1. INTRODUCCIÓN
La prevalencia de los trastornos depresivos en la infancia y adolescencia varían según diversos estudios alrededor de un 6% para el trastorno distímico y de 1,8% para la depresión mayor (1-4). Estas cifras parecen que son menores en la etapa preescolar y más elevadas en la adolescencia (3).
Actualmente es aceptado por la mayoría de los investigadores y clínicos que el síndrome depresivo afecta a los niños y adolescentes de forma similar al de los adultos aunque se discrepa en la forma en que pueda manifestarse (5). No existen criterios diagnósticos específicos para los niños usándose normalmente los de la CIE-10 y el DSM-IV, aunque muchos autores consideran que se debería de hacer un esfuerzo para introducir criterios específicos para la infancia y adolescencia que tuviesen en cuenta los aspectos evolutivos del síndrome y la edad. Con los criterios actuales no sabremos realmente cual es la incidencia y la prevalencia de los síndromes afectivos en los diferentes periodos cronológicos del niño, pues las diferencias encontradas bien pueden deberse a dificultades metodológicas debidas a variaciones de la sensibilidad y especificidad de los instrumentos diagnósticos cuando se aplican a diferentes edades.
La depresión es un síndrome que invade todas las áreas de funcionamiento del sujeto, siendo de especial interés en el caso del niño y adolescente su relación con el rendimiento escolar. Un niño deprimido presenta desinterés, dificultades en la concentración y en la atención que pueden influir en el rendimiento académico cuando su duración se prolonga en el tiempo. Algunos estudios se han realizado en este sentido. Cabe resaltar el estudio efectuado en nuestro país por A. Polaino y E. Domènech (2) en el año 1985 en una muestra de 6432 de niños escolarizados en 4º de EGB y en donde se abordó el tema de depresión infantil y rendimiento académico, encontrándose que los niños repetidores manifestaban unas puntuaciones más altas en síntomas depresivos que los no repetidores.
No son muchos los estudios que se hayan centrado en la relación entre morbilidad psiquiátrica y rendimiento escolar; la mayoría de ellos no han analizado de forma específica y con detenimiento el rendimiento. Se han encontrado relaciones significativas entre el rendimiento académico deficiente y los trastornos por abuso de substancias (6-9), trastornos de déficit de atención (10,11), trastornos por estrés postraumático (12) y trastornos depresivos (13-17). Sorprende que no sean muchos los estudios y más aún cuando gran número de dispositivos asistenciales de psiquiatría infantil reconocen que uno de los motivos más frecuentes de consulta es precisamente el bajo rendimiento escolar (18,19). Sin embargo la literatura médica no ha tenido en cuenta la enfermedad afectiva o psiquiátrica en general en la infancia como causa de los déficits sociales, físicos o académicos (20), y a pesar de ello nadie duda que la mayoría de las alteraciones psiquiátricas provocan conflictos en el contexto escolar y en otras situaciones sociales.
Volviendo a la relación entre enfermedad afectiva y rendimiento académico, apuntar que las habilidades escolares de los niños depresivos no difieren de las de otros niños y que la evaluación de la inteligencia y de los trastornos de aprendizaje nos muestran que no existen diferencias entre los niños deprimidos y no deprimidos, pudiendo considerar por tanto que los problemas escolares son, al menos en parte, secundarios a una alteración cíclica de la conducta (7).
El rendimiento escolar deficiente y duradero va a dar lugar al fracaso escolar. Éste es cada vez más frecuente y su aumento va paralelo con un mayor nivel de exigencia y complejidad de la enseñanza. Con la aplicación de la ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) en el año 1990 que obliga a todos los alumnos a estar escolarizados hasta los 16 años muchos de ellos con rechazo escolar y/o bajos rendimientos académicos se ven obligados a continuar en el colegio, emergiendo una nueva situación que entre otros aspectos ha propiciado la aparición de nuevos problemas en el contexto escolar y familiar (violencia, aumento del número de fracasos, conflictos padres-hijos y padres-escuela). Para estos nuevos problemas, de momento, no hemos sabido ofrecer soluciones. Teniendo en cuenta sólo las razones individuales y excluyendo los déficits instrumentales (trastornos específicos, inteligencia...) nos encontramos que un alumno puede entrar en fracaso escolar por (19) :
1. Desinterés, cuando el niño entra en una desgana electiva con todo lo relacionado con la escolaridad y sin embargo puede mostrarse muy interesado por otras actividades, incluso intelectuales que no forman parte de su programa escolar.
