Bibiana Infante, psicóloga, entrenadora en Disciplina Positiva por la Positive Discipline Association y directora del Centro Integral de Disciplina Positiva, asegura que es difícil saber cómo será la vuelta a las rutinas tras el confinamiento, «porque, al ser una situación única, y sobre la que no se tienen precedentes, no sabemos aún cómo iremos reaccionando como especie humana. Lo que sí tenemos claro es que la adaptación será progresiva y necesitamos tener pautas».
En su opinión, los padres debe estar atentos, no ya a los comportamientos de los niños, sino a las emociones. «Los niños están en todo momento tomando decisiones sobre cómo “soy yo”, cómo es “el mundo” y cómo son “los demás”, así que, nuestra labor es ayudarles a que lo que piensen, sientan y decidan les genere un bienestar emocional. Todas las herramientas de Disciplina Positiva ayudan a las familias y educadores, justamente a eso, a que tomen decisiones saludables que les haga prosperar y adquirir habilidades a lo largo de su vida. Como siempre decimos en nuestros talleres: la Disciplina Positiva no prepara la vida para los niños, sino que prepara a los niños para la vida. Y esta situación del COVID-19, nos está poniendo a prueba para ver si estamos o no preparando a los niños para la vida que va a venir».
Atentos a las señales
Explica que hay señales que nos pueden dar pistas sobre el estado psicológico de los niños, y que pueden variar desde los miedos, las pesadillas, ansiedad por separarse de los adultos, desánimo y apatía, irritabilidad… «Son comportamientos y actitudes que pueden ser hasta cierto punto lícitas, pero que si se mantienen en el tiempo (más de 3 meses) y empiezan a limitar su vida, es cuando debemos buscar asesoramiento para poder ayudarles».
Leticia Rubio, psicopedagoga especialista en neuropsicología educativa y responsable del departamento psicopedagógico de la escuela infantil El Mundo de Mozart, añade que los padres, en el momento en que observen algo en su hijo distinto de lo habitual, deben consultar para, en caso necesario, tomar las medidas adecuadas. «Siempre lo he recomendado así. Y, ahora, más. Si observamos que le da miedo salir de casa, que tienen dificultades en las relaciones sociales, que está triste o se lava las manos más veces de lo habitual, es importante consultar con su pediatra o con un especialista en psicología que le analice si está dentro de la normalidad o se necesita ayuda especializada».
Según esta especialista, a las familias que tengan una preocupación más intensa por la higiene y las enfermedades les va a costar más volver a la vida normal y van a tener un perfil menos permisivo en las actividades fuera de casa y de interacción social. «También los niños con mayores dificultades de interacción pueden verse afectados, puesto que por las circunstancias actuales, las relaciones con otras personas se van a ver más limitadas».
En este sentido, Bibiana Infante destaca que la Disciplina Positiva se basa en fomentar contextos donde los niños se sientan tenidos en cuenta e importantes. «Es decir, que pertenecen y que pueden contribuir en su círculo más cercano. En una situación tan especial y diferente como es la que estamos viviendo, se torna muy necesario preguntar a los niños por sus necesidades y escucharles para involucrarlos e implicarlos en todos los cambios que tengamos que hacer. De esta forma, ganamos su cooperación y fomentamos su consideración e interés social (tan necesario para la vida). Tenemos que llegar a acuerdos con ellos, tomar decisiones juntos, “formar un equipo”, ayudarnos entre todos compartiendo tareas, organizando rutinas, etc».
Para evitar un posible bloqueo emocional en un niño, Bibiana Infante recomienda siempre validar su sentimiento, acompañarlo y ayudarle a poner palabras a lo que siente o le preocupa. «Nosotros, los padres y madres, somos sus figuras de referencia y seguridad, hemos de escuchar, acompañar y modelar serenidad, compasión y respeto en la medida de nuestras posibilidades».
«Tenemos que explicarles que van a ver a personas con mascarillas y guantes y que esto no significa que estén enfermos»
Leticia Rubio advierte que para ir preparando a los hijos para el retorno a la "normalidad" es importante ir hablándoles de los cambios de hábitos que van a tener que incluir en su rutina diaria como, por ejemplo, el lavado de manos habitual, el no tocar a gente, aprender a saludar levantando la mano o con algún gesto cuando se encuentren a gente conocida, que antes de entrar en las tiendas hay que desinfectarse las manos con gel hidroalcohólico, etc. «Tenemos que explicarles que van a ver a personas con mascarillas y guantes y que esto no significa que estén enfermos, simplemente son medidas de seguridad. Todavía no sabemos cómo va a ser exactamente el “plan de desconfinamiento gradual”, lo más importante es no hablarles de rumores, sino cuando esta información sea real para no generarles falsas expectativas».
Matiza que en la franja de los más pequeños, hasta los 3 años, les va a costar más entender que no pueden tocar algo o acercarse a la gente puesto que su cerebro se encuentra en una fase inmadura. Los padres, por ello, tienen la tarea de transmitir las normas a los hijos explicándolas en positivo, de forma sencilla y con mucha paciencia para que de manera progresiva vayan interiorizando lo que se espera de ellos.
Sin embargo, matiza que a partir de los 3 años empiezan a comprender las diferentes situaciones, «aunque se van a encontrar con la dificultad del autocontrol, en esta etapa se guían todavía por impulsos y necesitan el acompañamiento de los padres a través del juego para adquirir pautas que les ayuden a autorregularse. De los 6 hasta la adolescencia, van a tener que aprender nuevas maneras de relacionarse, sobre todo, evitando el contacto físico y por lo tanto se van a encontrar con más dificultades sociales, puesto que están en una fase donde la interacción con sus amigos, el deporte en grupo y otras actividades sociales son un pilar fundamental en su desarrollo», concluye.