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Visiones, imágenes y reflejos de los mayores en la sociedad del siglo XXI.

Autor/autores: Juan Lirio Castro
Fecha Publicación: 01/03/2008
Área temática: Neurocognitivos, Trastornos neurocognitivos .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Si atendemos tanto a las imágenes que se presentan de las personas mayores como a los discursos que se elaboran en torno a ellos podemos llegar a configurar/crear una visión de las personas mayores que, presumiblemente, se aleje de tan poliédrica realidad. Nuestro trabajo pretende reflexionar sobre estos aspectos (visiones, imágenes y reflejos), con el fin de analizar y valorar en que medida se aproximan o se alejan de la realidad.

En este sentido consideramos que el imaginario construido sobre determinados colectivos, en este caso sobre las personas mayores, lejos de ser casual, obedece a determinados intereses que conviene desentrañar para caminar hacia sociedades más justas, respetuosas con las diferencias y enriquecidas por las diversidades.

Palabras clave: mayores, siglo XXI


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Visiones, imágenes y reflejos de los mayores en la sociedad del siglo XXI.

Juan Lirio Castro; David Alonso González; Inmaculada Herranz Aguayo.

Resumen

Si atendemos tanto a las imágenes que se presentan de las personas mayores como a los discursos que se elaboran en torno a ellos podemos llegar a configurar/crear una visión de las personas mayores que, presumiblemente, se aleje de tan poliédrica realidad. Nuestro trabajo pretende reflexionar sobre estos aspectos (visiones, imágenes y reflejos), con el fin de analizar y valorar en que medida se aproximan o se alejan de la realidad. En este sentido consideramos que el imaginario construido sobre determinados colectivos, en este caso sobre las personas mayores, lejos de ser casual, obedece a determinados intereses que conviene desentrañar para caminar hacia sociedades más justas, respetuosas con las diferencias y enriquecidas por las diversidades.

Introducción

¿Qué parámetros utilizamos para definir que es ser mayor hoy?¿Contribuye la imagen social del mayor a su desarrollo e integración social, o por el contrario lo dificulta? ¿es una visión realista o estereotipada? ¿Es una visión única /unívoca o múltiple/poliedrica? ¿Quiénes generan esas imágenes? ¿Qué sentido / función tienen? ¿Cambian los tiempos y las visiones sobre las personas mayores? ¿Cómo se posicionan las personas mayores ante estas visiones? ¿Qué papeles pueden/tienen/deben desarrollar? ¿Los imaginarios sociales sobre las personas mayores, incluyen o segregan? ¿Hasta que punto la construcción de la imagen social de las personas mayores influye en la atención / ubicación que se les presta? 

Para poder dar respuesta a estas cuestiones presentamos un análisis que intenta aproximarse a la forma en la que se construye la visión de las personas mayores en la sociedad del siglo XXI. Nos apoyamos para el análisis, en algunos de los elementos/ejes que crean imágenes / discursos / prácticas sobre lo que supone ser mayor hoy, tanto a un nivel estructural como simbólico.

Estos elementos /ejes son:

- Medios de comunicación Social

- Familia.

- Instituciones educativas.

- Literatura Gerontológica / Legislación y Planes de Acción.

En todos estos elementos de análisis pretendemos observar en que medida aparece visibilizado el colectivo de personas mayores, así como conocer los discursos que sobre ellos se generan y comprobar la potencia de estas ideas en la construcción de los imaginarios sociales, prestando especial interés a las principales atribuciones que se asignan a las personas mayores.


La construcción social de la imagen social de los mayores: Presencias y Ausencias

Como vemos a las personas mayores y como ellas mismas se perciben (es decir la imagen social y el autoconcepto) son productos generados socialmente. En el continuum entre vejez como déficit o como desarrollo se configuran una serie de presencias y ausencias, legitimadas por diversos agentes o espacios de socialización, que sitúan a los mayores en escenarios con un mayor o menor peso, con mayor o menor distorsión y más o menos conectados con la realidad de un colectivo como el de las personas mayores, cada vez más numeroso, dispar y heterogéneo.

A continuación y de una manera gráfica, presentamos un cuadro en el que se sitúan los principales agentes sobre los que prestamos atención y en donde señalamos los polos entre los que se configuran y recrean los diferentes discursos.

