El cigarro electrónico se introdujo en el mercado ganando gran popularidad como alternativa para dejar de fumar. Pero, como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), los cigarrillos y sistemas electrónicos de suministro de nicotina con sabores (ENDS por sus siglas en inglés) son indudablemente dañinos y deberían estar estrictamente regulados.
“La utilización de un cigarrillo electrónico puede contribuir a la elevación de la tensión arterial y a la producción de taquicardia”, afirma Carlos A. Jiménez Ruiz, neumólogo y presidente de la Sociedad española de neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
Un estudio publicado en noviembre del 2020 por la escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston (BUSPH) y la escuela de Medicina de Boston (BUSM) concluyó que vapear puede aumentar el riesgo de enfermedad respiratoria en más de un 40%. Los investigadores utilizaron datos de 21. 618 participantes adultos sanos de las primeras cuatro oleadas (2013-2018) de la Evaluación de la Población del tabaco y la Salud (PATH por sus siglas en inglés), encuesta representativa a nivel nacional en Estados Unidos. Según los datos arrojados por este sondeo, el uso actual de cigarrillos electrónicos se asoció con un aumento del 33% del riesgo de bronquitis crónica, 69% del riesgo de enfisema, 57% en el riesgo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y del 31% en el riesgo de asma.
Investigadores de la Johns Hopkins Medicine también han encontrado evidencia científica de que la inhalación de vapor de tabaco calentado a través de los cigarrillos electrónicos está relacionada con mayores probabilidades de asma y EPOC.
“Aunque no existan estudios a largo plazo, hay muchas evidencias de los efectos del vaporeo al poco tiempo”, afirma Regina Dalmau, cardióloga del hospital Universitario La Paz de Madrid y presidenta del Comité Nacional para la prevención del tabaquismo (CNPT). Según la experta, “el problema es que la mayoría de consumidores son duales o ex fumadores”, lo que dificulta poder diferenciar los riesgos para la salud a los que conlleva el uso de cigarrillos tradicionales y los provocados por los electrónicos. “Teniendo en cuenta que el daño del tabaco es diferido, es decir se manifiesta generalmente a partir de 20 o 25 años de iniciar su consumo, la toxicidad de los cigarrillos electrónicos a largo plazo no va a poder ser concretada al menos en una o dos décadas”, aclara Carmen González Carreño, vicepresidenta segunda del CNPT.
Pero algunos de sus efectos más devastadores para la salud ya han salido a la luz. En el 2019, el Centro para el Control y prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) detectó un brote de lesiones pulmonares asociadas al vapeo al que llamaron EVALI (por sus siglas en inglés). Los afectados presentaron síntomas tales como: lesión pulmonar aguda, dificultad respiratoria, daño alveolar, neumonía lipoidea, neumonitis necrotizante aguda o neumonía, entre otras manifestaciones. Todos los pacientes fueron hospitalizados y recibieron tratamientos, incluyendo comas inducidos por medicamentos, respiradores artificiales y otras medidas de soporte vital. Hasta el 18 de febrero del 2020, las autoridades norteamericanas notificaron más de 2. 800 casos de pacientes que presentaban esta afección, y que se saldó 68 vidas. Las muestras analizadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) y por laboratorios estatales mostraban el acetato de vitamina E, un aditivo en algunos productos de cigarrillos electrónicos o productos de vaporización y en otros que contienen tetrahidrocannabinol (thc), designando a este compuesto como el factor fuertemente vinculado a este brote que acabó en un crisis de salud pública.
El cigarro electrónico: un producto enfocado a los jóvenes
“Como se pudo observar a raíz de esta epidemia en Estados Unidos, el cigarro electrónico es un producto muy popular entre jóvenes”, destaca Dalmau. Según el Programa de Encuestas sobre alcohol y Otras drogas en España de 2020, desde 2017 el número de personas que dicen haber consumido cigarrillos electrónicos en el último año se ha incrementado un 36 %. En el 2019, el 48, 4% de los estudiantes entre 15 y 24 años encuestados afirmaron haber utilizado en alguna ocasión cigarrillos electrónicos.
Además del incremento del vaporeo entre jóvenes, la revista European Journal of Preventive Cardiology hacía una observación alarmante: en los adolescentes, el uso de cigarrillos electrónicos duplica el riesgo de comenzar a fumar tabaco tradicional.
