Autor/autores:
Joseph S. DeLuca; Lawrence H. Yang; Alicia A. Suerte...(et.al)
El estigma y la discriminación hacia las personas con enfermedades mentales graves sigue siendo un problema social apremiante en los Estados Unidos y en todo el mundo. Los jóvenes con alto riesgo clínico de psicosis (CHR-P) experimentan experiencias psicóticas por debajo del umbral pero impactantes, experimentan un estigma más internalizado y perciben más ...
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El estigma y la discriminación hacia las personas con enfermedades mentales graves sigue siendo un problema social apremiante en los Estados Unidos y en todo el mundo. Los jóvenes con alto riesgo clínico de psicosis (CHR-P) experimentan experiencias psicóticas por debajo del umbral pero impactantes, experimentan un estigma más internalizado y perciben más discriminación que los pacientes ambulatorios adolescentes con otras afecciones de salud mental graves.
Aunque el etiquetado de CHR-P puede tener efectos positivos (validación, alivio, conexión a servicios especializados), tanto el etiquetado de CHR-P como las experiencias de síntomas también pueden catalizar la estigmatización (por parte de compañeros, familia, escuela y compañeros de trabajo, proveedores de salud, uno mismo) , que puede contribuir a la angustia, el miedo, las tendencias suicidas, la abstinencia, la falta de compromiso con los servicios e incluso la conversión a la psicosis.
Los estudios hasta la fecha sugieren que los tratamientos psicosociales estándar no mitigan completamente los efectos negativos del estigma para los jóvenes en CHR-P.
Aquí deseamos llamar la atención sobre la necesidad clínica de intervenciones relacionadas con el estigma de CHR-P que tienen sus raíces en la ciencia del desarrollo de adolescentes y adultos jóvenes. Además, dado que los jóvenes en CHR-P son diversos y con frecuencia reportan discriminación relacionada con otras identidades estigmatizadas, sostenemos que tales iniciativas también deben estar informadas por un marco de identidades sociales interseccionales.
Se están realizando esfuerzos en todo el mundo para prevenir o retrasar la aparición de psicosis entre los jóvenes del CHR-P. Aproximadamente entre el 22 % y el 38 % de los jóvenes del CHR-P desarrollan un trastorno psicótico, con una alta comorbilidad de trastornos depresivos y de ansiedad.
Dadas estas diversas presentaciones clínicas y trayectorias, los programas CHR-P emplean atención transdiagnóstica y basada en las necesidades. Se necesita con urgencia un enfoque complementario impulsado empíricamente dentro de estos programas para reducir los efectos nocivos de las experiencias de estigma.
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