 


Cuadro 1: Construcción social de los discursos sobre las personas mayores


. Medios de Comunicación: “De la invisibilidad al mayor como consumidor, pasando por la alusión a la experiencia”

En la actual sociedad del conocimiento el peso que adquieren los medios de la información y la comunicación tanto en la socialización como en la generación de discursos es tan grande que, sin duda, puede llegar incluso a eclipsar los discursos construidos desde otras agencias o instancias.

En este sentido, aproximarnos a los discursos que en los mass media se generan y construyen sobre los mayores, resulta clave si queremos comprender las ideas sobre las que giran los discursos sobre este grupo de edad en la sociedad.

Así encontramos que los mayores es un grupo de edad que no aparece habitualmente en los medios de comunicación social, si no es para protagonizar noticias puntuales y normalmente vinculadas a la muerte en soledad o relacionados con productos y sucesos supuestamente típicos de esa edad (vinculados a los déficits: dentaduras postizas, perdidas de orina, prótesis, audífonos…) o como si se tratase de piezas de museo o seres atípicos cuando se resaltan aspectos, en principio positivos, como puedan ser el mantenimiento de la actividad sexual o la práctica de deportes de riesgo…

Ahora bien, en la medida que aparecen algunos cambios demográficos como la disminución de la natalidad y una mayor esperanza de vida aumenta, encontramos que el grupo de mayores se constituye como segmento poblacional atractivo para los medios de comunicación dado su peso cuantitativo en las sociedades contemporáneas.  

Asistimos por tanto a la invisibilidad de este grupo poblacional, exceptuando aquellas imágenes que vinculan directamente a los mayores con actividades atribuidas supuestamente a la edad y en general conectadas a una imagen de mayor como dependiente, tranquilo, abuelo ideal y en cierto modo desvinculado.  

Pero también aparecen algunos reflejos que vinculan al mayor con la experiencia como un valor positivo, encontrándonos así productos o anuncios que tienen como protagonistas a mayores o productos elaborados por ellos esgrimiendo como valor vendible la calidad de los mismos dado que en su elaboración la experiencia ha jugado un papel importante (la cultura de la experiencia). Se encarna así un reflejo positivo que no deja de ubicar a los mayores en papeles tradicionales de abuelo, cocinera o apelando a la supuesta sabiduría que por el hecho de tener una edad se alcanza. Aspecto éste que no deja de ser un mito más en relación a este grupo de edad en el que se enmascaran sobrecargas invisibles o roles atribuidos sin mediación de la voluntad del sujeto como es el caso del “síndrome de las abuelas esclavas”.

Finalmente, asistimos en un escenario donde el zapping se ha convertido en una experiencia integradora que permite dar una mayor visibilización de las personas mayores (que en su mayoría son adultos más que mayores propiamente dichos) que se vinculan a productos o servicios destinados a ellos, o a los que interesa tener como clientes. Es decir, la sociedad de consumo ha descubierto por sorpresa el potencial de este grupo como consumidores. Así se les vende un sinfín de productos destinados a parecer más jóvenes, y se les incluye en espacios y/o escenarios, vinculados a roles y actividades que tradicionalmente les habían estado vetados (ocio, diversión, deportes, moda, etc. ).  

Como afirman Yuni, Urbano y Arce (2003) en un análisis de la prensa argentina asistimos a un reduccionismo del envejecimiento a dos campos discursivos: 1) el envejecimiento biológico (arrugas, manchas, etc. ) y 2) la tecnologización del cuerpo (avances de la ciencia).


. Familia: “De carga a cargos”.

Hacer un análisis de la situación de los mayores en el ámbito familiar supone un objetivo excesivamente extenso para este trabajo. Por ello intentaremos apuntar algunos datos que quizá nos deben hacer relativizar determinados mitos y estereotipos de una imagen del mayor propia de nuestra sociedad predemocrática. De hecho, es curioso observar la idea de cambio que hemos experimentado los ciudadanos desde el último tercio del siglo XX en el ámbito educativo, político, social y económico, mientras sostenemos una imagen social del mayor que parece no estar sujeta a los cambios de esta sociedad. Se da así la paradoja de que los mayores parecen ser los únicos que no han cambiado en este proceso.

