Los Trastornos de la conducta Alimentaria (TCA) es un grupo de entidades clínicas ampliamente descritas y analizadas, pero a pesar de ello, son bastante escasos los estudios existentes en la actualidad sobre la evolución de los mismos a largo plazo. La mayoría de artículos centran su atención en muestras de jóvenes o adolescentes, y más concretamente en mujeres principalmente. No obstante, conviene tener en cuenta que debido a su característica evolución, en un porcentaje importante de casos, los TCAs no remiten, por lo que pueden encronizarse, presentando unas tasas de prevalencia en adultos bastante desconocidas por los profesionales de la Salud Mental.
En toda la bibliografía a nivel internacional, sólo un reducido número de autores son los que aportan datos sobre las tasas de prevalencia a lo largo de la vida, haciendo la mayoría de los artículos alusión principalmente a la anorexia Nerviosa (AN). Este sesgo de datos es el reflejo de un inquietante vacío de información al respecto, en un grupo de entidades clínicas de relevante interés, tanto a nivel médico como sociodemográfico (La AN es una de las patologías mentales que presenta una mayor tasa de mortalidad. )
Residente de Psiquiatría del Hospital Clínico Universitario "Lozano Blesa"
TRASTORNOS DE LA conducta ALIMENTARIA (TCA) EN ADULTOS: TASAS DE
prevalencia Y EVOLUCIÓN CLÍNICA
EATING DISORDERS IN ADULTHOOD: PREVALENCE AND CLINICAL EVOLUTION
Guillermo Pírez Mora, Beatriz Villagrasa Blasco, Laura Bosqued Molina, Sonia Pedrosa
Armenteros, Anna Salas Martinez , Patricia Latorre Forcén
1. Centre Asisstencial Sant Joan de Déu, Lleida
2. hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza
waste69@hotmail. com
Trastornos de la conducta Alimentaria. anorexia nerviosa. bulimia nerviosa. prevalencia.
Mortalidad.
Eating disorders. anorexia nervosa. bulimia nervosa. Prevalence. Mortality.
RESUMEN
Los Trastornos de la conducta Alimentaria (TCA) es un grupo de entidades clínicas ampliamente
descritas y analizadas, pero a pesar de ello, son bastante escasos los estudios existentes en la
actualidad sobre la evolución de los mismos a largo plazo. La mayoría de artículos centran su
atención en muestras de jóvenes o adolescentes, y más concretamente en mujeres
principalmente.
No obstante, conviene tener en cuenta que debido a su característica evolución, en un porcentaje
importante de casos, los TCAs no remiten, por lo que pueden encronizarse, presentando unas
tasas de prevalencia en adultos bastante desconocidas por los profesionales de la Salud Mental.
En toda la bibliografía a nivel internacional, sólo un reducido número de autores son los que
aportan datos sobre las tasas de prevalencia a lo largo de la vida, haciendo la mayoría de los
artículos alusión principalmente a la anorexia Nerviosa (AN).
Este sesgo de datos es el reflejo de un inquietante vacío de información al respecto, en un grupo
de entidades clínicas de relevante interés, tanto a nivel médico como sociodemográfico (La AN
es una de las patologías mentales que presenta una mayor tasa de mortalidad. )
Son muy escasos los estudios existentes en la actualidad sobre la evolución de los Trastornos
de la conducta Alimentaria (TCA); pero todavía menos frecuentes resultan ser los datos
existentes sobre su desarrollo en la población, y más concretamente en adultos. Un reducido
número de autores son los que aportan datos sobre las tasas de prevalencia a lo largo de la vida,
haciendo la mayoría de los escasos artículos realizados alusión únicamente a muestras de
mujeres.
Uno de los pocos ejemplos es el estudio realizado por Wade et al, en el que se analizan los datos
poblacionales obtenidos en una muestra de mujeres gemelas adultas conformada por 1002
mujeres australianas de edades comprendidas entre los 28 a los 39 años, sobre los TCAs
(incluyendo anorexia Nerviosa, bulimia Nerviosa y Otros Trastornos de la conducta Alimentaria
No Especificados). En dicha muestra, la intervención se llevó a cabo como promedio, unos 14. 52
años (DE=5. 65) a partir de la aparición del trastorno (Wade et a). Otro de los reducidos estudios
de prevalencia de TCA en población adulta (mayores de 18 años) es el realizado por Preti en el
año 2009 en el marco del proyecto europeo ESEMeD (un estudio poblacional cuya muestra total
es de 21. 425, pero más concretamente la submuestra de TCAs era de 4. 139) (Preti).