2. Pasividad escolar, que es cuando el niño logra realizar sus tareas sólo si es estimulado y confortado constantemente.
3. La oposición escolar, el niño manifiesta su malestar y rechazo al colegio de forma clara, pudiendo presentar alteraciones de conducta de tipo perturbador, absentismo, falsificación de notas etc.
Las tres situaciones mencionadas pueden ocasionar con el tiempo la aparición de trastornos afectivos en el niño debido a que la escolarización se convierte en un estresor potente (también para los padres y profesores) influyendo negativamente sobre la autoestima, percepción de las competencias sociales y las expectativas futuras. No cabe duda que todas las personas implicadas de forma consciente o inconsciente consideran que el niño con fracaso escolar tiene fuertemente disminuidas sus posibilidades de integrarse de forma satisfactoria en el mundo socio-laboral y esto, de forma directa o indirecta se le es transmitido continuamente al niño.
El presente trabajo no intenta dilucidar si los desajustes escolares producen los problemas emocionales en el niño, o si son éstos los que ocasionan los desajuste escolares. Para ello sería necesario otro tipo de diseño de investigación y analizar con más profundidad las características personales de los niños, las circunstancias específicas de cada colegio y por último explorar el funcionamiento y la estructura familiar, los estilos educativos y la existencia de conflictos entre los padres. Partimos de la base que el modelo que mejor explica las causalidades sería el circular y que las interacciones en juego son complejas y circulares. Es decir que un trastorno depresivo puede producir, aunque no siempre, un bajo rendimiento escolar y éste si es prolongado en el tiempo puede ocasionar, aunque no siempre, alteraciones emocionales. También es probable que ambos fenómenos, bajo rendimiento y depresión, puedan aparecer conjuntamente sin que entre ellos exista ningún tipo de relación.
Nuestra meta es examinar las relaciones entre síntomas depresivos, rendimiento académico, edad y género en los adolescentes pero sin extraer conclusiones sobre donde se encuentra el origen del problema. Para ello, como ya hemos comentado, se necesitaría otros modelos de estudio.
2. OBJETIVOS
El objetivo del estudio fue analizar la relación entre síntomas depresivos, rendimiento académico, edad y género en una muestra de adolescentes (n: 264) de entre 13 y 16 años provenientes de centros públicos y privados-concertados de Granada.
3. SUJETOS Y MÉTODOS
En la tabla 1 se presentan las características de la muestra (tamaño, distribución por género, rendimiento académico, tipo de centro escolar y por grupos de edad) .
Los síntomas depresivos se evaluaron por medio del <I>Children's Depression Scale</I> (CDS; Lang y Tisher, 1978) en la adaptación española de Seisdedos, (TEA Ediciones, 1983 [20]). El periodo escogido para la aplicación de la prueba fue un mes antes de la finalización del curso académico. Para la evaluación del rendimiento escolar se tuvo en cuenta las calificaciones escolares obtenidas a final de curso, subdividiéndose éstas en las siguientes categorías:
- (1) Rendimiento Excelente (el alumno obtiene nota media de sobresaliente)
- (2) Rendimiento Muy Bueno (el alumno obtiene nota media de notable)
- (3) Rendimiento Bueno (el alumno tiene todas las asignaturas aprobadas en Junio)
- (4) Rendimiento Deficiente (el alumno suspende en Junio de una a tres asignaturas)
- (5) Rendimiento Muy Deficiente (el alumno suspende en Junio más de tres asignaturas).
El CDS es un cuestionario formado por 66 ítems y que conforman ocho subescalas; seis de ellas son de tipo depresivo (Respuesta afectiva, Problemas sociales, Autoestima, Preocupación por la muerte, Sentimientos de culpabilidad y Depresivos varios) y de las cuáles se obtiene una puntuación total TD (Total Depresivo) que es la que se ha tenido en cuenta en el presente estudio para la evaluación de los síntomas depresivos. Las dos subescalas restantes son de tipo positivo (Ánimo-alegría y Positivos varios) obteniéndose una puntuación total TP (Total Positivos). Ambos conjuntos, TD y TP, se mantienen separados y permiten dos subescalas generales independientes.
El tratamiento estadístico (comparación de medias independientes y análisis de la varianza) se ha efectuado mediante el paquete SPSS-10.
4. RESULTADOS
En la tabla 1 aparecen las puntuaciones en síntomas depresivos en relación con el género, el rendimiento académico, tipo de centro escolar y la edad, recodificada ésta en cuatro grupos.
Observamos como las niñas puntúan globalmente más en síntomas depresivos que los niños siendo las diferencias estadísticamente significativas.
