El simple juego con la palabra eventualmente denota interesantes aspectos que incorporados al discurso científico, terapéutico, artístico y cotidiano, podría acercarnos a una suerte de verdad eventual. Eventualmente es un adverbio que modifica al verbo en relación al tiempo. Utilizándolo, toda afirmación se relativiza, no en sí misma como ocurre en el mundo post moderno, sino en relación al tiempo (en términos de pasado, presente y futuro).
La incorporación del factor tiempo a nuestro esquema mental de tres dimensiones nos acerca al borde de la angustia existencial pero también nos libera de sostenernos en posiciones o posturas que impiden comprender lo que nos acontece día a día. La historia nos muestra que el transcurrir del tiempo relativiza o invalida ciertas afirmaciones científicas o pseudocientíficas y que tan sólo con agregar la palabra eventualmente a las mismas se hubiera favorecido como evitado ciertos eventos. Las palabras son los elementos primarios de las estructuras asfixiantes del pensamiento único que se impone poco a poco. Es posible pensar que quizás exista una o más palabras que eventualmente nos libere de esquemas rígidos y nos permita enfrentar el desafío de la vida desde una postura firme en el accionar pero relativa al tiempo y sus circunstancias.
Eventualmente.
Arturo Philip*; Bárbara Philip**; Elena Alonso***.
* Médico psiquiatra
** Picóloga
*** Psicopedagoga
Eventualmente - hospital psiquiatrico de Carmen de Patagones - Asso. Culturelle Franco-Argentine
Integrantes del equipo interdisciplinario www. eventualmente. com , sitio web creado en el año 2000 por A. C. F. A. (Asociación francesa sin fines de lucro) que realiza actividades gratuitas de difusión, prevención y asistencia en Salud Mental en el mundo de habla hispana y francophone.
Resumen
El simple juego con la palabra eventualmente denota interesantes aspectos que incorporados al discurso científico, terapéutico, artístico y cotidiano, podría acercarnos a una suerte de verdad eventual. Eventualmente es un adverbio que modifica al verbo en relación al tiempo. Utilizándolo, toda afirmación se relativiza, no en sí misma como ocurre en el mundo post moderno, sino en relación al tiempo (en términos de pasado, presente y futuro). La incorporación del factor tiempo a nuestro esquema mental de tres dimensiones nos acerca al borde de la angustia existencial pero también nos libera de sostenernos en posiciones o posturas que impiden comprender lo que nos acontece día a día. La historia nos muestra que el transcurrir del tiempo relativiza o invalida ciertas afirmaciones científicas o pseudocientíficas y que tan sólo con agregar la palabra eventualmente a las mismas se hubiera favorecido como evitado ciertos eventos. Las palabras son los elementos primarios de las estructuras asfixiantes del pensamiento único que se impone poco a poco. Es posible pensar que quizás exista una o más palabras que eventualmente nos libere de esquemas rígidos y nos permita enfrentar el desafío de la vida desde una postura firme en el accionar pero relativa al tiempo y sus circunstancias.
Un psiquiatra con más de 30 años de ejercicio profesional en instituciones sanitarias y en su propio consultorio, una psicopedagoga 20 años dedicada a problemas de aprendizaje en establecimientos educativos y una psicóloga que se inicia hace apenas 2 años en la tarea terapéutica, reflexionan en este breve ensayo e intentan resumir en una palabra su propuesta.
Eventualmente presentamos este trabajo en el 6° Congreso Virtual de psiquiatría que eventualmente será leído, eventualmente no. Eventualmente seremos comprendidos, eventualmente no se entenderá, eventualmente recibirá adhesiones, eventualmente cosechará rechazo o indiferencia . . .
El simple juego con la palabra eventualmente denota interesantes aspectos que incorporados al discurso científico, terapéutico, artístico y cotidiano, podría acercarnos a una mejor comprensión del mundo en que vivimos y conservar la capacidad de operar en él. Un mundo que se modifica constantemente, que obliga a mantener un cierto rumbo para no entrar en un caos improductivo, evitando refugiarse en posturas rígidas y fundamentalistas que resultan cómodas en un comienzo pero que luego terminan desactualizadas; el desafío es intenso para quienes ejercen el rol de “referente social” ya sea desde lo institucional, lo político, lo intelectual . . . lo terapéutico.
