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Una sola región del cerebro vincula la depresión y la ansiedad



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Noticia | 06/11/2020

El exceso de actividad en una sola región del cerebro llamada corteza cingulada anterior subgenual (CCA) subyace a varios síntomas clave de los trastornos del estado de ánimo y de la ansiedad, pero un antidepresivo sólo trata con éxito algunos de los síntomas. Un nuevo estudio, publicado en la revista ‘Nature Communications’, sugiere que la CCA es una región crucial en la depresión y la ansiedad, y que un tratamiento específico basado en los síntomas de un paciente podría conducir a mejores resultados.


Esta investigación de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) ha descubierto que el aumento de la actividad en el CCA, una parte clave del cerebro emocional, podría subyacer al aumento de la emoción negativa, la reducción del placer y un mayor riesgo de enfermedades cardíacas en las personas deprimidas y ansiosas. Más revelador aún es el descubrimiento de que estos síntomas difieren en su sensibilidad al tratamiento con un antidepresivo, a pesar de ser causados por el mismo cambio en la actividad cerebral.


Estudio experimental
Utilizando un tipo de primate no humano, el equipo de investigadores infundió pequeñas concentraciones de un fármaco excitador en el CCA para sobreactivarlo. Los titíes se utilizan porque sus cerebros comparten importantes similitudes con los de los humanos y es posible manipular las regiones cerebrales para comprender los efectos causales.



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Los investigadores descubrieron que la sobreactividad de CCA aumenta el ritmo cardíaco, eleva los niveles de cortisol y exagera la respuesta de los animales a la amenaza, reflejando los síntomas de depresión y ansiedad relacionados con el estrés.


“Encontramos que la sobreactividad en la CCA promueve la respuesta del cuerpo a ‘luchar o escapar’ en lugar de ‘descansar y digerir’, activando el sistema cardiovascular y elevando las respuestas a las amenazas. Esto se basa en nuestro trabajo anterior que muestra que el exceso de actividad también reduce la anticipación y la motivación para las recompensas, reflejando la pérdida de la capacidad de experimentar placer que se observa en la depresión”, explica la doctora Laith Alexander, una de las primeras autoras del estudio, del Departamento de Fisiología, Desarrollo y Neurociencia de la Universidad de Cambridge.


Para explorar el procesamiento de la amenaza y la ansiedad, los investigadores entrenaron a los modelos experimentales para que asociaran un tono con la presencia de una serpiente de goma, una amenaza inminente que los titíes encuentran innatamente estresante. Una vez que los titíes aprendieron esto, los investigadores “extinguieron” la asociación presentando el tono sin la serpiente. Querían medir la rapidez con la que los titíes podían amortiguar y “regular” su respuesta al miedo.


“Al activar en exceso el CCA, los modelos permanecieron temerosos durante más tiempo, según se midió tanto su comportamiento como su presión sanguínea, mostrando que en situaciones estresantes su regulación de las emociones se veía interrumpida”, señala Alexander.


Del mismo modo, cuando los modelos experimentales se enfrentaron a una amenaza más incierta en forma de un humano desconocido, parecieron más ansiosos tras la sobreactivación de CCA. “Los titíes se mostraron mucho más cautelosos ante una persona desconocida tras la sobreactivación de esta región clave del cerebro, manteniendo su distancia y mostrando comportamientos de vigilancia”, detalla Christian Wood, uno de los autores principales del estudio y científico postdoctoral superior del Departamento de Fisiología, Desarrollo y Neurociencia de Cambridge.


Los investigadores utilizaron imágenes cerebrales para explorar otras regiones del cerebro afectadas por la sobreactividad de CCA durante la amenaza. La sobreactivación de CCA aumentó la actividad dentro de la amígdala y el hipotálamo, dos partes clave de la red de estrés del cerebro. Por el contrario, redujo la actividad en partes de la corteza prefrontal lateral, una región importante en la regulación de las respuestas emocionales, y demostró ser poco activa en la depresión.


“Las regiones del cerebro que identificamos como afectadas durante el procesamiento de la amenaza difieren de las que hemos mostrado anteriormente que se ven afectadas durante el procesamiento de la recompensa. Esto es clave, porque las distintas redes cerebrales podrían explicar la sensibilidad diferencial de los síntomas relacionados con la amenaza y la recompensa al tratamiento”, añade la profesora Angela Roberts, del Departamento de Fisiología, Desarrollo y Neurociencia de la Universidad de Cambridge, quien dirigió el estudio.


Los investigadores han demostrado previamente que la ketamina, que tiene propiedades antidepresivas de rápida acción, puede mejorar los síntomas similares a la anhedonia. Pero descubrieron que no podía mejorar las elevadas respuestas de ansiedad que los titíes mostraban hacia el intruso humano tras la sobreactivación del CCA.


“Tenemos pruebas definitivas de la sensibilidad diferencial de los distintos grupos de síntomas al tratamiento: por un lado, el comportamiento similar a la anhedonia se invirtió con la ketamina; por otro, los comportamientos similares a la ansiedad no lo hicieron”, concluye Roberts.

Fuente: El médico interactivo

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