La consideración de que los mayores son personas altamente envejecidas y por lo tanto dependientes se constituye como la idea básica sobre la que se sostiene la mayor parte de los mitos vinculados a los mayores. Para comenzar debemos tener en cuenta que el 64% de los mayores tiene entre 65 y 79 años y el 36% son mayores de 80 años (Informe 2006, IMSERSO). Del total de mayores la prevalencia de la dependencia es de 10, 4% y de discapacidad 16, 1% (Encuesta de Condiciones de Vida de los mayores, 2004. IMSERSO). Sin embargo estamos habituados a encontrar alusiones permanentes a la imagen del mayor sujeta a relaciones de dependencia. Bajo este paraguas imaginario se generan una serie de roles y estereotipos asignados entendiendo los intereses y realidades de los mayores desde esta imagen distorsionada.

- La convivencia del mayor asociada a la dependencia de los hijos: Si revisamos el imaginario colectivo de nuestra población a través de los medios de comunicación aparece de manera sistemática el mayor residiendo en el domicilio familiar de los hijos de manera dependiente de esa unidad familiar. Sin embargo una mínima aproximación a la estructura de los hogares nos desvela una realidad bien distinta, el 76, 9% de los hogares están encabezados por ellos mismos.  

 


Ilustración 1: Estructura de los hogares en la población mayor de 65 años


Los dos tipos de hogares mayoritarios en España son los hogares nucleares sin hijos y los hogares unipersonales, esto es, la convivencia de una pareja de personas mayores y la situación de vivir solos. Esta situación es explicada en multitud de ocasiones por los cambios producidos en la familia y la incorporación de la mujer al trabajo que no permite el cuidado de sus mayores. ¿Cabe preguntarse la posible preferencia de los mayores a vivir en sus domicilios personales para no perder su autonomía? Es, como mínimo, imprudente pensar que la mayor parte de los mayores entienden como situación ideal la convivencia en el domicilio de sus hijos.  

- Los mayores como cargas económicas: Es curiosa la coexistencia de la idea de que el mayor supone una carga económica cuando la mayor parte sostienen sus propios hogares y el 55% está muy o bastante satisfecho con su situación económica. (Encuesta de Condiciones de Vida de los mayores, 2004. IMSERSO).

- La idea de que el mayor que no convive con los hijos tiene una relación deficitaria con los mismos, mientras una acercamiento a la realidad nos desvela que el 79, 1% tiene relaciones con los familiares mantiene un contacto de una o dos veces por semana como mínimo teniendo en cuenta que el 49, 9 % lo hace todos casi todos los días (Encuesta de Condiciones de Vida de los mayores, 2004. IMSERSO). Por tanto, asociar la ausencia de relaciones familiares con la no convivencia en el mismo hogar es un error propio de una tradición histórica heredada de las sociedades agrarias donde familia y hogar coinciden en tiempo, forma y escenario.

- Los abuelos cuidadores de los nietos. Uno de los pocos roles que en el imaginario colectivo tenemos del mayor en el contexto familiar es el de cuidador de los nietos. Si bien es cierta esta tarea en el 27, 6% de los casos (Encuesta de Condiciones de Vida de los mayores, 2004. IMSERSO), debemos tener en cuenta que en absoluto supone la tarea principal del mayor. Esta actividad va perdiendo importancia en la vida cotidiana de nuestros mayores a medida que van aumentando en edad fruto, no solo, de su mayor dificultad para el cuidado sino por una cuestión puramente generacional.  

 




Lo que quizá sí represente algo novedoso en este sentido es la entrada de los hombres mayores como cuidadores, teniendo en cuenta que de los mayores entre 65 a 74 años, el 39, 5% de los hombres son cuidadores y en el caso de la mujer es el 36, 1%. Podríamos hablar de la aparición o surgimiento de los “abuelos cuidadores” (Pérez Ortiz, 2006)

- La idea de que el mayor no tiene actividad en el ámbito privado cuando en la realidad el mantenimiento y cuidado del hogar supone un tiempo diario altamente significativo ( 4:51 horas mujeres y 2:05 en el caso de los hombres), (Las Personas Mayores en España. Informe 2006. IMSERSO).