Por otra parte, hoy se esperan respuestas rápidas y concretas a problemas por demás complejos. No hay demasiado tiempo ni es posible una gran dedicación para resolver temas sin los cuales es difícil obtener una comprensión del universo en el que estamos inmersos (necesaria condición para la salud). Desde siempre se nos enseñó que lo adecuado para solucionar cuestiones importantes es analizar las causas e intentar trabajar sobre ellas para aliviar sus consecuencias no deseadas; pero en la actualidad esta tarea demanda una atención que sólo aquellos que sucumben a la enfermedad, aquellos que ya no pueden sostener sus vidas con sus propias estructuras de pensamiento y marginados de la actividad cotidiana pueden acceder, siempre y cuando se encuentren con el terapeuta adecuado y en el medio propicio. Dónde está entonces la prevención en el área de lo psíquico? dónde la modificación del medio para aliviar al individuo? . . . debemos olvidar la utopía de un mundo mejor para nuestros pacientes y para nosotros mismos?
Sin embargo tenemos aún algunas herramientas útiles. Construimos una visión del mundo con palabras, nos comunicamos a través de las mismas y con ellas transmitimos de generación en generación una manera de “estar, de ser, de comprender y de obtener logros” en dicho mundo. Palabras que en forma permanente nos estimulan, muchas veces nos enferman, nos desvían del rumbo deseado, nos llenan de dolor y hasta nos matan . . . pero que también nos calman, nos dan esperanza, nos hacen sentir la felicidad como algo factible.
Y existen palabras que condensan fuertes conceptos muy significativos para gran parte de la humanidad: “madre”, ”padre”, “amor”, “mujer”, “muerte”, “Dios”, “hambre”, etc. , etc. Y palabras más próximas a nosotros los terapeutas como: “inconsciente”, “enfermedad mental”, “angustia”, “obsesión”, “fundamentalismo”, “terror” . . . y también “socioterapia”, “relatividad”, “ecología”, “armonía”, “fraternidad”, “paz” . . .
Así pues llegamos a la palabra que proponemos en esta oportunidad.
Eventualmente es un adverbio que por tanto modifica al verbo y en este caso específico lo modifica en relación al tiempo. En resumen, le otorga a la acción un contexto temporal.
Continuemos jugando con esta palabra:
"Eventualmente estamos alegres . . . eventualmente estamos tristes"
"Eventualmente sufrimos . . . eventualmente somos felices"
"Eventualmente somos amados . . . eventualmente somos odiados"
"Eventualmente sanamos . . . eventualmente enfermamos"
"Eventualmente vivimos . . . eventualmente morimos"
De esta forma toda afirmación se relativiza, pero no en relación al otro extremo de la dialéctica (alegría-tristeza, sufrimiento-felicidad, etc. ), sino en relación al tiempo en que pueda acontecer el evento al que nos referimos y nos invita a reflexionar en términos de pasado, presente y futuro. De esta manera es difícil caer en la certeza (tan ligada a la psicosis), en fundamentalismos y en dogmatismos tan frecuentes como peligrosos en el mundo de hoy que congelan cualquier análisis por existir una “verdad definitiva e inmodificable”.
Ciertos aspectos de nuestro esquema mental funcionan en relación a tres dimensiones (arriba, abajo, al costado; bueno, malo, indiferente; hipertonía, hipotonía, distonía; etc. ). La incorporación del factor tiempo (siguiendo en cierta medida a A. Einstein) nos permite comprender un mundo en permanente movimiento adoptando una cuarta dimensión en nuestra estructura de pensamiento. Nada fácil por cierto y hasta es posible que esta particular “cosmovisión” nos acerque al abismo de la angustia existencial (J. P. Sartre), pero también nos libera de sostenernos en posiciones o posturas rígidas, peligrosas o inoperantes que impiden comprender y operar sobre lo que nos acontece día a día para mantener cierta identidad (ser nosotros mismos) en un contexto de constante cambio.
Calificar nuestro mundo de eventual puede resultar inquietante e incierto en gran medida, pero cuánto dolor e injusticias se hubieran podido evitar, cuánto tiempo se hubiera ganado, si la palabra “eventualmente” anticipara frases como: “existe un único Dios”, " la tierra es el centro del universo", " nuestra raza es superior a las demás", etc. , etc. , etc. Y en nuestra tarea terapéutica, tantas veces escuchamos: "los cuadros bipolares sólo mejoran con tratamiento farmacológico", "la esquizofrenia no debe tratarse con terapia psicoanalítica", "el electroshock es la terapia indicada para . . . ", "la insulinoterapia . . . ", “la internación es perjudicial para . . . ” Así pues, la historia nos muestra que el transcurrir del tiempo relativiza o invalida ciertas afirmaciones científicas o pseudocientíficas y que tan sólo con haber antepuesto el adverbio eventualmente a las mismas se hubiera favorecido, por ejemplo, la necesaria investigación que el terapeuta sostiene con su paciente en la búsqueda de alternativas adecuadas en cada caso y en relación a las circunstancias de la persona que tenemos enfrente.
