A partir de Werner von Jauregg se inicia la era de las terapias convulsivantes que culminan con Hugo Cerletti. Este trabajo dará cuenta, en forma sintética, de lo que significó el tratamiento denominado malariopterapia, y sus efectos, tanto esperados como obtenidos. Luego, se establece la hipótesis de la empiria, sin una teoría de fondo que sustente a estas prácticas y muy relacionada con la idea del cuerpo como una máquina conformada por partes suceptibles de falla, que inciden en el origen de la locura, esto es las teorías del localizacionismo y asociacionismo.
Se concluye que, en realidad, lo que hay es una praxis de ensayo y error, que hace caer en el descrédito a tales prácticas, dado el alto precio físico y mental sufrido por los pacientes, con una correlación bastante pobre en resultados efectivos.