PREVALENCIA GENERAL DE LOS TRASTORNOS DE LA conducta ALIMENTARIA:
Existen importantes discrepancias en los datos de prevalencia, y algunos autores apuntan a
diversos factores confusores. Entre ellos encontramos: la tendencia innata de los pacientes a
negar su enfermedad, minimizarla, o sencillamente no acudir al psiquiatra para ser valorados
(esto conlleva inevitablemente un aumento del coste de los estudios comunitarios, por lo que
finalmente las muestras suelen ser hospitalarias). Así pues, estos datos no son fiel reflejo de las
tasas de prevalencia reales en la población general, debido al evidente sesgo de selección
(Smink).
Resulta ser llamativo que la entidad clínica de los TCA que realmente es más prevalente, tanto
en estudios de muestras clínicas como poblacionales, resulta ser el subgrupo conocido como
"Otros Trastornos de la conducta Alimentaria No Especificados", una entidad marcadamente
heterogénea que incluye síndromes parciales de AN, de BN, el trastorno de purga y el Trastorno
por atracones (Smink).
En una encuesta transversal a nivel nacional, la prevalencia media de Trastornos de la Conducta
Alimentaria a lo largo de la vida se estimó en un 2% (Smink, 2012). Respecto a las diferentes
prevalencias de padecer cualquier TCA dependiendo del sexo, se ha estimado que ésta es entre
3 a 8 veces más frecuente entre las mujeres que en los varones (Preti).
La tasa de prevalencia estimada a lo largo de la vida del trastorno por atracones varía
dependiendo del autor, siendo del 1. 12% según Preti o del 2. 9% según Wade. Para el subdiagnóstico del trastorno por atracones se estimó ésta en un 0. 72% (Preti). En los casos de
trastorno por purgas (subtipo de otros trastornos alimentarios especificados en DSM-5) los
valores calculados fueron de un 5. 3% (Wade). Y finalmente para cualquier trastorno por
atracones, ésta resultó ser del 2. 15%. (Preti).
prevalencia ESPECÍFICA DE anorexia NERVIOSA:
Según Roux et al, la prevalencia de anorexia Nerviosa (AN) en mujeres, de edades
comprendidas entre los 11 y los 65 años de edad, procedentes de muestras no clínicas, se ha
estimado entre un 0% a un 2, 2%. Dicho autor considera que esta variación en el porcentaje de
prevalencia pueda deberse principalmente debido a: la edad, las medidas empleadas, y el criterio
de AN aplicado.
La tasa de prevalencia de AN a lo largo de la vida ha sido analizada en varios estudios. En
tres de ellos, se analizaron los valores de dicha tasa realizando análisis de cohortes basados en
la población, tomando a mujeres gemelas como muestra. En primero de ellos, el estudio sueco,
se realizó un análisis de las nacidas desde 1935 a 1958; se obtuvo una tasa de un 1. 2% (Bulik).
En el estudio australiano de gemelas, se halló una tasa de prevalencia de AN del 1. 9%, y del
2. 4% en AN "parcial" (ausencia de amenorrea) (Wade). En el estudio finlandés (gemelas nacidas
entre 1975 a 1979) la tasa obtenida fue del 2. 2% (Keski). Además, otros dos estudios (uno de
ellos una encuesta a nivel nacional representativa de la población estadounidense Hudson et
al; y el otro un estudio a gran escala basado en la población de 6 países europeos Preti et al)
coinciden en el valor obtenido, siendo éste del 0. 9% entre mujeres adultas.
Analizando conjuntamente ambos sexos, Preti el al estimaron una tasa de prevalencia (en
mujeres y hombres) a lo largo de la vida del 0. 48%.
Y en cuanto a la prevalencia a lo largo de la vida de AN de los varones no existen grandes
diferencias entre autores: Roux. et al estiman un valor del 0. 3%, al igual que reflejan Smink et
al en su artículo de revisión sobre la encuesta estadounidense; frente al 0. 24% de Raevuori et
al. ; e incluso la ausencia de casos encontrada por Smink et al en la revisión del artículo a nivel
europeo de Preti et al.
A pesar de lo restrictivo de las muestras poblacionales, numerosos estudios basados en la
comunidad refieren (en contraposición a las hipótesis previas) que la AN es más frecuente entre
varones de lo que se estimaba. Algunos autores van más allá, sugiriendo incluso que el número
de casos infradiagnosticados sea mayor en hombres que en mujeres (Keski-Rahkonen et al).
Según una revisión de la bibliografía realizada por Roux et al, no existe ninguna coincidencia
significativa entre la AN y la condición socio-económica.
A pesar que algunas voces consideran que la AN es una "epidemia", no se ha podido establecer
que ésta deba ser considerada como tal, a tenor de los datos aportados de incidencia y
prevalencia (Roux et al).