- La ausencia de relaciones afectivas y sexuales en los mayores. Es evidente que desde esta imagen del mayor la generación y creación de nuevas relaciones afectivas no aparece en el escenario de la imagen colectiva. Sin embargo la tasa de nupcialidad de personas mayores de 65 años es de 1, 7‰, -debemos tener en cuenta que el de la población total ronda el 5‰-, (Las Personas Mayores en España. Informe 2006. IMSERSO). Esta tasa media por sexo no supone una realidad homogénea dado que en el caso de los hombres la tasa de nupcialidad supone cuatro veces más que la de las mujeres.

- La ausencia de relaciones sociales de los mayores. Parece presuponerse que la generación de relaciones sociales con grupo de pares pertenece a las edades más jóvenes y, en todo caso, a la vida activa vinculada a la posición en el mercado del trabajo. Sin embargo los mayores en España dicen mantener contactos con los amigos con alta frecuencia (todos o casi todos los días o dos o más veces) en el 69, 1%. Así mismo, declaran encontrarse muy satisfechos o satisfechos con estas relaciones en el 90, 1%. (Encuesta de Condiciones de Vida de los mayores, 2004. IMSERSO). En definitiva esta pequeña inmersión en la realidad de la vida familiar de los mayores en España nos hace pensar que si en la sociedad general evidenciamos la diversidad de la estructura de los hogares y la complejidad de las formulaciones familiares, no parece sensato pensar que en el caso de los mayores podamos encontrar un único tipo de hogar o de estructura familiar. Por lo tanto, entendemos que los discursos sobre las personas mayores no podrían remitirnos a una única visión, sino a una multiplicidad de visiones atendiendo a la diversidad antes comentada.  

. Literatura Gerontológica / Legislación y Planes de acción:

“De la ausencia y el déficit al impulso de la participación, el envejecimiento activo y desarrollo”

La literatura gerontológica ya no solo gira en torno a las teorías del déficit y de la desviculación que presentan una visión / realidad de las personas mayores que no describe lo que hoy en día sucede a numerosas personas mayores. Recordemos que este colectivo, tan heterogéneo, se aleja cada día un poco más del esquema del ciclo vital lineal en el que se apunta que: Se estudia cuando se es joven, se trabaja cuando se es adulto y se descansa cuando se es mayor.

Hoy el paso del déficit al desarrollo permite dar visibilidad y voz a un muy numeroso colectivo, que lejos de vivir y sentir la vejez como una etapa finalista, entienden esta etapa como plena. Así, apoyados en las teorías de la actividad y el ciclo vital muchas personas mayores están empujando con fuerza por hacerse un hueco que permita describir y presentar otras posibilidades de envejecer con actividad, participación y con capacidades de hacer, crear, pensar y vivir desde una mirada distinta fruto de los años y que enriquece el cuadro de la vida, aportando todo su potencial a la sociedad en la que se incluyen.

Comprobamos así, como en los discursos generados a partir de la literatura específica sobre personas mayores se confrontan dos visiones que se manifiestan, por un lado, en el discurso del mayor como dependiente (como escenario de déficits, sujeto a declives, roles improductivos, posición inmovilista, estatismo) y, por otro, el discurso que entiende que las personas mayores pueden desarrollarse potenciando sus posibilidades y capacidades, con el objetivo de alcanzar mayores cotas de bienestar y calidad de vida.

Si nos centramos en el desarrollo de la legislación y los planes gerontológicos o de atención a personas mayores, vemos como ha ido desplazándose la idea del exclusivo interés por el mantenimiento económico de las personas mayores (pensiones), a la atención en las situaciones de dependencia para incorporar junto a estas acciones, estrategias encaminadas a potenciar el ocio de las personas mayores.

Así, la participación de las personas mayores en la sociedad contribuiría a concretar la idea de un envejecimiento activo que permita dar respuesta o intervenir con aquellas personas mayores que no están en una situación de dependencia sino en una de potencialidad y promoción activa de sus opciones vitales como personas mayores, en una etapa más de la vida en la que puede transitarse con plenitud.

