La alianza, un concepto que se originó con la discusión de Bordin en 1979, se define como el conjunto de tres elementos: el acuerdo sobre los objetivos del tratamiento; la asignación de una tarea o serie de tareas; y el desarrollo de un vínculo.
Pero varios autores han determinado que los aspectos de la alianza dependerán de la naturaleza del tratamiento utilizado para crear el cambio. Es decir, la naturaleza de la alianza y cómo conduce a mejores resultados depende del tratamiento particular.
Evaluar la alianza necesita considerar la relación entre dos personas así como las dos personas, como individuos, con características individuales.
Según el modelo de relaciones sociales de Kenny, la evaluación se centra en tres componentes: percepción, objetivo y relación. En el nivel más básico, si la alianza es un aspecto importante de la atención de la salud mental, entonces la alianza medida durante el curso de la terapia debería predecir los resultados finales del tratamiento. Dicho de otra manera, cuanto más fuerte sea la alianza, mejores serán los resultados del tratamiento.
Es una construcción diádica que refleja la interacción entre un terapeuta y un paciente. Se podría decir que la contribución del paciente a la alianza es más importante para los resultados de la terapia. Por ejemplo, un paciente que tenga un estilo de apego seguro, ausencia de estrés en la vida, ningún trastorno de personalidad comórbido y estar motivado para reducir su angustia.
También, podría ser que los terapeutas sean capaces de formar mejores alianzas que otros, y que los beneficios de la alianza se deban principalmente a la contribución del terapeuta plantea la pregunta fundamental de cuáles son las características y las acciones de los terapeutas que forman alianzas sólidas en una variedad de pacientes. El predictor más fuerte de efectividad es un conjunto de habilidades interpersonales como fluidez verbal; comunicación del terapeuta de esperanza y expectativas positivas; persuasión; expresión emocional; calidez, aceptación y comprensión; empatía; capacidad de vínculo de alianza; y capacidad de respuesta de reparación de ruptura de alianza.
La atención a cómo el médico informa al paciente sobre el trastorno y la persuasión de la explicación del tratamiento a administrar son aspectos críticos de la atención de la salud mental. Por tanto, una buena comunicación del médico; cálido, comprensivo, afectuoso y empático, hará que el paciente perciba el tratamiento de manera que reduzca su angustia, por lo que tendrá mejores resultados de tratamiento en el paciente.
En conclusión, existe evidencia que sugiere que un conjunto de habilidades interpersonales facilitadoras demostradas por el terapeuta en situaciones interpersonales desafiantes crea alianzas más fuertes y mejores resultados. Sin embargo, es necesario realizar más investigaciones sobre cómo se deben aplicar estas habilidades en diferentes contextos, así como con diferentes pacientes. Y es importante ser consciente de que algunos pacientes responderán de manera diferente a la misma acción terapéutica.
