Autor/autores:
Wekerle, Kim y Wong
En todos los países, existe un consenso sobre una definición de abuso sexual infantil (CSA) en términos de comportamientos de contacto, como el contacto sexual y la violación (Dubowitz, 2017). Sin embargo, la CSA con contacto (es decir, la exposición a la pornografía, el acoso sexual verbal) está relacionada con la angustia de los adolescentes y una...
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En todos los países, existe un consenso sobre una definición de abuso sexual infantil (CSA) en términos de comportamientos de contacto, como el contacto sexual y la violación (Dubowitz, 2017). Sin embargo, la CSA con contacto (es decir, la exposición a la pornografía, el acoso sexual verbal) está relacionada con la angustia de los adolescentes y una peor calidad de vida, en comparación con los jóvenes sin CSA (Mohler-Kuo et al. , 2014).
Con más de 10 años de seguimiento de datos médicos, los jóvenes CSA comprobados tenían 3 veces más probabilidades de presentar un trastorno de salud mental, en comparación con la población general. Más del 20 % de los jóvenes CSA tenían de 2 a 3 diagnósticos, y más del 22 % tenían más de 4 diagnósticos (Alie-Poirier et al. , 2020). Cabe señalar, sin embargo, que se encontró que las asociaciones con CSA y diagnósticos psiquiátricos eran más fuertes con el abuso sexual infantil (CSA) autoinformado que con CSA establecido por la agencia (Mills, Kisely, Alati, Strathearn y Najman, 2016).
El estigma y la traición se han reconocido como cargas psicológicas impuestas a las víctimas de CSA (Finkelhor & Browne, 1985). La traumatización desafía el desarrollo del yo hacia una identidad competente (Penner et al. , 2019; Dereboy et al. , 2018).
Un modelo de autocastigo (Flett et al. , 2012) postula que la sensibilización a la autoestima negativa conduce a una generalización excesiva del yo como inadecuado, prefiriendo experiencias confirmatorias, incluida la autolesión. Esto puede tener una función a corto plazo (adherencia rígida a ser demasiado autosuficiente, mantener altos estándares), pero una disfunción a más largo plazo (Flett et al. , 2015).
Angelakis, Austin y Gooding (2020) encontraron que para los intentos de suicidio (hasta los 24 años), la tasa más alta fue para CSA (OR = 3. 41), y CSA se asoció con un aumento de 4 veces en haber hecho planes para suicidarse. En la revisión de Liu et al. (2018), se encontró un tamaño de efecto medio para la relación de CSA con las autolesiones no suicidas. La CSA se asoció con un aumento de más de 6 veces en las autolesiones repetidas, y se vinculó con la pérdida y la vergüenza (Troya et al. , 2021).
La CSA está directamente relacionada longitudinalmente con las autolesiones no suicidas y los intentos de suicidio entre las niñas involucradas en el sistema de justicia (Rabinovitch, Kerr, Level & Chamberlain, 2017) y con los intentos de suicidio entre los reclusos adultos (58% hombres; Angelakis, Austin & Gooding, 2019). La edad temprana de inicio de la CSA (antes de los 9 años) está relacionada con una mayor intención suicida, particularmente con la coexistencia de abuso físico, lo que predice la edad del primer intento de suicidio (Lopez-Castroman et al. , 2013).
En una revisión metaanalítica de estudios, se encontró que los riesgos atribuibles a la población para los sobrevivientes de CSA femeninos y masculinos eran de alrededor del 22 % (mujeres) y del 11 % (hombres) para el comportamiento suicida (Devries et al. , 2014). En una revisión de solo en estudios longitudinales de suicidalidad en jóvenes y adultos jóvenes, el nivel de riesgo atribuible poblacional fue de 14, 3% (Castellvi et al. , 2016).
En un gran estudio de clínicas de defensa infantil, 1 de cada 3 jóvenes informaron que "a veces quieren morir" (Bernard-Bonnin, Hebert, Allard-Dansereau y Gauthier-Duchesne, 2017). Si bien se ha argumentado que el desarrollo está guiado por el autoderecho innato, para el joven sobreviviente de CSA, mantener una afiliación positiva consigo mismo es un problema muy real. La ira relacionada con el PTSD media en la relación CSA-adolescente con problemas de bebida en jóvenes involucrados en el bienestar infantil (Hudson et al. , 2017). La ira puede no ser evidente hasta que la comparación social y las conceptualizaciones aumentan en la adolescencia (Thomas et al. , 2012; Walker et al. , 2021).
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