La histeria en los últimos tiempos ha sufrido dos procesos: a) el término que la define se halla en retroceso en las clasificaciones internacionales, dispersándose sus manifestaciones clínicas en diferentes categorías diagnósticas y b) el síntoma se ha ido transformando debido al cambio de las circunstancias sociales, apareciendo solapado entre numerosos cuadros de apariencia orgánica. Sea como fuere, nos encontramos ante una realidad clínica con numerosas y engañosas formas de presentación a las que los psiquiatras tenemos que enfrentarnos a diario, las cuáles encajan en otras tantas categorías de las citadas clasificaciones, donde pierde su unidad estructural.
A pesar de que la histeria siga desconcertando a los médicos, tanto como sucedía cuando empezó a estudiarse seriamente en la Salpetrière, la seguimos reconociendo. En este trabajo pretendemos estudiar sus producciones sintomáticas clásicas mediante el concurso de la lingüística estructural. Actuando así demostraremos en nuestros propios pacientes las premisas desarrolladas por Lacan, tras la impronta del lingüista Roman Jakobson, destacado miembro de la Escuela de Praga y primer autor que habló de estructura. Veremos, en consecuencia, cómo los síntomas histéricos se presentan como una metáfora, esto es, como una de las figuras de la retórica que demuestra la existencia en las manifestaciones clínicas de una ?lógica del significante?
EL SÍNTOMA HISTÉRICO COMO METÁFORA
José Manuel García Arroyo; María Luisa Domínguez López; Pedro Fernández-Argüelles Vinteño; Olga
García López.
Departamento de psiquiatría. Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla
jmgarroyo@us. es
RESUMEN:
La histeria en los últimos tiempos ha sufrido dos procesos: a) el término que la define se halla en
retroceso en las clasificaciones internacionales, dispersándose sus manifestaciones clínicas en
diferentes categorías diagnósticas y b) el síntoma se ha ido transformando debido al cambio de las
circunstancias sociales, apareciendo solapado entre numerosos cuadros de apariencia orgánica. Sea
como fuere, nos encontramos ante una realidad clínica con numerosas y engañosas formas de
presentación a las que los psiquiatras tenemos que enfrentarnos a diario, las cuáles encajan en
otras tantas categorías de las citadas clasificaciones, donde pierde su unidad estructural. A pesar de
que la histeria siga desconcertando a los médicos, tanto como sucedía cuando empezó a estudiarse
seriamente en la Salpetrière, la seguimos reconociendo.
En este trabajo pretendemos estudiar sus producciones sintomáticas clásicas mediante el concurso
de la lingüística estructural. Actuando así demostraremos en nuestros propios pacientes las premisas
desarrolladas por Lacan, tras la impronta del lingüista Roman Jakobson, destacado miembro de la
"Escuela de Praga" y primer autor que habló de "estructura". Veremos, en consecuencia, cómo los
síntomas histéricos se presentan como una metáfora, esto es, una de las figuras de la retórica que
demuestra la existencia en las manifestaciones clínicas de una "lógica del significante".
SUMMARY:
Hysteria has been the protagonist of two processes in recent times: a) the definition which identifies
it remains nowadays in detriment inside international classifications), lavishing its clinical
manifestations in the different diagnostic categories and b) the symptom has been transformed due
to the change of social circumstances, hiding itself among numerous clinical pictures with organic
appearance. No matter how, we find a clinical reality with several and misleading forms of
presentation which psychiatrics like us- have to face everyday. These adjust themselves to other
categories also included in the previously mentioned classifications, where they lose their structural
unit. Despite the fact hysteria keeps on confusing the doctors, as much as it happened when it
began to be studied in Salpetrière, we persist on investigating it.
In this work we are determined to study the typical symptomatic productions through the
competitive examination of structural linguistic. By acting in that way we will reveal, by means of
our patients, all the assurances which were developed by Lacan, being this author also influenced by
the linguist Roman Jakobson, notorious member of the "Prague's School" and the first author who
talked about the term "structure". We will witness, subsequently, as the hysteric symptoms are
presented as a metaphor, that is, as one of the figures of the rhetoric which demonstrate the
existence of the "logic of the signifiant" in the clinical manifestations.
