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Noticia | 21/09/2020

Por qué los grupos burbuja son una oportunidad de crecimiento para tu hijo



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Los grupos burbuja suponen una de las medidas que han adoptado los centros educativos para minimizar el riesgo de contagio: se trata de establecer grupos de convivencia estable entre los alumnos, formados siempre por los mismos niños y que no se mezclarán con otros. Delimitar y acotar esos espacios espacio son la única manera, corrobora Andrés Castro Blanco, director del colegio Diocesano Inmaculada Concepción de Jaén y profesor del Máster en Liderazgo y Dirección de Centros Educativos de UNIR, «de minimizar los contagios y de que en caso de darse un contagio se pueda hacer el rastreo y la trazabilidad. Lo pedagógico está en estos momentos supeditado a la salud y los niños, todo hay que decirlo, están respondiendo de forma excepcional a la medida, al igual que hicieron durante el confinamiento».


Pero no todo el mundo está de acuerdo con esta estrategia. Muchas padres critican que los colegios han decidido los integrantes del llamado Grupo Estable de Convivencia (GEC) «con poco cariño», sencillamente haciendo el corte según la lista alfabética de clase, lo que ha separado a muchos niños de su grupo de referencia, sin poder jugar con sus amigos de siempre, mientras están separados únicamente por una raya en el suelo del patio. Es cierto, reconoce el psicólogo Rafa Guerrero, director de Darwin Psicólogos, «que en función de dónde se haya hecho el corte y de qué amigos hayan tocado dentro del grupo, los niños van a estar más o menos contentos. Pero si logramos que sean conscientes de que esta medida es necesaria para tener más controlada la situación en el caso de que haya algún contagio por coronavirus, puede resultar un aprendizaje bastante positivo para todos. Es una manera, añade, «de adaptarnos al medio que nos ha tocado vivir, y hemos de tomarla como lo que es, algo circunstancial, que no va a ser para siempre y que algún día llegará el momento donde los niños puedan tener contacto con otros niños».


 
 
Pero de momento este escenario hace que sin duda, corrobora Javier Quintero, jefe de psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor y director de PsiKids, «uno de los retos a los que se enfrentan los más pequeños con la vuelta al colegio en el escenario COVID, es el replantearse las relaciones sociales». Los centros escolares, apunta este experto, «son espacios de relación y eso no tiene por qué cambiar este curso, aunque si adaptarse. Al organizarnos sobre grupos más pequeños, se reducen las opciones y se limita a cada menor a relacionarse solo con su “burbuja”, lo que puede ser complejo en niños con dificultades de relación previas, y que puedan haber quedado más o menos separados de sus amigos». Es por ello, que los colegios, añade Quintero, «debería tener este punto en cuenta y tratar, en la medida de lo posible, de incluir este criterio en la organización de los grupos y de esta forma no aislar más de lo imprescindible a alumnos más vulnerables».



Aspectos positivos


Pero por otro lado, prosigue este psiquiatra, «los grupos más reducidos y estables también ofrecen oportunidades para mejorar la socialización, pero debe ser proactiva por parte de los maestros, creando dinámicas que refuercen el grupo y claro está, incluyendo a todos los alumnos de la clase». Es verdad, corrobora el director del colegio de Jaén, «que no pueden realizar tanta actividad física, que no pueden jugar a cosas compartidas, ya sean grupo de convivencia estable o no, pero vamos a reinventarnos. No podemos jugar a policía y a ladrón pero juguemos a rayuela y a mil y otro juegos al aire libre donde no es necesario tener contacto extremo».


Guerrero está convencido de que esta situación excepcional les va a enseñar a los niños muchas cosas. «Aunque el día a día no va a ser como nos gustaría que fuese, esta situación anómala va a aportar unos aprendizajes y unos valores a nuestros hijos muy interesantes. Es más, va a ser un aprendizaje para todos». También para los más mayores, advierte el director de PsiKids, «para quienes el reto está en asumir el concepto de grupos estables y minimizar los contactos fuera de ellos, a la par que refuerzan su conciencia de problema y necesidad de autocuidado».


Entre las cosas que los más pequeños van a aprender, están las siguientes:


 
1) Aceptación de normas y límites: «Es que yo quería estar con mi amigo Juanito, y porque tenemos apellidos lejanos o distantes no nos ha tocado compartir burbuja porque se ha decidido así». «Es fundamental -apunta Rafa Guerrero-. El menor debe entender que se ha tomado la decisión de crear grupos burbujas para disminuir contagios. Es decir, que vamos a estar con estos alumnos y no con otros durante todo el día para hacer psicomotricidad y lectoescritura o lógico matemática juntos por el bien común. Saldremos beneficiados y/o perjudicados individualmente pero esto implica también asumir una serie de normas circunstanciales y se hace como medida de protección no solo de ellos sino de sus padres y de toda la sociedad».


2) Aceptar la frustración, la rabia o la tristeza que produce que tus amigos no estén contigo. En esta situación, señala Ana Asensio, doctora en neurociencia y psicóloga, «el niño va a comprender y aceptar que las personas no están siempre con sus mejores amigos y esto supone un saltito de madurez». O visto de otro modo, sugiere Guerrero: «qué maravilla porque me he quitado de encima a un compañero que me estaba haciendo la vida imposible».


3) Trabajar la resiliencia.  Se trata, afirma el director de Darwin Psicólogos, de «no quedarnos en la queja, sino de entender esta circunstancia como una oportunidad de crecimiento y de aprendizaje para aceptar lo que viene dado y que los menores aprendan a frustrarse» pero, advierte Asensio, «siempre y cuando el profesorado esté también atento para diferenciar que una cosa es que al principio al niño no le apetezca estar con unos compañeros determinados porque no componen su grupo de referencia, o que le suponga un esfuerzo, una pequeña crisis, y tenga que trabajar la resiliencia o el fortalecimiento a que el niño en el grupo burbuja empiece a sufrir, por otras causas, porque se encuentre aislado, no le hagan caso o él sufra otro tipo de circunstancias».


4) Los grupos burbuja como reto: «Los menores se van a dar cuenta de que se pueden encontrar nuevos amigos y de que es posible entablar nuevas relaciones». «Asumo que mi amigo está en otro cuadrado y conozco a otros amigos. No pasa nada, ya me volverán a juntar, comprendo dentro de las circunstancias y, aunque no me gusten, me esfuerzo por ver lo positivo», enuncia Asensio. «Qué duda cabe -concluye el director de Darwin Psicólogos-, de que cada situación de crisis puede ser una situación de aprendizaje, de renovación, una oportunidad ideal para reinventarse».

Fuente: ABC
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