Existen pequeñas discrepancias sobre el valor de la prevalencia de BN dependiendo de la
bibliografía consultada: Smink la ha estimado en torno al 2%; la cual no dista en exceso del
resultado obtenido por Keski-Rahkonen et al, quienes llevaron a cabo el primer estudio de
cohortes diseñado a nivel nacional para medir las tasas de incidencia, prevalencia y pronóstico
de BN (entrevistaron a gemelas finlandesas nacidas entre 1975 a 1979), obteniendo un 1. 7%
de prevalencia. En cambio, aplicando los recientes criterios DSM-5 (la frecuencia de síntomas
disminuye a una vez por semana), su valor aumenta al 2. 3% en mujeres (Keski-Rahkonen et
al). Valores menores obtuvieron Hudson y Preti en sendos estudios: 0. 9 al 1. 5% en mujeres y
0. 1 a 0. 5% en varones.
Para analizar posibles discrepancias en dependencia de la raza, el grupo liderado por Marques
analizó y comparó la prevalencia de BN entre los distintos grupos étnicos residentes en EEUU:
los mayores niveles de prevalencia a lo largo de la vida recayeron en los "Latinos" (2%) y "Afroamericanos", frente a los "blancos no latinos" (0. 51%) (Marques et al).
Preti realiza una estimación de la tasa de prevalencia de BN a lo largo de la vida, situándola
en el 0. 51%. Más concretamente, en las mujeres de edad adulta esta tasa se encuentra en el
2. 9% (Wade et al).
Trace et al demostraron una marcada variabilidad de dicha tasa en una muestra poblacional de
mujeres suecas. Dichas discrepancias dependían de los criterios aplicados: DSM-IV (8 atracones
mínimos al mes) conllevaron un valor estimado del 1. 2%, frente al 1. 6% usando criterios DSM5 (al menos 4 atracones/mes).
EVOLUCIÓN DE LOS TRASTORNOS DE LACONDUCTA ALIMENTARIA:
En el estudio de Wade et al, únicamente el 7% de las mujeres seleccionadas, presentaban
actualmente un TCA activo. No obstante, conviene reseñar que a pesar del notable porcentaje
de pacientes que evolucionan favorablemente, o sencillamente mejoran hasta alcanzar niveles
de severidad que los posiciona fuera de los criterios diagnósticos, sólo menos del 50% de cada
grupo diagnóstico permanecían asintomáticos (Wade). Según este autor, sería conveniente
incluir en los estudios de prevalencia y de análisis del curso de los TCAs el criterio <<Trastorno
de la conducta alimentaria no especificado >> del manual de criterios diagnósticos DSM-IV
(Wade).
Concretamente en lo que se refiere a la AN, existe una contrastada evidencia científica
(mediante un considerable número de estudios de seguimiento a largo plazo) que objetiva que
aproximadamente el 50% de las/los pacientes llevarán a cabo una recuperación completa. (Long,
2012). No obstante, hemos de considerar que no todos aquellos individuos con este diagnóstico,
accederán a ser tratados o recibirán tratamiento. En el caso de aquellos que sí hayan sido
tratadas/os, su evolución clínica se ha estimado como sigue:
47% de ellos presentarán una recuperación,
34% mejorarán,
21% se cronificarán, convirtiéndose en un trastorno crónico de la alimentación;
y finalmente sólo el 5% de ellos fallecerán. (Roux et al)
Las tasas de remisión obtenidas en Ensayos Controlados Aleatorizados (ECA) varían
dependiendo de la fuente de información, desde un 19% hasta un 65%. En el estudio comunitario
llevada a cabo por Smink, las tasas de conversión a 5 años de AN y BM (según criterios DSM-5)
son del 69% y el 55%, respectivamente.
En el estudio cualitativo llevado a cabo por Robinson PH et al, analizaron una muestra bastante
reducida de pacientes (n=8) con diagnósticos previos de AN y BN, de larga trayectoria clínica
(más de 20 años de evolución). Este estudio resulta relevante y presenta importantes
repercusiones clínicas, ya que realiza un exhaustivo análisis descriptivo de las posibles
repercusiones en diferentes áreas: físico, psicológica, social, familiar, ocupacional y el
tratamiento. Concluyen que las áreas social y psicológica son aquellas que se demostró que
estaban más afectadas por la enfermedad, presentando principalmente insatisfacción, y
sentimientos de desesperanza y depresión (Robinson PH et al).
Respecto a la tasa de mortalidad, algunos autores la consideran como un indicador de la
severidad de la enfermedad.
Smink por su parte, no hace diferenciación en cuanto al incremento en la tasa de mortalidad
entre la AN y la BN, considerando que ambas entidades se asocian a un aumento de la misma
(Smink). Por el contrario, Arcelus J, et al concluyen, tras realizar un meta-análisis de 36 estudios
sobre la mortalidad de los TCA, que es el subgrupo de la AN la entidad que presenta mayores
tasas de mortalidad dentro de todos los TCA (Arcelus J, et al, 2011). De forma más generalizada
todavía, en los años 90s se publicó un artículo que concluía que la AN era la enfermedad con
mayor tasa de mortalidad entre todos los trastornos mentales existentes (Smink, 2012).