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EL SÍNTOMA HISTÉRICO COMO METÁFORA
1. Introducción
El término histeria aparece por primera vez en una obra de Hipócrates titulada Sobre las
enfermedades de las mujeres (1) y se ve impulsado en pleno siglo XIX por las traducciones
francesas que Littré realizó de los textos hipocráticos (2). El origen del vocablo se halla en la raíz
griega "hystera", traducida como "matriz" y su razón de ser tiene que ver con la "teoría de las
migraciones uterinas" asumida por el padre de la medicina y que realmente procedía de Platón.
Dicha acepción creó cierta confusión al incluir en el campo de la histeria de modo exclusivo a las
mujeres, pero Freud procuró librar al mundo de la medicina de este equívoco, mientras se
levantaban numerosas protestas a su alrededor.
Hablamos, por lo tanto, de un término de larga historia en nuestra especialidad y que en
1980 ha visto su ocaso, al desaparecer del argot psiquiátrico coincidiendo con la presentación de la
DSM-III. Este suceso tan singular, que ha producido un vacío diagnóstico, se ha argumentado en
base a las connotaciones peyorativas de la palabra. Aunque hoy en día nadie se toma en serio la
"hipótesis uterina", el término fue lo único que ha cambiado pues su realidad clínica sigue siendo
innegable, solo que se encuentra dispersa en numerosos apartados de las modernas clasificaciones
(3, 4), sobre todo entre los trastornos "disociativos" y "somatomorfos".
Pero no solo el término se halla plagado de connotaciones peyorativas, sino también la
patología en sí misma, pues se la ha considerado como "simulación", "voluntad de enfermar", "huída
hacia la enfermedad", "inautenticidad", "falsedad", etc, para la que Babinski, en este mismo sentido,
utilizó el nombre de "pitiasis. Ninguna de ellas se acerca siquiera a su realidad clínica de la histeria,
dado que no se trata de ningún fingimiento o ficción sintomática, sino que la aparición de los
cuadros se produce sin la participación voluntaria del paciente. Eso mismo hizo que fuera la primera
forma de neurosis que fue escuchada por el psicoanálisis y de cuya observación partió el discurso
psicoanalítico.
Sin embargo, sí que han permanecido en la moderna nosografía los vocablos de "conversión"
y "disociación" que no suelen prestarse a discusión. El primero de ellos, en tanto mecanismo básico
de la alteración que aquí estudiamos, alude a la expresión a través del cuerpo de conflictos psíquicos
como un intento de resolverlos (5), limitándose a las funciones motoras voluntarias o sensoriales y,
debido a ello, asemejan alteraciones neurológicas. Esto plantea realizar un diagnóstico diferencial al
que el mismo Freud tuvo que dedicarse al comienzo de sus investigaciones (6) y que fueran en
primera instancia los neurólogos, como Reynolds o Charcot, quiénes se interesaron vivamente por el
trastorno. La "disociación", por su parte, se asocia a alteraciones de las funciones integradoras de la
identidad, memoria o conciencia y pueden producir cuadros seudopsicóticos, y que aquí no vamos a
tratar.
El diagnóstico de los fenómenos conversivos se sustenta en los siguientes principios: a)
ausencia de alteración orgánica o, si existiese, es desproporcionalmente pequeña en relación a las
manifestaciones, b) hay pruebas de que el enfermo realmente puede hacer cosas que el considera
imposibles de hacer, c) la etiología es psicológica (psicógena) y d) se halla una discrepancia entre la
idea que tiene el paciente sobre el síntoma y el conocimiento de la anatomía y fisiología pertinentes.
