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LiterariaMENTE: conversaciones sobre literatura y salud mental

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La vejez y sus cuidados

Autor/autores: Literariamente: Literatura y salud mental
Fecha Publicación: 01/10/2025
Área temática: Psicología general .

La vejez y sus cuidados fue el tema que abordamos en nuestro encuentro LiterariaMENTE de septiembre, en el que participarán la escritora y periodista ÁNGELES CABALLERO y el psiquiatra y geriatra EDU DELGADO.

El ciclo LiterariaMENTE está organizado conjuntamente con la Fundación Manantial y el Hospital Ramón y Cajal. Con la colaboración de Cultura en Vena y el patrocinio de Lundbeck.


Eduardo inició su intervención agradeciendo a los organizadores y admitiendo sentirse fuera de su territorio, un contraste con su habitual mundo clínico. Aun así, se propuso “destripar” el libro, explorando su título y los temas que aborda. Subrayó la fuerza del término “vejez” y cómo la sociedad española sigue manteniendo una visión ambivalente: “Se nos llena la boca con ‘nuestros mayores’, pero seguimos apartando a los viejos”.


Para contextualizar, recordó el ensayo La vejez de Simone de Beauvoir y la llegada de la medicina geriátrica a España en 1979, basada en el modelo británico, y destacó la carencia de geriatras en el país, lo que evidencia la falta de inversión y reconocimiento de la atención específica a las personas mayores.


La conversación se acercó al libro, que Eduardo describió como un texto experiencial y confesional, cargado de sinceridad y con escaso uso de eufemismos. Ángeles, señala, logra conjugar la vejez con los cuidados, el duelo y la gratitud. Eduardo compartió tres fragmentos que marcaron su lectura: la rigidez y la incomodidad de las sillas en las salas de espera, la pérdida de autonomía que acompaña a la vejez y la enfermedad, y la fuerza de los vínculos que genera cuidar a alguien. Según él, estos fragmentos reflejan la esencia del libro: “Cuidar es un pegamento mucho más fuerte que la ideología. Nadie sabe nada hasta que le toca”.


Ángeles respondió con gratitud y humor, y compartió que su intención era que el libro siguiera viajando, transmitiendo emociones complejas como la rabia, la culpa y el humor que surgen en situaciones límite. Subrayó también el privilegio económico que le permitió dedicarse al cuidado de sus padres y agradeció el apoyo de personas cercanas, como Tomás,
quien fue su pilar. Incluso años después de la muerte de sus padres, Ángeles sigue descubriendo secretos familiares que, aunque desgastan, ayudan a sostenerse.



Eduardo retomó la conversación para profundizar en la etimología del cuidado, derivado del verbo “pensar”, y afirmó que cuidar no es solo acompañamiento o compasión, sino recuperación de autonomía. Analizó también los personajes del libro: la abuela
centenaria, la madre compleja y valiente, y el padre contradictorio. La nevera se convirtió en un símbolo del cambio, como momento en que la autora percibe que sus padres han entrado en otra etapa vital. Ángeles relató con humor y cariño episodios familiares que ilustran la complejidad de las relaciones: su madre manipuladora y valiente, la primera visita a Zalacaín
con su abuela y la confusión ante un postre con caramelo.


El tema central del libro, el cuidado, se abordó con intensidad. Ángeles admitió que cuidar fue agotador, pero que lo repetiría, porque es un vínculo irremplazable. Reconoció que no siempre apetece cuidar, que existen padres difíciles y, aun así, la vida coloca a los hijos en ese papel. Eduardo complementó esta visión explicando que los estudios muestran que la relación personal entre cuidador y cuidado influye directamente en el estado de ánimo, y que, en hospitales, los médicos a menudo se comunican más con los familiares que con los pacientes mayores.Un momento clave que ambos destacaron fue la escena en urgencias cuando Ángeles ayuda a su padre con el pañal.


El cambio de roles, de hija a cuidadora con control absoluto sobre la vida de sus padres, marca un antes y un después. Ángeles explicó cómo este papel puede desdibujarla en su propia vida, mostrando la complejidad emocional que acompaña a
quienes asumen el cuidado total. La autora también describió la “comunidad invisible” de las salas de espera, un espacio donde se comparten intimidades con desconocidos, donde el cansancio y la complicidad generan vínculos silenciosos y esenciales.


La conversación abordó la crudeza de la vejez y del cuidado con anécdotas que mezclaban lo dramático y lo humorístico: la nevera que ya no reconoce, la asistencia a su madre en observación hospitalaria y el incidente del pañal de su padre, que resultó ser un momento íntimo, salvaje y cómico a la vez. Ángeles describió cómo el cuidado puede convertirse en una competición consigo misma, desgastando emocionalmente, mientras que Eduardo resaltó la importancia de la toma de decisiones, a veces incluso por encima del deseo explícito del mayor, y cómo el sistema sanitario culturalmente distorsiona el manejo de la información, otorgando al familiar poderes que corresponden al paciente.



El diálogo también se centró en la muerte y la despedida. Ángeles habló de la dificultad de despedirse de sus padres en un hospital, con humor y realismo: la última frase de su padre fue “Aquí no hay jamón” y la de su madre un elogio a su hija, mostrando cómo la cotidianeidad y la emoción se entrelazan. También recordó el juicio ajeno, la crítica social hacia quienes
llevan a sus mayores a residencias y la sensación de injusticia y culpa que esto genera.



Eduardo abordó la complejidad de la decisión de ingresar a un mayor en una residencia, resaltando que tradicionalmente la labor de cuidado recae en mujeres, quienes además suelen trabajar dentro y fuera de casa. La falta de apoyo estructural, económico y formativo hace que la carga sea enorme y genere sentimientos de abandono por parte del mayor. Ángeles enfatizó la necesidad de una corresponsabilidad real entre hombres y mujeres, destacando que los cuidados no pueden recaer solo en las mujeres, y que la sociedad debe valorar y redistribuir estas responsabilidades.


El público intervino, compartiendo experiencias personales de cuidado y aprendiendo la idea de que, como cuidador, no se hace siempre lo que se quiere, sino lo que se puede.
Eduardo insistió en que el cuidado requiere de redes de apoyo y estructuras que permitan al mayor mantener su autonomía y al cuidador preservar su vida personal, más allá del dinero y los recursos limitados. Ángeles mencionó a Ángeles Durán y su concepto de que el cuidado se hereda generacionalmente, y recordó que para equilibrar la vida, hombres y mujeres deben
implicarse por igual en las tareas de cuidado.
Se abordó también el tema de la vejez y la enfermedad, destacando que en España existe la tendencia a asociarlas, lo que puede generar culpas innecesarias. Los cuidados paliativos fueron mencionados como un ejemplo de enfoque centrado en el paciente, más allá del diagnóstico o los plazos de vida, y se insistió en la necesidad de extender esta mirada a
todas las edades y situaciones.


La sesión cerró con la sorpresa de un anuncio editorial: Ángeles presentará el 8 de octubre su próximo libro, Orfidal y Caballero, un diario de reflexiones dividido por emociones, evocando la película Inside Out. Así se cerró un encuentro donde la vejez, el cuidado, la familia y la sociedad se entrelazaron en una conversación sincera, profunda y emotiva.

Palabras clave: libros y salud mental


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