La autolesión y la investigación suicida están teniendo un momento serio. En ningún momento en los últimos 20 años ha habido tal política e interés público en autolesiones y suicidios, al menos en el Reino Unido.
Existe un Ministro para la prevención del suicidio, el dinero se ha asignado específicamente a los esfuerzos de prevención del suicidio y la prevención de autolesiones se ha incluido como una prioridad en la Estrategia Nacional de prevención del suicidio para Inglaterra.
Por lo tanto, el excelente estudio realizado en The Lancet Psychiatry por Becky Mars y sus colegas sobre la predicción de intentos de suicidio en personas jóvenes que han tenido pensamientos suicidas previos o autolesiones no suicidas es extremadamente bienvenido y oportuno.
Una ventaja considerable de este gran estudio exploratorio, que se basa en las respuestas de los participantes en el estudio longitudinal de Avon sobre padres e hijos (un estudio de cohorte de nacimientos basado en la población en el Reino Unido), es que es prospectivo. Los factores de riesgo medidos entre los 15 y los 16 años de edad se utilizaron para predecir los intentos de suicidio a los 21 años. Estos hallazgos exploratorios ahora requieren replicación, especialmente en estudios con plazos más cortos entre la medición inicial de los factores de riesgo y los resultados.
Un hallazgo clave de este trabajo es que la autolesión (aquí denominada autolesión no suicida para distinguirla de los intentos de suicidio en los que se articuló la intención específica de morir) predice significativamente la transición de los pensamientos suicidas a los intentos de suicidio (razón de posibilidades [OR] 2 · 78, IC 95% 1 · 35–5 · 74; p = 0 · 0059).
Este hallazgo refuerza una base de evidencia ya sólida que indica que la autolesión (independientemente de la intención que la sustenta) es un factor de riesgo extraordinariamente importante para autolesiones futuras, suicidios y mortalidad temprana por todas las causas de muerte (con una media de 40 años). La vida se pierde por causas externas en quienes se autolesionan.
Dada esta base de evidencia cada vez mayor, ¿por qué la autolesión todavía no se toma en serio, ni siquiera es estigmatizada por el personal de primera línea con actitudes negativas?
En parte, el conocimiento y la capacitación insuficientes son responsables, y la evidencia apunta a importantes cambios positivos en las actitudes cuando el personal recibe una capacitación efectiva en autolesiones y concienciación sobre la prevención del suicidio.
Otro tema importante es que, por miles de razones, los jóvenes a menudo no son tomados en serio en su adolescencia.
Este punto se refleja con fuerza en los relatos de los jóvenes que reflexionan sobre por qué comenzaron a autolesionarse, qué los mantiene a sí mismos y qué podría ayudarles a dejar de autolesionarse; Se sienten condescendidos y no escuchados.
También es importante tener en cuenta que tales actitudes en la sociedad en general probablemente han afectado el alcance, la profundidad y la calidad de la investigación relacionada con la salud sobre cualquier tema en la adolescencia.
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