Estos principios suelen ser conocidos por todos, pero pocos saben la aportación de Lacan a la
elucidación de los fenómenos implícitos en la histeria. Este autor tuvo la original idea de convertir el
inconsciente en una estructura de lenguaje, partiendo inicialmente de las ideas de Ferdinand de
Saussure (7), intentando así aportar al psicoanálisis el rigor del que tras la muerte de Freud carecía,
despojándolo de radicales mágicos, míticos y oscurantistas. En este contexto, los procesos que
Freud muestra en el capítulo VII de La interpretación de los sueños (8), las leyes del "proceso
primario", se asimilan a fenómenos lingüísticos, principalmente a dos figuras retóricas que son la
metáfora y la metonimia. Lacan habla de la "lógica del significante" refiriéndose a estas últimas dado
que ambas, como veremos seguidamente, forman parte de los principios que rigen las relaciones
entre significantes y, al mismo tiempo, son los principales puntos de argumentación en la que se
justifica la estructuración del inconsciente como lenguaje (9).
En este trabajo nuestro propósito va a consistir en demostrar en las manifestaciones
conversivas de nuestros pacientes (histéricos) cómo los síntomas van a asimilarse a una de estas
figuras, concretamente a la metáfora. Se desprenderá de ello, entender en qué consiste el valor
simbólico de los síntomas procurando establecer una diferenciación clara entre "simbólico" y
"simbolismo", que tanta confusión han provocado en relación al campo psicoanalítico. Para lograr
nuestros objetivos, partiremos de qué es una metáfora, tal como la concibe Roman Jakobson (10),
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lingüista perteneciente a la escuela de Praga, fundador de la "fonología estructural" y amigo
personal de Lacan, que influyó notablemente en las concepciones de este último.
Lo expuesto a continuación va a representar un espacio para la articulación entre lógica y
retórica y entre esta última y la clínica, en el que un buen número de pensadores de la talla de
Nietzsche (11), Derrida (12), Kristeva (13), Ricoeur (14), Burke (15) o Vattimo (16) han reparado.
2. Los casos clínicos.
Para mostrar el valor metafórico de los síntomas conversivos presentaremos a dos pacientes
tratados por nosotros en los que puede observarse más fácilmente los fenómenos metafóricos y, en
consecuencia, demostrar las tesis lacanianas. Esto no quiere decir que en otros casos un poco más
complicados de mostrar no se produzcan los mismos sucesos de lenguaje.
* Caso nº 1. Mujer de 56 años, vive en un pueblo de Sevilla y se dedica a las labores
domésticas. Tiene dos hijos que son mayores de edad y que recientemente se han
independizado. Presenta hemianestesia en la parte izquierda del cuerpo y ha sido estudiada
en el Servicio de neurología, no revelando hallazgos de interés en las pruebas realizadas.
Casada desde hace 26 años con un hombre que, según describe, se caracteriza por "beber en
exceso y no reconocerlo" y "cuando toma alcohol se pone muy violento y la paga conmigo".
El trabajo analítico de los primeros momentos se caracteriza por las explicaciones minuciosas
y continuas del síntoma, pero tras meses de paciente labor de escucha se descubre el
desengaño en la relación con el marido y el correspondiente desprecio que siente hacia él
pero, según indica, "no puede separarse" debido a su dependencia económica y personal (es
una mujer que nunca ha trabajado, ni ha tenido una vida independiente). Como era lógico
pensar, en la cama tiene a su marido en su costado izquierdo y en una de las sesiones hace
una afirmación espontánea que consideramos clave para entender el caso: "yo no quiero ni
rozarme con él".
* Caso nº 2. Mujer de 49 años, vive con su hija y recientemente se ha casado su hijo
mayor. Su marido trabaja en Alemania desde hace 12 años aproximadamente, pasando con
ella solo unos días al mes; por su parte, nunca ha querido irse a vivir a aquel país.
