Introducción
El dolor crónico sigue siendo un problema de salud de difícil tratamiento adecuado. Su causa desconocida y la compleja comorbilidad con otras enfermedades, incluidos los trastornos mentales, amplifican la gravedad de los síntomas, lo que en consecuencia disminuye la calidad de vida de los pacientes a largo plazo.
En nuestra práctica clínica,...
Introducción
El dolor crónico sigue siendo un problema de salud de difícil tratamiento adecuado. Su causa desconocida y la compleja comorbilidad con otras enfermedades, incluidos los trastornos mentales, amplifican la gravedad de los síntomas, lo que en consecuencia disminuye la calidad de vida de los pacientes a largo plazo.
En nuestra práctica clínica, coincidentemente encontramos evidencia de que el metilfenidato (MPH) controló de manera efectiva el dolor crónico en un paciente adulto con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). La eficacia de MPH en el tratamiento del TDAH está bien establecida; sin embargo, su utilidad en el tratamiento del dolor sigue sin estar clara.
Presentación del caso
Presentamos un caso raro de un paciente masculino de 43 años con 15 años de síntomas de dolor idiopático crónico que no respondieron adecuadamente al tratamiento estándar del dolor, como paracetamol, analgésicos no opioides y relajantes musculares. El dolor también persistió después de los tratamientos con antidepresivos y bloqueo epidural. Además, los síntomas empeoraron después de varias sesiones de terapia electroconvulsiva modificada.
Después de una evaluación exhaustiva en nuestra consulta externa psiquiátrica de niños y adolescentes, confirmamos un diagnóstico de TDAH en adultos con un tipo predominantemente inatento. Teniendo en cuenta este diagnóstico recién establecido, prescribimos metilfenidato del sistema oral de liberación osmótica (OROS). Dentro de 1 mes de tratamiento con una dosis de 18 mg/día de OROS-MPH, el dolor crónico del paciente mejoró dramáticamente de forma inesperada. y el paciente ya no experimentó síntomas de dolor.
La dosis de OROS-MPH se tituló mensualmente, llegando a 72 mg/día como dosis de mantenimiento, y los síntomas del TDAH mejoraron después de 4 meses de tratamiento. El paciente fue seguido regularmente durante 7 años durante su tratamiento con OROS-MPH. No se informaron efectos adversos, incluida la adicción a los estimulantes. Estaba estable en general y funcionaba bien en sus actividades diarias. Su dolor nunca se repitió.
Conclusión
Este reporte de caso sugiere que MPH puede ser potencialmente efectivo en el tratamiento del dolor crónico. Se necesitan más estudios para confirmar si MPH mejoró el dolor crónico simultáneamente o por separado de la mejoría en el TDAH.
Además, es esencial dilucidar los sitios anatómicos y los mecanismos farmacológicos moleculares relacionados con la acción de MPH en la modulación y percepción del dolor. Dichos sitios incluyen la vía del dolor dopaminérgico descendente y las áreas corticales superiores.
Ampliar nuestra comprensión puede reforzar la justificación para tratar el dolor crónico con MPH.
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