No obstante, recordamos que es importante que se estén generando planes a nivel internacional, nacional, regional y municipal para atender/trabajar a favor de las personas mayores. Pero, conviene recordar que los planes son temporales y presentados en muchas ocasiones como recopilación de buenas intenciones, volubles a los intereses del momento, por lo que sería más positivo poder elaborar leyes, que generen derechos y que permitan vivir esta etapa con igualdad de oportunidades para alcanzar un mayor nivel de ciudadanía. Finalmente, tras el análisis de la reciente legislación y planes de acción de personas mayores podemos concluir que los discursos que han generado se mueven entre una doble visión. La primera nos remite al discurso que entiende la vejez como dependencia mientras la segunda, nos traslada a la idea de envejecimiento activo.  

En este sentido, nos preguntamos si, ¿es real la imagen que se proyecta sobre el gasto social para personas mayores? ¿Por qué se piensa que es el colectivo que más gastos genera al sistema? 

Creemos que no es causal que se suela presentar a las personas mayores como las que más gastan dentro de los sistemas de protección social. Detrás de estas afirmaciones están muy conectados los mitos de improductividad y dependencia (elementos presentes en la realidad de un porcentaje de personas mayores, pero que en ningún caso se establece como el número mayoritario de ellos). Concretamente, si nos centramos en el caso de España el gasto público sobre el PIB en Servicios Sociales para personas mayores es el 0. 3 %. Además del cerca de 20 % de gasto en protección social en España respecto al PIB solo un 8% de este 20% se destina a las prestaciones de protección social a las personas mayores. Comprobamos así que el discurso de la vejez como dependencia puede estar funcionando en la socialización de estas ideas, que como hemos podido constatar con algunos datos reales de la estructura social, está bastante alejado de la realidad.


. Instituciones Educativas: “Del ocultamiento de las canas a esos extraños que pululan por los pasillos de la Universidad”.

Dada su importancia como agente socializador y lugar donde intercambiamos conocimientos, afectos y relaciones, resulta interesante analizar cual es la posición de las personas mayores en las instituciones educativas, y además, indagar sobre los discursos que sobre las personas mayores se construyen en las mismas.

En este sentido, y más allá de los centros educativos de adultos o diseñados específicamente para mayores (centros de día, aulas de mayores, centros sociales, etc. ) nos encontramos con una inexistencia total de estas personas como destinatarios de estas instituciones, o lo que es lo mismo, como estudiantes.

En general, esta “ocultación de las canas” o falta de visibilidad como destinatarios de educación poco ha ayudado en la construcción de un discurso de igualdad. Más bien al contrario, ha contribuido de algún modo a cimentar la idea de la vejez entendida como déficit o como etapa de la vida en la que se desarrollan únicamente tareas “exclusivas” para personas de esa edad, y que les ubican como una persona dependiente, en declive, sin capacidad de aprendizaje ni cambio.

Pero, sin embargo, desde los años 90 –en lo que a España se refiere- acudimos a un incipiente y curioso fenómeno que está cambiando el panorama de la invisibilización de los mayores en las instituciones educativas. Nos referimos a la aparición de los programas universitarios de mayores (también denominados “Universidades de Mayores”), con lo que esto supone de aparición de personas mayores de 50 años en el escenario universitario.

Así, esta incorporación de los mayores a la institución universitaria ha generado, de una manera más o menos directa, la generación de una nueva imagen de lo que significa la edad al visibilizar otras formas de ser mayor que presentan unas motivaciones y actitudes muy diferentes al discurso que anteriormente comentábamos, y a los que por tanto se les puede atribuir otros adjetivos.

Vistos ante la comunidad universitaria como estudiantes, con capacidad y ganas de aprender y con una alta motivación por desarrollar una vejez activa, la presencia de los mayores en este escenario está generando un discurso posibilista y de desarrollo, que se contrapone con el tradicional discurso de déficit, declive y desvinculación de la sociedad.

Interesante resulta recordar la aceptación que este grupo de edad ha tenido en la Universidad, y el auge cada vez mayor de programas y proyectos de educación intergeneracional que presenta a los mayores como destinatarios y/o agentes de los mismos.

Por tanto, en las instituciones educativas –dependiendo también de la etapa y experiencia directa de las mismas con este segmento de edad- se entrelazan estos discursos: el del “ocultamiento de las canas” lo que remite a un discurso que entiende la edad como declive o, cuanto menos, como una extraña edad; y el de “desarrollo u oportunidad” que genera comprobar como “esos extraños sujetos que pululan por la Universidad” son nuestros mayores, y que además de otras cosas quieren y pueden aprender.

