Antecedentes El abuso sexual infantil (CSA, por sus siglas en inglés) se ha convertido en un punto focal para los legisladores, las fuerzas del orden público y los profesionales de la salud mental. Con altas tasas de prevalencia en todo el mundo e implicaciones de gran alcance, a menudo crónicas, individuales y sociales, la CSA y su principal factor de riesgo, la pedofilia, ...
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El abuso sexual infantil (CSA, por sus siglas en inglés) se ha convertido en un punto focal para los legisladores, las fuerzas del orden público y los profesionales de la salud mental.
Con altas tasas de prevalencia en todo el mundo e implicaciones de gran alcance, a menudo crónicas, individuales y sociales, la CSA y su principal factor de riesgo, la pedofilia, han sido bien investigados. Esto ha dado lugar a una amplia gama de herramientas clínicas e instrumentos actuariales para el diagnóstico y la evaluación de riesgos con respecto a la CSA.
Sin embargo, los fundamentos neurobiológicos del comportamiento pedosexual, específicamente con respecto a los delincuentes pedófilos (PO), siguen siendo difíciles de alcanzar. Dichos biomarcadores para individuos con PO podrían mejorar potencialmente la detección temprana de individuos con PO de alto riesgo y mejorar los esfuerzos para prevenir CSA en el futuro.
Utilizar el aprendizaje automático y los datos de resonancia magnética para identificar a las personas con PO.
De una cohorte masculina de un solo centro de 14 individuos PO y 15 individuos de control sanos (HC) emparejados, adquirimos datos de imágenes de tensor de difusión (anisotropía, difusividad y seguimiento de fibra) en regiones de interés basadas en la literatura (corteza prefrontal, anterior corteza cingulada, amígdala, cuerpo calloso).
Entrenamos una máquina de vector de soporte lineal para discriminar entre individuos PO y HC utilizando estos datos de microestructura WM. Post hoc, investigamos las puntuaciones de decisión del modelo PO con respecto a las características sociodemográficas (edad, educación, coeficiente intelectual) y forenses (psicopatía, desviación sexual, riesgo futuro de violencia sexual) en la subpoblación PO. Evaluamos la especificidad del modelo en una cohorte externa de 53 individuos HC.
El clasificador discriminó PO de individuos HC con una precisión equilibrada del 75, 5 % (sensibilidad = 64, 3 %, especificidad = 86, 7 %, P5000 = 0, 018) y una especificidad fuera de muestra para identificar correctamente individuos HC del 94, 3 %. El patrón cerebral predictivo contenía anisotropía fraccional bilateral en la corteza cingulada anterior, difusividad en la amígdala izquierda y conectividad estructural de la corteza prefrontal-amígdala en ambos hemisferios.
Este patrón cerebral se asoció con el número de víctimas infantiles anteriores, la postura actual sobre la sexualidad y el riesgo evaluado profesionalmente de reincidencia sexual violenta en el futuro.
La microestructura anromal de la sustancia blanca en el circuito prefronto-temporo-límbico podría ser un posible correlato neurobiológico para las personas con PO con alto riesgo de reincidencia con CSA. Aunque preliminares y exploratorios en este punto, nuestros hallazgos resaltan el potencial general de los biomarcadores basados en resonancia magnética y, en particular, los patrones de microestructura de WM para la evaluación futura del riesgo de CSA y los esfuerzos preventivos.
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