Presentamos el caso de una paciente de 50 años con antecedentes de etilismo en remisión y trastorno bipolar acompañado de insomnio pertinaz y sensación de desrealización que ingresa para estabilización psiquiátrica. Al ingreso presenta quejas de tinte depresivo con notable carga angustiógena, insomnio, múltiples somatizaciones y pensamiento obsesivo además de sintomatología bipolar de ciclos rápidos En breves días remitió la sintomatología depresiva y ansiosa, recuperando el ritmo sómnico. No así el síndrome somatomorfo obsesivo que refiere como "una especie de brazo de alambre que me nace de un hueco de la muela y me rodea hasta llegar a los tobillos, dando vueltas constantes como una noria". El cuadro sintomático le genera notable sufrimiento, y es resistente al tratamiento psicofarmacológico combinado que se le aplica, ya que le descompensa otros procesos, si bien la bipolaridad responde bien y rápidamente al ajuste. Se le han practicado una batería de pruebas psicodiagnósticas que ratifican el perfil depresivo y neurótico (ansiedad y obsesión) del cuadro, no apreciándose sintomatología psicótica. Por el contrario, la paciente tiene un perfecto control de la realidad (con un tono lastimero y derrotista, eso sí) pero no se aprecia en ningún momento proceso delirante alguno. La exploración neurológica no revelaba alteraciones de interés. Ante la persistencia del cuadro somático se le derivó (a petición razonable de la paciente) a dos departamentos de neurología diferentes, que –tras profusas exploraciones, TAC, PET- descartaron patología específica. Han pasado 3 años y la paciente se encuentra estable psicopatológicamente, sin recidivar en el trastorno bipolar, libre de ansiedad y síntomas obsesivos, con una notable mejora en concentración, memoria y orientación espaciotemporal y se mantiene abstinente del alcohol. Respecto al trastorno de síntomas somáticos sigue presentando “sensaciones” muy amortiguadas y perfectamente llevaderas que no le han descompensado en absoluto. DISCUSIÓN: La psicopatología múltiple es temida por los profesionales, empezando por el tratamiento, ya que lo que es bueno para un proceso suele ser malo para otro y viceversa, de ahí la necesidad de diagnóstico preciso y una jerarquía de síntomas diana, renunciando inicialmente a tratarlo todo. Parecería que el trastorno bipolar o el etilismo, incluso los síntomas obsesivos tendrían un mayor rango nosológico y sin embargo predominaron los trastornos somatomorfos que –por otra parte- conducen a largas y caras exploraciones médicas y muchos son sumamente resistentes al tratamiento.
Gloria Campomanes, psicóloga, Fundación Instituto Spiral Carlos Sirvent, psiquiatra, Fundación Instituto Spiral Pilar Blanco, médica psicoterapeuta, Fundación Instituto Spiral Lucía Quintana, psicóloga, Fundación Instituto Spiral Cruz R
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