Con relación al rendimiento escolar se muestra claramente que los síntomas depresivos van aumentando conforme el rendimiento académico es más deficiente. Es de señalar que los niños/as con rendimiento muy bueno expresan menos síntomas negativos que aquellos con rendimiento excelente aunque las diferencias entre estos grupos no son significativas. Las diferencias estadísticamente significativas entre los diferentes grupos de rendimiento académico se muestra también en la Tabla 1. Si recodificamos la variable Rendimiento Académico sólo en dos categorías: 1, Rendimiento Académico Bueno (Excelente, Muy Bueno y Bueno) y 2, Rendimiento Académico Malo (Deficiente y Muy Deficiente) y la relacionamos con los síntomas depresivos encontramos igualmente que las diferencias son estadísticamente significativas (<I>t</I>: 5,14; gl:262; p:0,000).
Los alumnos escolarizados en Centros Concertados versus Centros Públicos presentan escasas diferencias (no significativas) en síntomas depresivos.
Los sujetos de más de 15 años son los que más síntomas depresivos presentan pero las diferencias sólo son estadísticamente significativas si las comparamos con las obtenidas con el grupos de 15 años y no con los otros grupos de edad.
En la figura 1 se observa que la presencia de síntomas depresivos se da por igual en ambos sexos hasta la edad de 15 años y es partir de aquí cuando las niñas empiezan a mostrar más síntomas depresivos que el resto de los subgrupos. En la tabla 2 se muestra las puntuaciones detalladas en síntomas depresivos obtenidas por los varones y mujeres en función de la edad. Se comprueba que tanto los niños como en niñas presentan las puntuaciones más bajas (estadísticamente significativas) a la edad de 15 años y es a partir de los 15 cuando las niñas expresan más síntomas depresivos que los niños como ya hemos comentado anteriormente.
En la tabla 3 aparecen las diferencias por género en síntomas depresivos cuando lo relacionamos con rendimiento académico. Se sigue manteniendo tanto en los niños como en las niñas las puntuaciones más bajas en el subgrupo de rendimiento académico muy bueno. Las niñas en general presentan más síntomas depresivos conforme el rendimiento es más deficiente. Sin embargo, en los niños las puntuaciones más altas en depresión no se da en la categoría muy deficiente sino en la categoría deficiente no encontrándose, por tanto, la relación lineal de más síntomas depresivos a peor rendimiento como si sucede en el caso de las niñas.
5. DISCUSIÓN
<I>Síntomas depresivos edad y género</I>
Lo primero que encontramos es que las mujeres presentan más síntomas depresivos que los varones. Este dato apunta en la línea de numerosas investigaciones previas que afirman que en las poblaciones preadolescentes no existen diferencias por sexo en la expresión de depresión 2 y los que sí encuentran lo hacen a favor de los varones (22) . En la adolescencia se invierte la tendencia y son las mujeres las que presenta mayor frecuencia de síntomas depresivos.
Lo que no queda claro es definir el periodo cronológico concreto en donde las adolescentes empiezan a presentar más trastornos depresivos. Muchos estudios (21, 22) lo sitúan al comienzo de la pubertad (¿cambios hormonales?). Sin embargo, nuestros datos no parecen corroborar esta hipótesis, pues cuando desglosamos las puntuaciones por grupos de edad, observamos que la mayor puntuación en síntomas depresivos de los adolescentes se produce por la aportación exclusiva de las adolescentes mayores de 15 años. De todas maneras hay que ser cautos, pues la falta de concordancia entre las investigaciones podrían deberse a las diferencias muestrales, al uso de distintos instrumentos de medida y la utilización de diferentes puntos de corte en las escalas. Somos conscientes de las limitaciones metodológicas de nuestro trabajo entre ellas, quizás la más importante, el no tratarse de una muestra aleatorizada; también el haber utilizado el CDS como medida de síntomas depresivos, cuando otras investigaciones han aplicado el CDI (Cuestionario de Depresión Infantil de Kovacs) no permitiendo que la comparación sea totalmente válida. Además en nuestra muestra la población mayor de 15 años es pequeña (n:41), y el azar hubiera podido producir estos resultados. A pesar de todo ello pensamos que clarificar y verificar los datos anteriores sería de utilidad en la medida que nos permitiría profundizar en la etiología de los cuadros depresivos desde otra perspectiva: emocional, cognitiva y social, además de la implicación de los cambios hormonales.
<I>Síntomas depresivos y Tipo de Colegio</I>
Al igual que en el estudio de Polaino et cols (2) no se han encontrado diferencias significativas en la expresión de síntomas depresivos con relación al tipo de centro escolar. Algunos trabajos han comunicado mayor incidencia de trastornos depresivos en los centros escolares privados.