Recientemente ha presentado parálisis fláccida del brazo derecho, acompañada de dolor sin
una localización concreta en la zona posterior del tronco, siendo estudiada en neurología sin
obtenerse hallazgos de interés. Inicialmente la enferma ignora el origen del trastorno y ni
siquiera recuerda el momento en que comenzó. Solo tras una serie de sesiones se descubre
que todo empezó mientras le escribía una carta a su esposo en la que pretendía comunicarle
su decisión de separarse. La razón de esa actitud consistía en que se había enamorado
recientemente de su abogado y quería iniciar una nueva vida con un "hombre que pueda
estar siempre a su lado". Reconoce en la consulta que quería separarse de él pero, por otro
lado, si rompiera la relación le sería imposible hacer frente al nivel de vida que actualmente
lleva (compras, esteticistas, ropas, . . . ).
3. Concepto de metáfora.
Los tropos o usos figurados del lenguaje pueden reducirse a dos grandes categorías
conocidas desde antiguo: la metáfora y la metonimia. La concepción más moderna de ambas se
debe, sin lugar a dudas, a Jakobson, quién en 1956 presentó un importante artículo en el que
diferenció ambas figuras en relación a lo que llamó "los dos ejes del lenguaje" (sintagmático y
paradigmático) (17). En esta concepción los defiende como dos procesos distintos y hasta opuestos,
lo que deduce de su exhaustivo estudio del lenguaje en pacientes afásicos, incluso llega a
presentarlos como dos modos de funcionamiento mental distinto. Estos planteamientos tan geniales
y novedosos a la vez, influyeron decisivamente sobre Lévi-Strauss y Barthes, quiénes a partir de ahí
cambiaron algunos puntos que tenían esbozados.
Se denomina metáfora al producto de designar algo con el nombre de otra cosa o la
transferencia de un nombre, como es el caso de: "surcar el mar", "cabellos de oro", "ratón de
biblioteca", "Julieta es el sol" (Shakespeare), "sois mi león soberbio y generoso" (Victor Hugo), "el
hombre es solo una caña" (Pascal) o "la fe es un gran árbol" (Péguy). Es fácil darse cuenta de que
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los nombres empleados en la construcción metafórica pertenecen a campos semánticos distintos. Su
estudio ha quedado confinado principalmente al terreno de la retórica, un contexto en el que se la
considera como la figura más importante del discurso o incluso, en algunos casos, como la forma
bajo la cuál se originan los demás tropos (18). En cualquier caso, la metáfora enriquece la lengua al
llenarla de múltiples sentidos figurados.
Lo que sucede en la metáfora es la sustitución de un significante (S1) por otro (S2). Vamos a
intentar explicar cómo se produce este proceso para, más tarde, poder aplicarlo a los síntomas
histéricos; tomamos un ejemplo fácil de la vida cotidiana: "mi padre estaba asándose" intentando
expresar que esa persona estaba "acalorada". Para construir la metáfora tenemos que estudiar los
siguientes elementos:
a) Los dos significantes (S) que participan en la operación metafórica con sus
correspondientes significados (s):
-Un significante es el que aparece en la frase que contiene la metáfora y es el que sustituye:
"asar" o "asarse" (S2), cuyo significado es "exponer al fuego directamente" (s2). Ambos quedarían
separados por la "barra de significación" saussuriana, del siguiente modo:
S2
---s2
"Asar"
------------------------------Exponer al fuego directamente
=
-El significante que sustituido es "acalorado" (S1), cuyo significado es "sentir un exceso de
calor" (s1):
S1
----s1
=
"Acalorado"
-----------------------Sentir exceso de calor
b) organización de la metáfora: lo que sucede entonces es que el significante S2 ("asar") se
superpone o sustituye a S1 ("acalorado"). Vemos que en el proceso se pierde el significado s2
("exponer al fuego directamente") y por lo tanto, ya no va a intervenir; ciertamente ya no tiene
sentido plantear el significado literal de "asarse". Utilizando la fórmula jakobsoniana de la metáfora,
tal como nos la transcribe Joel Dor (9), tenemos:
S1
---s1
.
