El DSM-IV-TR considera que sólo cuando los rasgos de la personalidad provocan un malestar muy grande y un deterioro familiar, social y laboral, podemos hablar de trastorno de la personalidad. Estos trastornos suelen ser egosintónicos.
Los trastornos de la personalidad son un grupo de condiciones mentales en las que una persona tiene un patrón de pensamientos, sentimientos y comportamientos que son significativamente diferentes de lo que la sociedad espera. Estos patrones suelen ser inflexibles, se manifiestan en múltiples contextos y pueden causar un considerable malestar o dificultad en las relaciones personales y en el trabajo.
Los trastornos de la personalidad suelen comenzar en la adolescencia o a principios de la edad adulta.
Clasificación
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) agrupa los trastornos de la personalidad en tres clústeres basados en características descriptivas similares:
Clúster A (extraño, excéntrico)
Trastorno paranoide de la personalidad: Desconfianza y sospechas hacia los demás, viendo sus motivos como malévolos.
Trastorno esquizoide de la personalidad: Desapego de las relaciones sociales y restricción de la expresión emocional.
Trastorno esquizotípico de la personalidad: Malestar agudo en las relaciones cercanas, distorsiones cognitivas o perceptivas y excentricidades del comportamiento.
Clúster B (dramático, emocional, errático)
Trastorno antisocial de la personalidad: Desprecio por y violación de los derechos de los demás, falta de empatía, y comportamiento a menudo criminal.
Trastorno límite de la personalidad (borderline): Inestabilidad en las relaciones interpersonales, autoimagen, afectos y marcada impulsividad.
Trastorno histriónico de la personalidad: Atención excesiva, emocionalidad y búsqueda de aprobación.
Trastorno narcisista de la personalidad: Grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía.
Clúster C (ansioso, temeroso)
Trastorno de evitación de la personalidad: Sensibilidad al rechazo, timidez y necesidad de ser querido.
Trastorno dependiente de la personalidad: Dependencia excesiva de otros y necesidad de ser cuidado.
Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad: Preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control.
Tratamiento
El tratamiento de los trastornos de la personalidad puede ser desafiante, ya que las personas con estos trastornos a menudo no ven sus pensamientos y comportamientos como problemáticos.
Los enfoques comunes incluyen:
Terapia psicológica: La terapia cognitivo-conductual y la terapia dialéctica comportamental (especialmente para el trastorno límite de la personalidad) son efectivas para muchos trastornos de la personalidad.
Medicación: No hay medicamentos específicos para los trastornos de la personalidad, pero los medicamentos como los antidepresivos, los estabilizadores del estado de ánimo y los antipsicóticos pueden ayudar a controlar los síntomas o trastornos coexistentes.
Educación y apoyo grupal: Ayuda a las personas a entender y manejar su diagnóstico.
El manejo eficaz de los trastornos de la personalidad requiere un enfoque holístico y a menudo multidisciplinario que incluya la educación del paciente y de sus familiares, la terapia personalizada y el soporte a largo plazo.