Compuestos mutagénicos en el vapor de los cigarrillos electrónicos
“La apariencia que presentan los cigarros electrónicos, como un producto moderno y tecnológico, hace que los jóvenes los perciben como menos perjudiciales. Pero los aerosoles no son inocuos, tienen sustancias tóxicas”, afirma Dalmau. Un informe de la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, publicado el pasado noviembre, alertaba de que el aerosol del cigarrillo electrónico contiene sustancias carcinogénicas.
“El líquido del cigarrillo electrónico, además de llevar saborizantes y colorantes, está formado fundamentalmente por dos sustancias: propilenglicol y glicerina. Cuando estos compuestos se someten a combustión, se convierten en formaldehído y acetaldehído, compuestos mutagénicos capaces de provocar cáncer”, destaca Jiménez Ruiz.
Además de esas sustancias carcinógenas, los vapores incorporan metales como el plomo, cromo, níquel y cobre en cantidades superiores a los cigarrillos convencionales, “así como partículas ultrafinas relacionadas con el daño cardiovascular, alteraciones pulmonares, neurodegenerativas y oncológicas”, señala González Carreño.
El vaporeo: una alternativa para dejar de fumar en entredicho
“Por otro lado, no debemos olvidar que la nicotina, presente en la mayoría de ellos, ya supone por sí misma una enfermedad en sí misma, no sólo por la adicción que provoca, sino por sus efectos cardiovasculares, aumentando la frecuencia cardiaca, el efecto vasoconstrictor y disminuyendo el aporte de oxígeno”, manifiesta la vicepresidenta del CNPT.
Un informe que lanzó SEPAR en el 2019, además de señalar los peligros para la salud que entraña el vaporeo, advertía de que el cigarro electrónico no es seguro ni eficaz para dejar de fumar y capaz de producir adicción. “No está claro si los cigarrillos electrónicos pueden ayudar a las personas a dejar de fumar”, añade Dalmau y advierte del peligro que entraña que los jóvenes los perciban como menos perjudiciales que el tabaco, y suponga la puerta de entrada a la adicción a la nicotina.
Para la cardióloga, que además preside el Comité de tabaquismo España, la aparición del vaporeo supone un retroceso en la lucha contra el tabaquismo: “Debido a las evidencias de la transmisión del SARS-CoV-2 por medio de aerosoles, en las terrazas ya no se puede fumar, pero la regulación va lenta, así que desde el Comité seguimos luchando para que leyes que controlan al consumo de tabaco en espacios cerrados se hagan extensivas al cigarrillo electrónico”.
Una legislación dispar según países
“La regulación de los cigarrillos electrónicos es muy desigual según los países, y va desde la no regulación hasta la prohibición total como en Japón, Brasil, Singapur, Seychelles, Uruguay e India; algunos han introducido restricciones estrictas como Australia y algún otro los regula como medicamentos a pesar de ser productos de consumo, el caso de Reino Unido” advierte González Carreño. La regulación en España debe adaptarse a la directiva 2014/40/UE en vigor desde mayo 2016, la cual prohíbe la compra y venta a menores de 18 años y limita el nivel de nicotina y los saborizantes utilizados. Entre las medidas que propone el Comité Nacional para la prevención del tabaquismo destacan el incremento de la presión fiscal de los nuevos productos y dispositivos hasta hacerla similar a la de los productos de tabaco, así como restringir toda publicidad, directa e indirecta, así como su promoción y patrocinio, y la expansión de las políticas de espacios libres de humo a los cigarrillos electrónicos.
En opinión de Dalmau, la industria tabacalera está aprovechando la lentitud de los gobiernos para hacer su marketing, por eso es importante que las autoridades informen a los ciudadanos y eviten que se dejen llevar por la publicidad engañosa.
“Cuando se tiene adicción a la nicotina, es muy fácil pasar de un producto a otro. La persona va a buscar la forma más accesible de saciar el mono en cada momento”, declara la cardióloga. “A mis pacientes con cardiopatías les insisto con que la mejor opción es siempre dejar de fumar, ¡no sustituir los cigarrillos tradicionales por los electrónicos ni por ningún producto que se les parezca!”, declara tajante.