S2
---s2
-->
S2
----S1
--s1
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S2
----S1
---s1
=
Asar
--------------Acalorado
---------------Sentir exceso
de calor
Obsérvese que el signo S1/s1 se constituye ahora como el nuevo significado de S2
("asarse"). Al mismo tiempo, esta construcción (metafórica) demuestra hasta la saciedad dos
aspectos en los que Lacan insiste:
a) La "autonomía del significante respecto al significado", que expresa cómo "S" y "s" no
tienen por qué ir siempre unidos de modo necesario. Aquí puede verse claramente cómo S2 se
desprende libremente de su significado (s2) para formar la metáfora.
b) la "supremacía del significante en relación al significado". Se trata de una afirmación
básica para entender a Lacan e indica que "S" y "s" no tienen el mismo estatuto, pues se revela el
carácter primordial del significante determinando al significado y no al revés; de hecho, va a
convertirse en el elemento-guía en la metáfora y, por supuesto, en las intervenciones
psicoanalíticas. Pero esta determinación se ejerce no solo respecto al significado, sino también en
relación al sujeto a quién predetermina sin que lo sepa.
4. Valor metafórico de los síntomas conversivos.
El mismo análisis que puede hacerse de las metáforas contenidas en las expresiones literarias
o en la vida cotidiana, vamos a utilizarla en el caso de los síntomas de conversión; para tal fin, nos
emplearemos a fondo en los dos casos clínicos que hemos propuesto.
* Caso nº 1.
a) Significantes en juego:
-Lo que aparece en primer término es la "hemianestesia" convertida en significante (S2), al
ser aquello que se manifiesta ante el médico y ante las demás personas con las que la paciente se
relaciona. El significado (s2) consiste en tratarse de una supuesta "enfermedad del sistema
nervioso".
S2
---s2
=
Hemianestesia
-----------------------------------Síntoma de enfermedad neurológica
-El significante de la enfermedad sustituye a otro, que es "Ni rozarme" (S1) y que adopta
diferentes significados que van desprendiéndose del trabajo analítico con la paciente, como son los
referidos al marido: "me da asco", "lo odio", "me he desencantado" (s1). Dicho de otra manera, "ni
rozarme" significa para la paciente que odia al marido, le da asco, etc.
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S1
---s1
Ni rozarme
-------------------------------------------Me da asco, lo odio, me he desencantado, . . .
=
b) Formación de la metáfora. Utilizando la fórmula que antes mostramos obtenemos:
S2
---S1
---s1
=
Hemianestesia
-----------------------Ni rozarme
---------------------Me da asco, lo odio, . .
Es muy importante aquí tener presente que el significante del síntoma (hemianestesia = S2)
es lo que la paciente trae a la consulta y es el dominante; de hecho es el que la lleva al servicio de
neurología. Pero, no dejemos de pensar en que su significado (s2) de "enfermedad neurológica" se
ha perdido, ya que no es una patología del sistema nervioso, sino un enigma sintomático que no
tiene una respuesta física, sino psicológica y que va a consistir en el desciframiento de la metáfora
durante el tratamiento. En cambio, S1 y sus correspondientes significados (s1) se hallan bajo la
"barra de significación" y son ahora el significado de la "hemianestesia", constituyéndose como los
"significantes reprimidos" que "rescataremos" en el trabajo que hagamos con la paciente a fin de
que el síntoma desaparezca.
* Caso nº 2. Efectuamos una operación parecida a la anterior:
a) Significantes en juego:
-El primero de ellos, consiste en el significante del trastorno que la lleva a la consulta del
neurólogo y es la parálisis (S2), cuyo significado es como en el caso anterior un "síntoma de
enfermedad neurológica" (s2):
S2
----s2
=
Parálisis
-----------------------------------Síntoma de enfermedad neurológica
-El segundo significante es el que se descubre a lo largo de las sesiones y que fue el primero
en aparecer; se trata de la imposibilidad de escribir la carta (S1), que lleva parejo como significado
la pérdida de poder adquisitivo, de nivel de vida, . . . (s1):
S1
---- =
s1
No escribir la carta
------------------------------------------Pérdida poder adquisitivo, nivel de vida. . .