Las cifras de mortalidad presentadas entre la población con el diagnóstico de AN varían entre
6. 2 y 10. 6 veces más frecuente frente a la población general (en periodos de seguimiento que
varían desde los 3 a los 10 años de duración, respectivamente). Se ha considerado que es menor
para periodos de seguimiento más prolongados, siendo la tasa de mortalidad solamente 3. 7
veces más probable que la población general para periodos de seguimiento de 20 a 40 años de
duración.
Conviene considerar que la mortalidad se expresa frecuentemente mediante el índice Tasa Cruda
de Mortalidad (Crude Mortality Rate (CMR)), el cual se ha valorado como un parámetro no muy
fiable (debido a la heterogeneidad de las cohortes analizadas); por lo que se ha estimado que
solamente los estudios que analizan Tasa Estandarizada de Mortalidad (<<Standardised
Mortality Rate>> (SMR)) son realmente significativos (Roux et al).
A pesar que la AN es una de las patologías mentales que presenta una mayor tasa de mortalidad
(Roux et al), conviene reseñar como dato de pronóstico positivo que la tasa de mortalidad en
AN será más favorable entre aquellos individuos que hayan sido tratados durante la
adolescencia, en los cuales se producirán mejores resultados (Roux et al).
Las principales causas de fallecimiento en los trastornos de la alimentación son: complicaciones
del propio trastorno alimentario, suicidio y cáncer (Roux et al).
Sobre la BN existen escasos datos, pudiéndose destacar que: pocas mujeres con diagnóstico de
BN serán valoradas en un dispositivo sanitario; la sintomatología perdura notablemente a lo
largo del tiempo; y la recuperación es gradual (Keski-Rahkonen et al). Respecto a las tasas de
mortalidad de la BN, en el artículo ya citado de Arcelus J, et al, 2011 realizan un meta-análisis
de 12 trabajos, concluyendo que el valor de ésta es 1. 74 por cada 1. 000 personas-año (IC del
95%: 1. 09-2. 44), lo que significaría que cada año fallecen 0. 17 personas del total de aquellas
que padecen BN (Arcelus J, et al, 2011).
Crow estimó el porcentaje de suicidios entre aquellas personas fallecidas que presentaban
diagnóstico de BN en un 23% de los casos (Crow S J, 2009).
Acerca de los Otros Trastornos de la conducta Alimentaria No Especificados y sus tasas
de mortalidad, se pueden destacar los resultados obtenidos por Arcelus J, et al en su metaanálisis, en esta ocasión tras la revisión de los datos obtenidos en 6 estudios. Concluye que el
valor de la tasa de mortalidad anual en este subgrupo diagnóstico es de 3. 31 muertes por cada
1. 000 personas-año (IC del 95%: 1. 48-5. 75), lo que significaría que cada año fallecen 0. 33
personas del total de aquellas que padecen este trastorno; es decir casi el doble que para la BN
(Arcelus J, et al, 2011). Según Button EJ et al 2010, quizá se pueda explicar parcialmente la
elevada tasa de mortalidad de los Otros Trastornos de la conducta Alimentaria No Especificados
considerando que estos a veces son realmente fases iniciales de la AN (Button EJ et al 2010).
El trastorno por atracones y su evolución han sido estudiados por Keel y Brown (2010) en
una revisión de 6 artículos de seguimiento, con periodos comprendidos entre uno y doce años.
La tasa cruda de mortalidad obtenida en el de mayor tiempo de seguimiento es de 2. 9%, aunque
hay que destacar que el tamaño muestral era bastante reducido: fallecieron 2 de 68 pacientes.
Por su parte, Preti A, et al (2011) realizó el análisis del riesgo de suicidio en una muestra de 246
pacientes con diagnóstico de trastorno por atracones, llevando a cabo un seguimiento de dicha
muestra durante una media de 5. 3 años. Los resultados son concluyentes: ninguno de ellos se
suicidó (Preti A, et al (2011)).
A pesar de todo lo referido, se puede concluir que los datos referentes sobre el curso y los
resultados a largo plazo, incluyendo mortalidad, son relativamente limitados para los TCA, tanto
en muestras de pacientes como a nivel comunitario (Smink).
En términos generales, una pequeña minoría de los pacientes con TCA son atendidos en el ámbito
de la Salud Mental, y más concretamente aquellos que padecen BM. Algún estudio confirma
dicha aseveración, centrándose en este caso en la AN (Hoek et al).
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