Las investigaciones realizadas hasta la fecha muestran una peligrosa relación de retroalimentación entre la enfermedad mental y la Covid-19. Los afectados de Covid- 19 tienen más riesgo de sufrir un trastorno mental, como delirio o síndrome de estrés post-traumático. Por otro lado, las personas con una patología psiquiátrica previa, como agorafobia o trastornos obsesivo compulsivos de limpieza, pueden estar sufriendo los síntomas con mayor agudeza a causa de la pandemia.
Hay varias razones por las que las infecciones graves por coronavirus pueden tener consecuencias psiquiátricas, entre ellas los posibles efectos directos de la infección viral (incluso en el sistema nervioso central), el grado de compromiso fisiológico (por ejemplo, el bajo nivel de oxígeno en la sangre), la respuesta inmunológica y las intervenciones médicas. Otras razones se relacionan con el impacto social más amplio, incluido el aislamiento social, el impacto psicológico de una nueva enfermedad grave y potencialmente mortal, la preocupación por infectar a otros y el estigma. Además, el delirio (un estado mental caracterizado por cambios en la conciencia, alteraciones del comportamiento y a veces alucinaciones) puede ser común en pacientes hospitalizados en las etapas agudas del SARS, MERS y la enfermedad de COVID-19 y, a largo plazo, los pacientes que han sobrevivido, pueden estar en riesgo de padecer enfermedades mentales como la depresión, la ansiedad, la fatiga y el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Estas son algunas conclusiones de la primera revisión sistemática y meta-análisis que examina las consecuencias psiquiátricas de las infecciones por coronavirus en más de 3. 550 pacientes hospitalizados con SARS, MERS y COVID-19, publicado en la revista ‘The Lancet Psychiatry’.
En este mismo sentido, en la última actualización del informe científico-técnico sobre el coronavirus del Ministerio de Sanidad, en el que se hace un repaso por los estudios publicados sobre los trastornos mentales de los pacientes con Covid-19, muestra que el 43, 9% de los pacientes hospitalizados por Covid-19 padece algún síntoma psiquiátrico, el 12, 2%, TEPT y, el 26, 8%, ansiedad o depresión.
Patología mental previa
El hecho es que, además del vínculo entre el nuevo coronavirus y enfermedad mental en esta dirección, también existe en dirección contraria; es decir, las personas con enfermedades mentales pre-existentes pueden tener un mayor riesgo de recaída debido al estrés asociado con la pandemia. Asimismo, el informe refleja que las personas con trastorno mental pueden ser un colectivo de riesgo para enfermedad por Covid-19. ¿Y cuál es la causa de que se produzca esta relación? Algunos de los factores que se sugieren que pueden aumentar el riesgo son la presencia de más co-morbilidades que la población general, la vida dentro de las instituciones cerradas o las barreras de acceso a la atención sanitaria.
Los psiquiatras coinciden en señalar que la situación provocada por la pandemia ha exacerbado o motivado recaídas en pacientes con trastornos mentales de base, como agorafobia o trastornos obsesivo compulsivos de limpieza. “Ya seguían pautas de limpieza suficiente en su día a día para hacer frente a un coronavirus. Tenemos que trabajar con ellos otra vez, explicarles que los consejos van dirigidos a la población sin esa patología; que tienen que lavarse las manos cuando salgan, pero no volver a lavárselas veinte veces al día”, explica Timanfaya Hernández, psicóloga clínica y forense. También aquellos que sufren un trastorno mental grave, como psicosis o trastorno bipolar, han sufrido descompensaciones durante la época de confinamiento.
Riesgo de suicidios
El informe también alerta de que, tanto el hecho de padecer un trastorno mental de los citados como muchas de las situaciones provocadas por la pandemia (aislamiento, dificultades económicas, miedo, consumo de alcohol) pueden influir en el riesgo de suicidio. Sin embargo, también se ha observado que los suicidios consumados disminuyen en tiempos de guerra en población general, probablemente por la sensación de “deber” social. “En situaciones donde se necesita la colaboración de todos, se refuerza el sentimiento de comunidad y esto puede ejercer un cierto papel protector. Aunque este último factor pueda influir, el efecto conjunto del resto de consecuencias psicológicas de una epidemia probablemente tiene un peso mayor”, se señala en el trabajo.