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b) Formación de la metáfora:
S2
---S1
---s1
=
Parálisis
-----------------------------------------No escribir la carta
-----------------------------------------Pérdida poder adquisitivo, nivel de vida. .
En este segundo caso vemos como el conflicto de la paciente queda elegantemente
expresado en la metáfora y que, de forma análoga al anterior, implica un desciframiento del síntoma
hasta hallar aquellos significantes ocultos (reprimidos). La parálisis, aparte de significar "no poder
escribir la carta", expresa que a partir de ahí la paciente va a prestar la atención al (supuesto)
problema físico haciendo a un lado tanto la ruptura como su nueva relación. Mediante el síntoma se
resuelve el conflicto, al menos temporalmente.
5. Discusión y conclusiones.
En las líneas precedentes hemos intentado demostrar la tesis lacaniana acerca del valor
metafórico del síntoma (histérico), una tarea difícil dado que hablar de histeria hoy en día es algo
complicado, ya que: 1) esta denominación ha desaparecido de la faz de la psiquiatría, aunque se
utilice frecuentemente a la hora de comunicarse verbalmente entre los mismos profesionales, y 2)
las grandes manifestaciones histéricas de antaño, descritas por los clásicos, parecen haberse
esfumado.
Para alcanzar nuestro objetivo, hemos prestado atención a la influencia decisiva que el
lingüista Roman Jakobson, miembro destacado de la escuela de Praga, ha ejercido sobre Lacan. El
lingüista precitado llegó a la conclusión de que tras metáfora y metonimia existen dos formas
opuestas de actividad mental; no se trata tan solo de la especulación de un hombre genial sino que
su descubrimiento se ubica en un verdadero trabajo de investigación en el terreno de las afasias,
curiosamente un tema que también mantuvo entretenido a Freud y sobre el que escribió. Además,
las tesis jakobsonianas fueron confirmadas en relación a las formas literarias por Roland Barthes, en
cuyos hallazgos desgraciadamente no podemos entrar aquí, y por el propio Lacan, quién asoció las
leyes del "proceso primario" descritas por Freud a las dos figuras de la retórica.
Nuestras pretensiones aquí han sido mucho más modestas, al
intentar asociar las
manifestaciones conversivas con la metáfora mediante el concurso de dos casos clínicos y, al
entenderlo así, cobra vigor la afirmación lacaniana con la que inicia su obra: "el inconsciente está
estructurado como un lenguaje". En este desvelamiento, nosotros no inventamos nada, tan solo
escuchamos al paciente y, en vez de interpretar ("esto significa tal cosa") como hacían los
postfreudianos desviados, dejamos que sea él mismo quién nos de la respuesta. Este proceder
agradaría bastante al maestro francés, para quién la labor de un psicoanalista es como la de un
escriba que da fe de cuanto sucede al paciente.
Existen, no obstante, varios puntos que conviene discutir:
a) La cuestión del conflicto se muestra patente en ambos casos, pero se trata de conflictos
que las pacientes no desean resolver porque conllevan una pérdida que en ambos casos se asocia a
la compañía y a la economía. Ambas, al querer tenerlo todo, tienen que poner en juego sus
significantes para hacer aparecer la metáfora sintomática.
b) Los posibles beneficios secundarios. Dado que las pacientes se convierten en (supuestas)
enfermas debido a la patología pseudoneurológica, obtienen el "beneficio primario" de resolver el
conflicto sin mover un dedo, pero también al adquirir este papel fácilmente pueden caer víctimas del
mismo y no querer salir por las ganancias que les reporta (beneficio secundario). En el primer caso
observamos como la paciente logró que su marido controlase un poco mejor la bebida mientras se
hallaba ocupado con unos médicos y con otros, mientras que, en el segundo, se libró de la
insistencia del abogado al pedirle relaciones sexuales.
