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Representaciones sociales sobre la edad de inicio de la vejez.

Autor/autores: Rosana Peirano
Fecha Publicación: 01/03/2005
Área temática: Neurocognitivos, Trastornos neurocognitivos .
Tipo de trabajo:  Conferencia

RESUMEN

Desde una dimensión social todo lo relativo a la vejez resulta masivamente connotado en forma negativa y por lo tanto es rechazado, este hecho puede ser explicado por la incidencia de una multiplicidad de factores Por un lado la consideración de la vejez como la última etapa del ciclo vital implica su asociación con la muerte, lo que plantea un conflicto que ha acompañado al hombre a través de la historia. Imaginario individual y colectivo florecen en imágenes y creencias que así lo revelan. Por otro lado, a la vejez se le ha otorgado un lugar de escasa relevancia y participación en la sociedad actual. Esta marginación se convierte en una suerte de muerte social más allá de la muerte biológica.

Desde el punto de vista subjetivo, un recurso habitualmente utilizado por el yo frente a aquello que le provoca ansiedad es procurar alejarlo, imaginariamente, en el espacio o en el tiempo. Así el peligro puede, por ejemplo, no estar ya en el sujeto sino en el otro, o no ser inminente sino ubicarse en un futuro siempre lejano. En el marco de una investigación empírica acerca del tema interrogamos a personas de edades entre 16 y 85 años sobre la edad de inicio del la vejez. Los resultados mostraron un gradual corrimiento de esta última a medida que aumenta la edad del encuestado. El presente trabajo intenta analizar los resultados desde una perspectiva psicosocial a partir las representaciones sociales que circulan acerca del envejecimiento y su incidencia en la consideración del propio envejecer.

Palabras clave: vejez


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Representaciones sociales y asignaciones acerca del momento de envejecer.

Rosana Peirano; Alicia Monchietti; Enrique Lombardo; Rubén Ledesma.

Universidad Nacional de Mar del Plata
Mar del Plata. Argentina

 

Resumen

Desde una dimensión social todo lo relativo a la vejez resulta masivamente connotado en forma negativa y por lo tanto es rechazado, este hecho puede ser explicado, por un lado por la consideración de la vejez como la última etapa del ciclo vital asociada con la muerte, lo que plantea un conflicto que ha acompañado al hombre a través de la historia. Imaginario individual y colectivo florecen en imágenes y creencias que así lo revelan. Por otro lado, la vejez como grupo ha sido ubicada en un lugar de escasa relevancia y participación en la sociedad. Este apartamiento se convierte en una suerte de muerte social más allá de la muerte biológica. Desde el punto de vista subjetivo, un recurso habitualmente utilizado por el yo frente a aquello que le provoca ansiedad es procurar alejarlo, imaginariamente, en el espacio o en el tiempo. Así el peligro puede, por ejemplo, no estar ya en el sujeto sino en el otro, o no ser inminente sino ubicarse en un futuro siempre lejano.

En el marco de una investigación acerca de la representación social de la vejez interrogamos a personas de edades entre 16 y 85 años sobre la edad de inicio del la vejez. Los resultados mostraron un gradual corrimiento de esta última a medida que aumenta la edad del encuestado. El presente trabajo intenta analizar los resultados desde una perspectiva psicosocial a partir las representaciones sociales que circulan acerca del envejecimiento y su incidencia en la consideración del propio envejecer.



Relación entre edad y edad de inicio de la vejez.

En el marco de una investigación acerca de la representación social de la vejez interrogamos a personas de edades entre 16 y 85 años sobre la edad de inicio del la vejez. Los resultados mostraron un gradual corrimiento de esta última a medida que aumenta la edad del encuestado.


Presentación de resultados

Presentaremos a continuación la tabla en la que se observa una relación positiva moderada entre la variable edad y la edad asignada para el comienzo de la vejez. La tabla I muestra los resultados de Gamma por localidad, en todos los casos la relación es significativa.

 


Tabla I.


El gráfico I muestra la relación entre ambas variables para todo el país. Se trata de un gráfico factorial, resultado de un análisis de correspondencias simples, el cual muestra claramente la relación ordinal entre ambas variables.

 


Gráfico I.


