Los investigadores han descubierto que las conductas de los trastornos alimentarios, como los atracones, alteran el proceso de respuesta de recompensa del cerebro y el circuito de control de la ingesta de alimentos, lo que puede reforzar estas conductas.
Entender cómo interactúan las conductas de los trastornos alimentarios y la neurobiología puede arrojar luz sobre por qué estos trastornos se vuelven a menudo crónicos y podría ayudar al desarrollo futuro de tratamientos, según publican en la revista 'JAMA Psychiatry'.
"Este trabajo es significativo porque vincula factores biológicos y conductuales que interactúan para impactar negativamente en las conductas alimentarias", explica la doctora Janani Prabhakar, de la División de Investigación Traslacional del Instituto Nacional de Salud Mental, parte de los contó con el apoyo de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos.
"Profundiza nuestro conocimiento sobre las causas biológicas subyacentes de la presentación de los síntomas del comportamiento relacionados con los trastornos alimentarios y dará a los investigadores y a los médicos una mejor información sobre cómo, cuándo y con quién intervenir", prosigue.
Los trastornos alimentarios son enfermedades mentales graves que pueden provocar complicaciones severas, incluso la muerte. Los trastornos alimentarios más comunes son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón. Los comportamientos asociados a los trastornos alimentarios pueden variar en tipo y gravedad e incluyen acciones como atracones, purgas y restricción de la ingesta de alimentos.
En este estudio, el doctor Guido Frank, de la Universidad de California en San Diego, y sus colegas querían ver cómo los comportamientos de todo el espectro de los trastornos alimentarios afectan a la respuesta de recompensa en el cerebro, cómo los cambios en la respuesta de recompensa alteran los circuitos de control de la ingesta de alimentos y si estos cambios refuerzan los comportamientos de los trastornos alimentarios.
En el estudio participaron 197 mujeres con diferentes trastornos alimentarios (como anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracón y otros trastornos alimentarios específicos) y diferentes índices de masa corporal (IMC) asociados a las conductas de los trastornos alimentarios, así como 120 mujeres sin trastornos alimentarios.
Los investigadores utilizaron imágenes cerebrales funcionales transversales para estudiar las respuestas cerebrales durante una tarea de recompensa gustativa. Durante esta tarea, los participantes recibían o se les negaba un estímulo dulce inesperado y destacado (el sabor de una solución azucarada).
Analizaron una respuesta cerebral de recompensa conocida como "error de predicción", un proceso de señalización relacionado con la dopamina que mide el grado de desviación de la expectativa, o lo sorprendida que estaba una persona al recibir el estímulo inesperado. Un mayor error de predicción indica que la persona se sorprendió más, mientras que un menor error de predicción indica que se sorprendió menos. También investigaron si esta respuesta cerebral estaba asociada con el circuito ventral-estriado-hipotalámico, un sistema neural asociado al control de la ingesta de alimentos.
Descubrieron que no había una correlación significativa entre el IMC, el comportamiento de los trastornos alimentarios y la respuesta cerebral de recompensa en el grupo de mujeres sin trastornos alimentarios. En el grupo de mujeres con trastornos alimentarios, un mayor IMC y las conductas de atracón se asociaron con una menor respuesta de error de predicción.
Además, en el caso de las mujeres con trastornos alimentarios, la dirección de la conectividad ventral estriada-hipotalámica era la inversa a la de las mujeres sin trastornos alimentarios, con una conectividad dirigida desde el estriado ventral al hipotálamo. Esta conectividad estaba relacionada positivamente con la respuesta de error de predicción y negativamente con la sensación de descontrol después de comer.
Estos resultados sugieren que, en el caso de las mujeres con trastornos alimentarios, las conductas relacionadas con los trastornos alimentarios y la pérdida o el aumento excesivo de peso modulaban la respuesta del circuito de recompensa relacionado con la dopamina del cerebro, alterando los circuitos cerebrales asociados al control de la ingesta de alimentos y reforzando potencialmente las conductas relacionadas con los trastornos alimentarios.
Por ejemplo, las mujeres con anorexia nerviosa, ingesta restrictiva de alimentos y bajo IMC tenían una respuesta de error de predicción elevada. Esta respuesta puede reforzar su circuito de control de la ingesta de alimentos, lo que lleva a estas mujeres a ser capaces de anular las señales de hambre. En cambio, lo contrario parece ser el caso de las mujeres con episodios de atracones y un IMC más alto.
"El estudio proporciona un modelo de cómo los rasgos de comportamiento promueven los problemas alimentarios y los cambios en el IMC, y de cómo los comportamientos de los trastornos alimentarios, la ansiedad, el estado de ánimo y la neurobiología del cerebro interactúan para reforzar el círculo vicioso de los trastornos alimentarios, lo que hace muy difícil la recuperación", resalta Frank.
En general, este estudio sugiere que los rasgos conductuales, incluyendo la conducta de ingesta de alimentos, contribuyen al mantenimiento y la progresión de los trastornos alimentarios al modular la respuesta de recompensa interna y alterar los circuitos de control de la ingesta de alimentos.
Sin embargo, precisan que es necesario seguir investigando los tratamientos que podrían dirigirse a los individuos con trastornos alimentarios y cambiar sus conductas para lograr una recuperación duradera.