Dos estudios liderados por la Unidad de juego patológico del hospital de Bellvitge y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) apuntan a que el género tiene un papel relevante en la evolución de la enfermedad. Las mujeres se inician en el juego de apuestas a una edad más avanzada que los hombres, pero luego evolucionan a estados más graves de forma más rápida, según ha informado hoy el centro.
Hasta ahora no existía prácticamente ningún estudio que comparara por sexos las características y la evolución del trastorno de juego hacia cuadros clínicos más severos. La Unidad de juego patológico y otras Adicciones Comportamentales del Servicio de psiquiatría del mencionado centro barcelonés y la UAB han liderado la publicación de dos artículos en Scientific Reports y Neuropsychiatrie que determinan que hombres y mujeres presentan perfiles diferentes en los trastornos ligados al juego de apuestas y en su evolución hacia estados más graves.
Los niveles de gravedad de adicción al juego más elevados entre las mujeres se asocian a una serie de rasgos que las diferencian de los pacientes hombres con patología también severa: juegan a menos variedad de juegos; lo hacen a una edad más avanzada (aunque, también en las mujeres una edad de inicio más precoz se asocia a mayor gravedad); viven solas (son predominantemente mujeres sin pareja o que salen de una separación o divorcio), y tienen un nivel económico medio-bajo o bajo, un peor estado de salud y han experimentado un mayor número de acontecimientos vitales estresantes a lo largo de su vida que los hombres.
De hecho, según ha informado el hospital, a menudo es posteriormente a situaciones traumáticas o estresantes cuando comienzan a jugar de forma problemática.
También se evidencia que las mujeres con un trastorno de juego más grave presentan más sesgos cognitivos, es decir más fantasías y creencias irracionales en relación al juego.
"Las mujeres con un trastorno del juego más grave comienzan a jugar más tarde que los hombres, pero en muchas ocasiones su evolución es más abrupta y el juego se convierte en una estrategia desadaptativa para evitar estados emocionales negativos o problemas de salud física", explica Susana Jiménez, jefe de la Unidad de juego patológico del hospital de Bellvitge, investigadora del IDIBELL y el CIBERobn y profesora de la Universidad de Barcelona.
De esta forma, para las mujeres los patrones de juego problemático se mantienen por un un proceso de reforzamiento negativo. Por lo tanto, el juego se convierte en el mecanismo para evitar o mitigar las emociones ligadas a tristeza o sentimientos de soledad o frustración con sus vidas.
En el caso de los hombres, las motivaciones iniciales tienen más que ver con la impulsividad, la excitación que provoca el juego, la posibilidad de ganar premios y la búsqueda de una gratificación inmediata. Sin embargo, la evolución hacia estados más graves de la adicción supone, también en los hombres, una progresión hacia la necesidad de huir de emociones negativas que el juego genera (pérdida de dinero, deudas, conflictos, mentiras a la familia ya las personas del entorno, etc). Por lo tanto, la conducta de juego se mantiene también por un patrón de reforzamiento negativo en las fases más avanzadas del trastorno.