Análisis y discusión

La vejez pensada como última etapa del ciclo vital asociada a la muerte, plantea un conflicto que acompaña al hombre a través de la historia. Imaginario individual y colectivo florecen en imágenes y creencias que así lo revelan.

Un recurso habitualmente utilizado por el yo frente a aquello que le provoca ansiedad es procurar alejarlo, imaginariamente, en el espacio o en el tiempo. Así el peligro puede, por ejemplo, no estar ya en el sujeto sino en el otro, o no ser inminente sino ubicarse en un futuro siempre lejano.

Es posible que este sea uno de los mecanismos que explique que a medida que el sujeto avanza en edad, la edad que cada uno asigna para el inicio de la vejez se vaya postergando.

Así se va posponiendo el momento de llegada a la vejez, por eso la gente no se siente vieja, atribuyéndole entonces la vejez a los otros. Lo temido no sólo es aquello que evoca la relación con la muerte sino con la enfermedad, la jubilación, la dependencia…

Desde la perspectiva de la teoría de Life Span se sostiene la idea de que la vejez es una etapa dentro del desarrollo (Baltes, Lindenberger & Staudinger, 1998) con características específicas y realizaciones propias y que además resulta ser la etapa en la que más evidente se hacen las trayectorias individuales. Sin embargo, dada la lenta penetración del discurso científico en el discurso social (Moscovici, S. 1984) estas ideas se hallan escasamente presentes en las representaciones sociales en las que lo relativo a la vejez resulta mayoritariamente connotado en forma negativa.

Según Lalive d´Èpinay (2003) desde la perspectiva sociológica, el «curso de vida» es una institución social en tanto conjunto de normas y reglas que organizan dimensiones clave de la vida en una sociedad y en un tiempo histórico dado.

En los últimos años se han desarrollado distintos enfoques desde la perspectiva del curso vital. Su meta es proporcionar una fundamentación adecuada para conceptualizar el sentido otorgado a la edad en diversos grupos y el rol social de las personas en diferentes etapas de la vida.

En resumen, toda persona lleva la marca de una inserción histórica precisa y cada sociedad asigna posicionamientos vinculados a la edad: determinadas funciones, roles y estatutos. Arber y Ginn (1996) sostienen que este enfoque “proporciona un marco para analizar las diferentes influencias que conforman las experiencias vitales de los distintos grupos de individuos en etapas concretas de sus vidas”.

Philipppe Ariès (1982) documentó en su obra que a lo largo del tiempo y a través del espacio, las sociedades dividen el curso de la vida de forma diferente. Kohli (1986) sugiere que los mismos procesos que dan lugar a la estandarización del curso de la vida también crean nuevas “mentalidades”, es decir, que la cronologización es parte de este proceso histórico de individualización en la vida social. Neugarten, (1969) se centró en la conciencia subjetiva de los relojes sociales y la medida en la cual sirven como base para planificar y autoevaluarse.

Denomina “relojes sociales” a las normas y expectativas para cada edad, de manera que el sujeto desarrolla un concepto de lo que debe ser el “ciclo vital normal y esperable”, interiorizando las secuencias de los principales acontecimientos validados por consenso


Desde esta perspectiva sociológica, el « curso de vida » es una institución social en tanto conjunto de normas y reglas que organizan dimensiones fundamentales de la vida en una sociedad y en un tiempo histórico dado. Dicha institucionalizaciòn del curso de vida marca para el viejo un no lugar, la inexistencia de funciones y roles y la posibilidad de ser fuente de rechazo. Las representaciones sociales, en tanto herramientas, contribuyen a definir y caracterizar cada etapa a partir de la asignación de roles sociales. Estas caracterizaciones otorgadas y asumidas significan en quien envejece una merma en las posibilidades de realización. El viejo siente que ya no tiene nada por hacer o ningún lugar, lo cual daría cuenta de una muerte social que podría anticipar la muerte biológica.


Conclusión

Los datos empíricos aportan, según nuestro análisis, una nueva evidencia acerca de las dificultades que plantea la aceptación de la vejez y el ingreso a esta etapa de la vida.

Hemos procurado puntualizar algunos aspectos que facilitarían explicar la relación entre la desvalorización de la cual es hoy objeto el envejecimiento y la tendencia a posponer el comienzo del mismo.


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