Eventualmente somos responsables de cómo pensamos o no pensamos, de cómo traducimos en palabras lo que sentimos, de cómo interpretamos el mundo que nos rodea, de cómo actuamos hacia nosotros mismos y hacia los demás, de cómo construimos y transmitimos referentes, valores, epistemes y paradigmas, dentro de los cuales nos movemos y desarrollamos. Entonces ¿podremos escapar a los peligrosos reduccionismos, a las injustas generalizaciones, a los fundamentalismos hoy tan comunes y evitar caer en las estructuras asfixiantes del pensamiento único que pareciera se impone poco a poco? Eventualmente sí.
Y son precisamente las palabras los elementos primarios de esas estructuras, los ladrillos que construyen paredes y muros que laberínticamente nos separan, nos someten e impiden todo tipo de encuentro o trascendencia fuera de las mismas. Esto nos habilita a pensar que quizás exista una o más palabras que nos liberen de esquemas rígidos y nos permita enfrentar el desafío de la vida desde una postura firme en el accionar pero relativa al tiempo y sus circunstancias.
Una hora puede resultar poco tiempo para que dos personas se conozcan bien, por el contrario una hora es demasiado tiempo para que un médico actúe frente a un paciente en paro cardíaco.
Vivimos en un mundo donde el factor tiempo pareciera jugar siempre en nuestra contra, porque falta, porque sobra, porque las cosas pasan muy rápido y sin embargo, cuando incorporamos ese mismo factor a nuestra manera “de estar en el mundo”, la sensación es de alivio.
Y para ser más precisos veamos qué acontece cuando instalamos en nuestro pensamiento el concepto de lo eventual: “Eventualmente podemos asistir determinado paciente . . . quien eventualmente evolucionará bien con determinada técnica . . . eventualmente recibiremos una adecuada remuneración que nos permita vivir dignamente . . . eventualmente sentiremos que podemos ser útiles a la sociedad y que ésta nos beneficia con su reconocimiento . . . ” Estas consideraciones pueden resultar demasiado obvias y hasta pueriles, pero no para quienes hemos atravesado tantas vicisitudes, dificultades, modas vigentes y políticas de turno en la tarea terapéutica a lo largo de muchos años y en diferentes ámbitos; no serán consideraciones estériles para aquellos que recién se inician en una labor por demás ardua, que requiere ciertas precisiones básicas para evitar caer en los esquemas estigmatizantes, en las respuestas reflejas o en posturas de relativismo inoperante (aspecto posmoderno bastante generalizado sobre todo en la juventud); tampoco serán inútiles para aquellos que pretenden hacer de la reflexión, de la amplitud de criterio y del uso adecuado de las palabras sus mejores herramientas de trabajo.
Eventos naturales o humanos de pequeña o extrema magnitud nos recuerdan con dolor la eventualidad de la vida . . . y de la muerte. Porque nada es necesariamente igual siempre, ni nada se mantiene inmodificable en el transcurso del tiempo y el cambio muchas veces puede sorprendernos, pero eso no impide que tomemos determinada posición e intentemos descubrir el sentido, discriminar lo esencial de lo accesorio, operar en la realidad . . . concientes de que es el mismo concepto de tiempo quien puede ayudar en muchos casos a comprender mejor lo que en un momento determinado parece definitivo, siempre y cuando nosotros también tengamos en cuenta que todo está en permanente movimiento.
Por último, la demanda actual de quienes solicitan ayuda terapéutica no es la misma que hace algunos decenios y por ende, la respuesta tampoco puede ser la misma. Todo se ha complejizado bastante, no podemos negarlo, y si bien las causales últimas (o profundas) quizás sean similares, lo cierto es que tanto pacientes como terapeutas contamos con menos tiempo para dar una respuesta adecuada. Llegado a este punto varias preguntas se presentan en nuestro horizonte reflexivo: ¿podemos siempre y en todos los casos iniciar una terapia realmente curativa, resolviendo las causas (etiología) que originaron la enfermedad? ¿ nos debemos conformar con aportar medidas paliativas o sintomáticas atendiendo sólo las consecuencias y no los motivos porque los mismos ya quedaron fueran de nuestro alcance? ¿Cuánto tiempo puede dispensarle un terapeuta a un paciente hospitalario sin descuidar otros? ¿Qué tiempo reconocen las obras sociales y seguros médicos en los países donde trabajamos? ¿Cuántos pacientes pueden costearse su propia terapia en países de Latinoamérica, por ejemplo? . . . En fin, las cosas cambian, el tiempo no se detiene, los terapeutas más experimentados, los más jóvenes y los que tendrán esta honorable tarea en un futuro algo incierto, necesitaremos reflexionar y ajustar nuestra manera de pensar para transitar con cierto éxito el particular camino elegido.
Por todo lo dicho, nuestro pequeño aporte se resume en una palabra dentro de una frase: “eventualmente es posible mejorar si ajustamos nuestros criterios a los tiempos que corren”.
Gracias.
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