La manera en la que vemos las cosas, y cómo son en realidad, muchas veces difiere. Porque aunque nosotros pensemos, o veamos, algo de cierta manera, no quiere decir que sea así. Eso mismo nos pasa al «mirar en nuestro interior»: muchas veces nos vemos de una manera que no corresponde con «la realidad». De esta base nace el denominado «síndrome del impostor», que hace que personas que han conseguidos buenos puestos de trabajo, o han realizado grandes logros, duden de su propia valía atribuyendo sus éxitos a la suerte.
Pero, si hay quienes distorsionan la realidad para menospreciarse, al otro lado de la balanza encontramos a aquellos que se consideran «mejores» de lo que realmente son. Hablaríamos entonces del «síndrome de la personalidad narcisista», que como explica la psicóloga del Centro TAP, Sara Prieto, afecta a las personas que lo sufren de tal manera que no son capaces de valorar el fallo o responsabilidad propia cuando las circunstancias no son las deseadas. «Por otro lado, creen que la culpa es de los demás y por lo tanto los que fallan o no hacen bien las cosas. Suelen ser personas muy competitivas y que tienden a exaltar y exagerar sus propias cualidades, siendo esta una imagen de sí mismos que proyectan a los demás», apunta la profesional.
Individualismo y necesidad de validación
«El trastorno de personalidad narcisista se diagnostica a partir de la vida adulta, y afecta a un 2% de la población; en su mayoría a hombres», indica Sara Prieto. Las personas enmarcadas dentro de este «síndrome» tienden a ser individualistas, así como necesitan la validación externa constantemente para reafirmar su postura. Sin embargo, apunta la psicóloga que, detrás de esta aparente seguridad y confianza, «pueden ocultarse ciertos miedos relacionados con el fracaso y al rechazo».
A la hora de reconocer si una persona se ve afectada por esta alteración de la personalidad, Sara Prieto explica que son personas que «tienen una visión de sí mismos muy elevada, considerándose por encima de los demás», así como «poseen una baja capacidad de introspección y de valoración de su mundo emocional». «Una de las características más llamativas seria su falta de empatía y cómo se mantienen centrados en sí mismos», añade.
«La importancia de la imagen social y la valoración de los demás son dos elementos en alza en la sociedad actual» explica Sara Prieto. Por ello, debido a que se fomentan y premian este modelo de comportamientos, pueden fomentar el desarrollo de personalidades con características nacisistas. Y este patrón de pensamientos y comportamientos tienen un impacto tanto en las relaciones sociales como laborales de una persona.
«En el trabajo, estas personas pueden tener dificultades para obedecer las pautas o indicaciones de sus superiores y tener comportamientos inadecuados con ellos y sus compañeros», explica la profesional. «En las relaciones afectivas también son complejas las relaciones, puesto que estas personas tienden a priorizar sus necesidades por encima de las del resto», afirma.
El síndrome de la superioridad ilusoria
Partiendo de este «síndrome de la personalidad narcisista», podemos también hablar del efecto conocido como Dunning-Kruger, que sostiene que muchas personas se consideran más inteligentes de lo que realmente son. «Se conoce también como el síndrome de la superioridad ilusoria», explica el escritor y conferenciante Alex Rovira.
«El efecto Dunning-Kruger genera un sesgo cognitivo, ya que la evidencia empírica demuestra que algunos individuos incompetentes no solo son incapaces de reconocer su propia incompetencia, sino que además tienden a sobreestimar su propia habilidad, y aún peor, carecen de la habilidad de reconocer la competencia de otros que realmente saben», sostiene el escritor, que añade que este «síndrome» se puede dar en todo tipo de perfiles, «desde en una persona con grandes cargos y responsabilidades, como en una persona con un día a día más común».
«En una persona de nuestro entorno se identifica con facilidad (la superioridad ilusoria) porque hablamos del típico "cuñado" que todos tenemos en nuestras vidas o círculo de amistades, que parece que sabe absolutamente de todo y habla sentando cátedra», dice Alex Rovira, que continúa y explica que «estos perfiles se creen muy listos y consideran que sus conocimientos están por encima de la media, infravalorando la inteligencia de su interlocutor». Hablamos entonces de un narcisismo intelectual.
El síndrome Dunning-Kruger puede ser peligroso. «Si una persona que considera que sabe más de lo que en realidad sabe, tiene acceso al poder, la toma de sus decisiones la hace desde un desconocimiento real y pueden tener un efecto (normalmente muy negativo) sobre un grupo amplio de la población», advierte el escritor.