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Mirar al futuro en tiempos del coronavirus. Cuatro claves prácticas



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Noticia | 03/04/2020

Cuando uno está en un túnel, necesita proyectar sueños hacia el futuro. Divisar la luz que hay al final. Nada es eterno. Tampoco lo va a ser la Covid-19 ni el confinamiento en nuestras casas. Tarde o temprano se reducirá la cifra de contagios, llegará una vacuna y un tratamiento que nos cure. Mientras sucede, tenemos que pasar este tiempo de la mejor forma posible, a pesar de las circunstancias que nos haya tocado vivir.  En el libro NoMiedo expliqué que, en la mitología romana, el miedo es hijo de Venus, la diosa del amor. Esta tradición recoge, en formato metafórico, las vivencias del ser humano.  Es ella la que nos descubre que el miedo y el amor (o mejor dicho, el apego) están relacionados. El miedo surge cuando tememos perder aquello que tenemos y apreciamos.  Ese es el motivo por el que sentimos un pánico profundamente instintivo por la muerte, la enfermedad o la pérdida de familiares.



Hay, en cambio, miedos más sutiles, como el fracaso. Buscamos mantener el reconocimiento o la estima de otros. Lo más interesante, es advertir que el miedo mira hacia el pasado: a lo que tenemos. A aquello de lo no queremos desprendernos. Por eso es necesario poner energía en pensar nuestro futuro. En tener esperanza, pues orientarse hacia el futuro es poner la mirada hacia adelante, no en el miedo. Veamos cómo podemos pensar en el futuro de una manera positiva. De qué forma conseguimos superar estos días de manera más amable.


 
1.  Pensemos en acciones que dependan de uno mismo.  Viktor Frankl, prisionero en Auschwitz, escribió que cuando estaba en momentos muy difíciles, se quedaba atrapado en pensamientos cotidianos. Se preguntaba si podría comer una salchicha extra, pensaba en el dolor que le causaban sus zapatos desgastados y sobre tantos otros problemas de su día a día. Para recuperar la energía se imaginaba dando una conferencia en sillones cómodos, en un auditorio atento y agradable, hablando sobre la psicología de los campos de concentración. Esta perspectiva le permitía aliviar los malos momentos. Podemos aplicar la técnica en nosotros mismos. Si nos imaginamos que después de la crisis sanitaria llegará la bonanza económica, nos desesperaremos porque es improbable y ni siquiera depende de nosotros. Debemos focalizarnos en aquellos temas que están en nuestras manos: imaginar una fiesta con amigos, un paseo por nuestra ciudad, comenzar nuevos estudios o hacer esa escapada que siempre soñamos.  Vale la pena hacer una lista de acciones para una vez que hayamos superado la Covid-19. Si hemos perdido familiares, la sensación de vacío será inmensa, pero podemos visualizarnos habiendo superado la pérdida o, al menos, habiéndonos reconciliado con ella.



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2.  Diferenciemos fantasías de sueños.  Posiblemente incluiremos unos sueños más factibles que otros en nuestra lista de acciones. Aparecerán incluso meras fantasías que nunca cumpliremos. Las fantasías también tienen un sentido: entretienen a nuestra mente. No pasa nada por tenerlas. En mi caso, por ejemplo, llevo más de 15 años diciéndome que iré a bucear a un sitio muy bonito, pero nunca lo he hecho y dudo que lo haga. Siempre me ha servido de válvula de escape, aunque nunca me aportó demasiado. Por eso, para la situación actual, para enfrentarnos a la Covid-19,  es mejor que nuestra lista no incluya demasiadas fantasías, sino sueños que nos ilusionen y que realmente dependan de nosotros.



3.  Pongamos un propósito a nuestros sueños.  El sueño que cobra más fuerza es aquel que ayuda a terceros o atiende a un propósito. Seguramente echemos de menos cosas cotidianas, como dar un paseo, ver una película en el cine o comer en nuestro restaurante favorito. Todas estas acciones podrían formar parte de nuestra lista postCovid. Sin embargo, las que nos llenarán de vigor serán aquellas que van aparejadas a un fin concreto, como celebrar la amistad con una fiesta. Si hay un motivo que nos trasciende, se convierte en poderoso. O como resumía Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir puede soportar cualquier cómo”.


4.  No definamos una fecha concreta.  Aunque sepamos que todo esto va a pasar, no conocemos con precisión cuándo, ni debemos someter nuestra lista a una fecha concreta. Durante la Navidad de 1944, el campo de concentración de Auschwitz registró un número de víctimas más elevado del habitual. No es que empeoraran las condiciones, que siempre eran lamentables. Las bajas estaban relacionadas con las expectativas creadas por muchos prisioneros, que pensaron que serían rescatados durante aquellos días. Cuando advirtieron que no iba a ocurrir, se dejaron caer. Evidentemente, no es comparable a la situación que vivimos, pero el ejemplo nos sirve para aprender algo: soñemos, ilusionémonos con nuestra lista postCovid, démosle un sentido y no nos agobiemos con cuándo sucederá.

Fuente: El País
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