Quizás, como indican Limón (1997) y Lirio (2001) sería interesante incluir la vejez como un contenido del curriculum escolar en alguna materia específicamente o de modo transversal (siendo quizás este el modo más interesante), aspecto que sin duda ayudaría a visibilizar esta etapa de la vida y, por ende, a generar un discurso diferente y quizás mas próximo a como verdaderamente son los mayores.


A modo de síntesis

Tras el análisis anterior comprobamos como son varios los discursos que conviven e intentan describir a los mayores de nuestra sociedad hoy: desde la vejez como dependencia y declive, pasando por la visión del mayor como alguien a quien recurrir para realizar un sinfín de tareas vinculadas al ámbito doméstico (canguro, recados, apoyo familiar, ayuda económica), hasta llegar al mayor como consumidor y la vejez como desarrollo.

Si conviven esta multiplicidad de visiones, pensamos que sería interesante reflexionar sobre la posibilidad de dejar de asignar a las personas mayores con calificativos que describen una imagen que no se representa con la realidad, si no que es una atribución negativa que estigmatiza, invisibiliza, constriñe y reduce las posibilidades de desarrollo de las personas con independencia de la edad.  

Consideramos que lo anterior no reflejaría la heterogeneidad del colectivo y, por ende, presentaría una imagen muy polarizada del mismo y poco representativa ya que como afirman Lirio, Alonso y Herranz (2007) no se puede hablar de envejecimiento como fenómeno único, sino de “envejecimientos”, o lo que es lo mismo, como proceso individual que en cada persona se manifiesta y es vivido de un modo distinto.  

Pensamos así, que sin descuidar la protección de la dependencia se debiera dar paso a la potenciación de la autonomía y participación del envejecimiento activo, lo que permitiría ir generando una visión más objetivable de lo que supone ser mayor en el siglo XXI.  

Para mejorar la imagen social de las personas mayores y la autopercepción de las mismas se debe luchar por los principios que más se presentan en los planes de acción para el colectivo, como son independencia, participación, autorrealización, cuidados asistenciales y dignidad que permitirían abarcar con una mayor objetividad la realidad presente de las personas mayores.

Como hemos comprobado, con el avance del tiempo tanto la literatura específica como la legislación y los planes de acción tienen la obligación, al menos ética, de presentar, describir, analizar, situar, contextualizar, trabajar a favor de una realidad poliédrica como supone el hecho de ser mayor. Sería positivo no seguir circunscribiendo a estas edades reflejos e ideas preconcebidas derivadas del pasado y que no tienen en cuenta las riquezas del presente y las potencialidades del futuro de las personas mayores.

Finalmente, consideramos que la participación se convierte en un interesante instrumento de visibilización del colectivo que permite la generación de nuevas imágenes sobre los mayores. Contribuyendo a su vez dicha participación a mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas mayores, hecho que se puede constatar por ejemplo en la experiencia en los programas universitarios de mayores (Alonso, Lirio y Herranz, 2007).


Referencias Bibliográfícas

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IMSERSO. Informe 2006. Las Personas Mayores en España. Madrid, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, IMSERSO; 2006.

Limón Mendizábal, MªR. La educación de las personas mayores. En: Petrus A, coordinador. Pedagogía Social. Barcelona, Ariel; 1997; p. 292-329.

Lirio Castro, J. Cuentos para las transversales. Materiales didácticos para educar en valores. Madrid: CCS; 2001.

Lirio Castro, J, Alonso González, D. y Herranz Aguayo, I. El reto de envejecer siendo mujer. En: Alonso González, D. y Rodríguez García, V, diretores. La mujer en el siglo XXI: Desigualdades, Retos y Oportunidades, 2007. Cuenca, Universidad de Castilla La Mancha. 60-73.

Pérez Ortiz, L. La estructura social de la vejez en España: nuevas y viejas formas de envejecer. Madrid, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. IMSERSO; 2006.

Yuni, J, Urbano, C. y Arce, MªC. Discursos sociales sobre el cuerpo, la estética y el envejecimiento. Córdoba: Editorial Brujas; 2003.




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