<I>Síntomas depresivos y Rendimiento Académico</I>
En general se acepta que los niños con rendimiento académico deficiente presentan más morbilidad psiquiátrica en general (4,6-12) y depresiva en particular (2, 13-15, 25). Nuestros datos, por tanto, apuntan en el mismo sentido de otras investigaciones que hallan una fuerte asociación entre síntomas depresivos y mal rendimiento académico. El sustrato etiopatogénico de tal relación habría que buscarlo, entre otras razones, en que el rendimiento académico es uno de los indicadores más valorados por padres y maestros cuando se trata de evaluar y juzgar los comportamientos de los hijos/alumnos (26). Un bajo rendimiento académico va a generar consecuencias muy diversas y de índole negativa en las relaciones familiares (desacuerdos entre los padres, conflictos padres-hijos y conflictos familia-escuela) y que a su vez inducirán en el joven sentimientos de culpabilidad, percepción negativa de su autoconcepto y de sus habilidades académicas y que vendrán a sumarse a los factores que ya estuvieran influyendo sobre el mal rendimiento (16, 27).
De igual Modo que un mal rendimiento escolar puede provocar un trastorno depresivo, un trastorno depresivo puede originar un fracaso en el rendimiento. El niño depresivo tiene disminuidas sus capacidades cognitivas, no muestra interés y sus expectativas futuras son negativas con lo cual su rendimiento y adaptación escolar se puede ver afectada.
Por tanto la relación entre síntomas depresivos y rendimiento académico probablemente sea bidireccional y sólo la evaluación individualizada de cada niño nos permitirá hipotetizar sobre el sentido en el que actúan los factores causales implicados. Tampoco se podría descartar que algunos niños estuvieran depresivos presentaran mal rendimiento y sin embargo ambas variables no estar correlacionadas. Hay niños que mejoran de la depresión y sin embargo han continuado mostrando desinterés por las tareas escolares.
<I>Diferencias por género en la relación de Síntomas depresivos y Rendimiento Académico<I>
Nos ha sorprendido encontrar diferente tipo de relación entre síntomas depresivos y rendimiento académico dependiendo del sexo. En la búsqueda bibliográfica que hemos realizado no hemos encontrado referencias a este aspecto. Aunque en términos globales depresión rendimiento están asociados, se observa que son las mujeres con un rendimiento académico muy bajo las que conforman el grupo de mayor riesgo de depresión. Además en las mujeres, la relación síntomas depresivos y rendimiento es prácticamente lineal, es decir más síntomas depresivos a peor rendimiento. En los varones sin embargo no es así no son los de peor rendimiento los que tienen más síntomas depresivos. Quizás este subgrupo presente otro tipo de psicopatología como por ejemplo mayor incidencia de trastornos disociales. No hemos elaborado, de momento, una explicación teórica para estos datos. Como ya hemos comentado anteriormente nos sería necesario replicar el estudio con muestras más amplias, aleatorizadas y específicamente diseñadas para validar las hipótesis planteadas.
6. CONCLUSIÓN
1. Las mujeres adolescentes presentan más síntomas depresivos que los varones adolescentes.
2. A mayor edad de los sujetos más síntomas depresivos.
3. El mal rendimiento escolar se ha relacionado directamente con la presencia de síntomas depresivos, de tal manera que a peor rendimiento escolar, mayor puntuación en síntomas depresivos.
4. Como hallazgos secundarios y que habría que verificar en estudios posteriores con muestras más amplias y específicamente diseñados a tal fin, encontramos que:
4.1. El aumento de síntomas depresivos con la edad se efectúa exclusivamente por la mayor puntuación obtenida por las mujeres mayores de 15 años.
4.2. Las mujeres empiezan a presentar más síntomas depresivos que los varones a partir de los 15 años y no al principio de la adolescencia.
4.3. La asociación entre rendimiento académico y síntomas depresivos es diferente entre los varones y mujeres. En la mujer la relación es más directa y lineal que en los varones; además las mujeres de más de 15 años y con rendimientos académicos muy deficientes conforman el subgrupo con mayores puntuaciones en síntomas depresivos.
Por último concluimos, a partir de los datos expuestos, que el contexto escolar y en concreto la evaluación sistemática del rendimiento académico debería convertirse en variable clave para el despistaje y la detección precoz de los trastornos depresivos en la adolescencia. Además habría que confirmar si las adolescentes mayores de 15 años con rendimientos académicos muy deficientes conforman un subgrupo de alto riesgo para los trastornos depresivos.
7. BIBLIOGRAFÍA
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