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Una explicación para la hipnosis

Fecha Publicación: 24/11/2020
Autor/autores: Carlos Fuentes Samaniego
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RESUMEN

En el video número 76 de mi canal de Youtube propongo una explicación para la hipnosis. Éste fenómeno siempre me ha intrigado porque nos muestra un ente vital que está debajo de eso que llamamos “conciencia” y que sólo es un habla. Ese ente está pendiente de todo y de repente reacciona en forma inesperada.

En este artículo trato de explicar la hipnosis no atribuyéndole capacidades extrañas al hipnotista, sino explicando lo que es la percepción y él como se puede manejar la percepción, mediante la voz del hipnotizador. Sólo entendiendo el mecanismo perceptivo se puede entender lo que pasa al paciente hipnotizado.

Alexander Luria (Conciencia y lenguaje) dice que la conciencia no existe; y que el multi-significado de las palabras produce el que nadie pueda ser homologable, ya que cada palabra y expresión que usemos tiene un significado que nos es muy particular para cada uno y que nos es totalmente inconsciente.

Sócrates (Menón, Diálogos de Platón) dice que el pensar es sólo un hablar y John Locke (Ensayo sobre el  entendimiento humano, 1690) nos dice que el habla es parte de las ideas Simples de la Reflexión y, como toda Idea Simple, participa del arquetipo y que no puede ser ni creada ni destruida. O sea que, detrás de nuestra habla, existe algo que no es nuestro, y que tiene sus propias reglas.

Charles Darwin (Cuadernos, 1838) dice que el habla, en el hombre, suplanta al instinto animal. Pero “suplantar” no quiere decir que el habla domine al instinto, o que lo extinga, sino que sólo lo “representa”, y de manera muy pobre. El habla, como representante del instinto, es como un jinete montado arriba de un toro bravo, dando respingos sobre la pista. Lo interesante es que el instinto maneja la percepción.

Eso lo dice el Parménides (Platón, Diálogos): el animal es sólo una Copia de un modelo que está ya todo completo y que se está copiando en el ahora, en el “Uno cuando es”. Y en ese “es” está lo perceptible, lo aparente, pero ese instante está conectado con todas las partes del modelo. O sea: la percepción es sólo un recuerdo, indeleble, puesto que está en el modelo, y el habla lo que hace es revivir ese recuerdo. El habla abre una vía anormal para traer los recuerdos a la atención de la conciencia. Y, si la conciencia no existe,   estamos como parados sobre un alambre, tratando de mantener el equilibrio entre lo que son recuerdos y lo que es el presente.

Locke señala: “el estímulo, por sí mismo, no es suficiente: la mente tiene que estar lista para captar el estímulo. O sea que, en el animal, es la mente la que maneja la percepción. Eso lo confirmó Niko Tinbergen por lo que descubrió en 1938 y publicó en 1956 (Naturalistas curiosos): Hay algo que parece un programa, y las avispas cavadoras parecen sólo poder captar un estímulo cuando su conducta entra a una etapa del programa, y su percepción va de acuerdo con las etapas. Un amigo de Tinbergen, Konrad Lorenz (El comportamiento animal y humano) descubrió que “había lagunas, dentro de los programas instintivos, que eran ocupadas por una imagen externa del satisfactor, y que una vez fijadas, actuaban como una impronta, y que “ya nunca podrán ser olvidadas”. Y, ¿por qué ya nunca podrán ser olvidadas? Porque ya son una “percepción”, una operación mental o Idea Simple, según Locke, y ya es indestructible.

El caso es que la “conciencia”, representada por el habla, es muy sensible. En la vigilia el sensorio, pegado al instinto, arrastra consigo a las percepciones. Pero al dormir, con el sensorio inoperante (y con él inhibido nuestro principal controlador de la percepción) estamos demasiado expuestos: tenemos períodos intermitentes de REM (rapid eye movements), durante los cuales un habla incipiente controla las pueriles representaciones oníricas, y cuya tal intermitencia va a permitir el “despertar”, el poder recuperar el sensorio y con él la percepción diurna normal. El caso es que, si nos dormimos siguiendo las instrucciones del hipnotizador, la intermitencia de los períodos de REM (y con ello la posibilidad de recuperar el control de la representación onírica y despertar) desaparece, y la voz del hipnotizador controla ahora la percepción.

Ya lo dijo Agustín de Hipona (Confesiones, 401) En la mente todo está en un “presente”, y David Hume recalca (Tratado de la naturaleza Humana, 1751) “¿Por qué, si todo está en un estado presente, podemos romper la trampa de la coexistencia?. Porque si todo es coexistente el mundo, tal y como lo percibimos, no podría existir. ” Locke le da una solución: el que una cosa esté en la memoria sólo significa que podemos traer de vuelta a esa percepción, pero con la percepción añadida de que eso ya ha sido percibido antes, de que pertenece al pasado”. Esa percepción añadida es otro mecanismo, aprendido, que controla la percepción, puesto que, en teoría, todo recuerdo es absoluto.

Y los psiquiatras deben de saber eso: esos son los traumas, recuerdos imborrables, que siempre irrumpen en el frágil teatro de las representaciones conscientes. El caso es que, con pagar un boleto de entrada a un espectáculo de hipnosis podemos ver todo el mecanismo perceptivo en acción: los sujetos durmiéndose en sus butacas, soñando el sueño más inocuo posible, unos incluso demasiado dormidos para trabajar en beneficio del hipnotista haciendo el show, puesto que no están en etapa REM, y otros medio dormidos, creyendo que les van a seguir el juego a sus  amigos, que se van a dejar pasar al escenario y que, cuando ellos quieran, se van a bajar de allí. Pero entonces entra en juego el arte del hipnotista, un arte tan viejo como la historia del hombre: sin dejarles de hablar, los va metiendo a un sueño, normal, en todo respecto, hasta que él, con su voz aburrida, controla el REM y ya no hay resquicio posible para poder escaparse. Cuando el REM cae bajo su control se muestran todas las maravillas del mecanismo de la percepción en el que Sócrates, Agustín, Locke, Hume, Darwin, Bergson, Tyrrell, Tinbergen y Lorenz (aparte de otros que es posible se me escapen) trataron de describir. El habla suple al instinto y, malamente, controla el mecanismo perceptivo. Controlando el nivel REM de cada participante, la percepción se aísla, se agranda, se borra, se modifica. El sujeto afina su percepción y para él no hay nada más que la voz del hipnotista  (eso lo dijo Locke: el estímulo sensorial puede ser escogido, seleccionado, agrandado, borrando a todos los demás. ) Y bajo su voz todo lo impensable sucede, como ocurría en los misterios de Eleusis, en el templo de Deméter, en la sala del Telesterion, después de tomar la bebida sagrada, el ciceón.


Palabras clave: hipnosis, Percepción
Tipo de trabajo: Post/Entrada de Blog
Área temática: Psicología general .

Instituto de la Visión. Jefe del Departamento de Anestesiología.

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