron tres géneros bacterianos clave: una menor abundancia de Blautia en ambos grupos de pacientes (FSZ y CSZ) y una mayor presencia de Proteus y Arthrobacter, especialmente en el grupo FSZ.
Esta alteración microbiana se asoció con una reducción en la biosíntesis de ácidos biliares y un incremento en el metabolismo lipídico.
Además, se observaron correlaciones significativas entre estos géneros bacterianos, la disminución del volumen de materia gris, cambios en la conectividad cerebral y el deterioro cognitivo. En particular, una mayor abundancia de Proteus se asoció con un menor rendimiento cognitivo, mediado por alteraciones en regiones cerebrales específicas.
Conclusiones
Estos hallazgos profundizan en la comprensión del eje microbioma-intestino-cerebro en la esquizofrenia y subrayan el impacto potencial del microbioma en la función cerebral y la cognición. Asimismo, resaltan la importancia de considerar el historial de tratamiento antipsicótico al estudiar estas interacciones, lo que podría tener implicaciones relevantes para el desarrollo de intervenciones personalizadas.
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