c) El tema de simbólico/simbolización nos parece también muy interesante. "Lo simbólico"
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desde la perspectiva expuesta solo puede ser entendido del modo lacaniano, a saber, en tanto
lenguaje en su dimensión significante. En nuestros casos, aparece reflejado en la elección de los
significantes que entran en liza en la metáfora y así podemos contemplar como en el primer caso,
para no sentir al marido despreciado, "lo mejor" es una anestesia y, en el segundo, ante una acción
que conlleva pérdidas, "lo más aconsejable" es una parálisis. Lacan había tomado esta idea de
"simbólico" de la "función simbólica" de Lévi-Strauss (19).
En cambio, el "simbolismo" es otra cosa radicalmente diferente y podemos considerarlo algo
vetado en el moderno psicoanálisis. Se refiere a que de antemano asignamos un significado a un
hecho (significante), lo cuál se revela completamente falso como puede verse en los siguientes
ejemplos: soñar con la caída de los dientes significa muerte o fantasear con agua es renovación o
cambio. Cualquiera de estas interpretaciones puede considerarse imaginaria, al tiempo que tener en
cuenta el sistema significante (y sus leyes) implica, como antes se dijo, la ausencia de relación fija
entre "significante" y "significado" lo que imposibilita un significado dado de antemano. Se acabaron
así las interpretaciones que el analista se saca de la manga y que si el paciente no las acepta, está
resistiéndose. En esta directriz, el analista se convierte en un práctico de la función simbólica.
d) Freud pensaba la conversión como un "salto de lo psíquico a la inervación somática", que
él mismo consideraba difícil de concebir. El asunto de por qué aparecen las conversiones tiene su
razón de ser, que no se halla en la inervación, dado que estos cuadros no la respetan (6), sino en el
hecho de que existe un "lenguaje somático", esto es, que el cuerpo se halla significantizado.
Solamente así los pensamientos inconscientes (significantes) pueden ser retraducidos al lenguaje
somático (significantes también).
Fenichel (20) al referirse a la histeria, habla del "primitivo lenguaje de las palabras", lo que
apunta directamente a la existencia de un pensamiento mágico de imágenes de carácter arcaico. No
se trata de nada primitivo en la histeria, ni de una regresión desde la realidad al mundo mágicoprimitivo, sino de una combinatoria significante, que sigue una lógica tal como hemos visto.
Justamente esto fue lo mismo que Lévi-Strauss (21) descubrió en los mitos de las diferentes
culturas, que no tenían nada de primitivo en cuanto se halla la "función simbólica" (y no el
simbolismo).
e) Al quedar un significante bajo la barra existe en el síntoma histérico algo que descifrar, lo
que no sucede en el síntoma neurológico que se agota en la manifestación física. En efecto,
considerar el valor metafórico del síntoma es equivalente a la aparición de una vertiente de
desvelamiento, que se manifiesta con la pregunta del paciente: "Si no es nada del cuerpo, entonces
¿de qué se trata doctor?". En este sentido, Lacan nos ha aportado numerosas claves para detener el
deslizamiento continuo de la cadena significante en un punto y así poder hacer que el paciente se
interrogue acerca del sentido de sus producciones sintomáticas, lo cuál viene a ser equivalente a
descubrir los S1/s1.
Freud apelaba a las ideas inconscientes para entender la génesis de la conversión,
descubriendo el sustrato básico del mecanismo pero, por desgracia, no contaba con una herramienta
tan poderosa como es la lingüística estructural. Lo expresado hasta ahora prueba que los síntomas
histéricos son "formaciones del inconsciente", como Freud precisó, pero la originalidad lacaniana
consiste en entenderlos en términos lingüísticos y de modo concreto afirmó con rotundidad: "El
síntoma se resuelve enteramente en el análisis del lenguaje, porque el síntoma está en sí mismo
estructurado como un lenguaje".
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